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Copa Libertadores

Señora directora: 

Antes que nada quiero aclarar que soy hincha de la Gloriosa Academia Racing Club desde que estaba en el moisés, para mi época se llamaba cuna, del Racing de Llamil Simes, de Palito Balay, de Rogelio Domínguez, de Pedro Dellacha, de Humberto Maschio, del Chango Cárdenas.
Como esto que escribo se dirige hacia otra arista del deporte más lindo del mundo, se me ocurre pensar en la actualidad de nuestro vapuleado fútbol y detenerme en el evento más sobresaliente de estos último días como fue la Copa Libertadores. 
Quiero atreverme a relacionar todo ese proceso deportivo con conductas de nuestra política; vimos un equipo como River que abatido por un asombroso 0-3 en su cancha, luego supo realizar una no menos asombrosa remontada y si no fuera por injustas y fantasmales visiones del Var hasta podría haber ganado dicho encuentro. 
Pero precisamente quiero referirme a esa remontada, dejando de lado cualquier especulación que lamentablemente surgen en el contaminado fútbol de hoy. 
Primero, y repito no soy hincha de River, creo que River despliega hoy el mejor futbol nacional y posee uno de los mejores técnicos, así es distinguido en el orden internacional.
¿A que se debió la gran actuación de River ante Palmeiras? Nada más y nada menos a su juego de equipo con una impecable dirección, a las ganas de sus jugadores de triunfar, a la entrega desinteresada y colectiva, pensando en la gloria del título, no se dio, eso no importa, el ejemplo es altamente válido, no hubo egoísmos dentro del campo de juego. 
Ahora bien ¿Tan difícil será desde nuestra desordenada gestión política, desde la mentalidad de nuestro funcionarios, sobre todo los funcionarios superiores emular tan solo el ejemplo de un equipo de fútbol? ¿Tanto cuesta el orden, la disciplina en cada partícipe de la política, tanto juega el egoísmo, la transa, el poder? ¿Tanto cuesta pensar en triunfar para la comunidad? A través de tantos años esperamos legisladores que conozcan la calle, el rocío, el tablón, no que lleguen a una Cámara y se dediquen a mal aprender de política. Tan fácil destruyen un país y sus arcas con mezquinos intereses, para llenar sus bolsillos y ganar elecciones con mensajes que luego ya sabemos, no se cumplen. 
Trazando un paralelismo con este encuentro de River en donde se pusieron ideas, fuerzas en conjunto, acuerdo de estilo de juego despojados de egoísmos, con jugadores que atienden una perfecta dirección técnica, una dirección que si tiene que “colgar” algún jugador lo hace ¿Será tan difícil que simplemente como ese equipo deportivo nos convirtamos en uno de los mejores países del mundo, con aportes de sanas ideas de progreso general desde la política, desde la concertación? Tenemos todos los jugadores para ello, a mucho de ellos los marginamos porque que si trasuntan algún grado de transparencia, honestidad, no sirven para la política. 
De todos modos no es de perder la esperanza que podamos tener un equipo político que con buena dirección técnica y jugadores con sentido común, nos lleven a buen puerto y podamos volver a ocupar los primeros puestos de la tabla en el orden mundial.  
Oscar Cipulli

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