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Un pedido urgente

Por Marcos Fersen


Leer el posteo que hizo en su cuenta persona de Facebook, el pasado 11 de mayo, fue fuerte. La publicación de Cristina Caro, supervisora de Turno de Enfermeros del área de Emergencias del Hospital Pirovano, tuvo más de doscientas reacciones, más de 120 comentarios -todos positivos- y fue compartida en cien oportunidades. 
“¿Cómo se atreven a juzgar a un personal de salud sin conocer su historia? Mucamas, médicos, enfermeras, administración… ¿Cómo van a comprender nuestras emociones si nunca se han puesto nuestro uniforme? Convivir con la muerte y el dolor…Es nuestra historia diaria. Felices del camino elegido. Orgullo de pertenecer. No queremos aplausos, ni medallas. Solamente que entiendan que solos no podemos. El cansancio pasa, el sueño se aguanta. Pero… ¿Y el dolor del alma? Cuando sentís que te quedás con las manos vacías porque nada de lo que hacés alcanza, cuando la brecha es cada vez más pequeña y ya no hay nada por hacer…..Créanme que ese dolor no se cura con nada…Golpea y golpea, pero igual tenemos que seguir. Sólo pedimos que nos ayuden a cuidarlos. Nada más. Ojalá pudieran entender…”
Leer la publicación de Cristina moviliza y, a su vez, carga de bronca a quienes realmente se cuidaron todo este tiempo para no padecer este maldito virus llamado Covid, la enfermedad que se transformó en una pandemia, que puso al mundo patas para arriba y que, en una segunda ola llena de agresividad, está ocasionando un terrible daño en Argentina, contexto al que Tres Arroyos no es ajeno.
Lamentablemente, el panorama local se asemeja mucho a lo que en 2020 se veía a través de los medios de comunicación en Europa. 
Multiplicación de contagios, hospitales colapsados, médicos y enfermeros saturados y autoridades tomando decisiones día a día es el combo letal que por estos días reina en Tres Arroyos. A todo eso se le suma la irresponsabilidad de quienes le hacen la vista gorda a la pandemia. Lo que a mitad del año pasado era muy lejano, hoy está entre nosotros y con un saldo letal.
Dramático relato 
Si leer lo escrito por la enfermera en las redes sociales moviliza, escuchar su dramático relato provoca escalofríos. Cristina, el pasado 5 de mayo, dio positivo de Covid. Transitó la enfermedad en su casa y prácticamente está recuperada. Espera volver a su rutina laboral, más que intensa y dura por los tiempos del coronavirus, en los próximos días.

Nos juega muy en contra que la gente no está tomando conciencia”, dice la enfermera, casi con resignación. “Todo el personal de salud está agotado, angustiado y devastado. No hay descanso. Se trabaja a contrarreloj”

“Estamos en pandemia hace un año y medio. Yo en broma decía: ‘Ni el virus me quiere’. Ni siquiera había tenido síntomas en este tiempo. Y así de la nada, cuando menos lo esperé, di positivo”, cuenta Cristina en lo que fue el único momento de la entrevista realizada telefónicamente en la que se la escuchó con algo de alivio. En otros pasajes, la sensación fue otra totalmente distinta. Obvio, mucho más angustiante. 
Por estos días, su amiga de toda la vida le da pelea al virus. “La está pasando mal. Un matrimonio amigo también. Incluso, la mujer falleció esta semana. Cuando empezás a ver que el Covid afecta muy fuerte a personas tan cercanas, las emociones son otras”, dice la enfermera, con la voz entrecortada. Angustiada… 
Cristina trabaja como enfermera en el Centro Municipal de Salud desde 2014. Su carrera en el mundo de la salud comenzó en lo que era el Sanatorio Policlínico, en 2004. Meses antes del cierre de lo que hoy es Policoop, inició su camino en el Hospital Pirovano, lugar al que considera como “su gran amor”, aunque también reconoce que tiene un especial sentimiento por la entidad que funciona en Pringles 221. 

“No sabemos cómo hacer para que la gente entienda la gravedad que estamos pasando. Hay gente que dice que el Covid, que es una mentira. Se está muriendo gente joven. No tenemos lugar para internar personas. No hay camas. El personal está agotado”

Desde hace más de un año, cuando la pandemia impuso sus condiciones en todo el mundo, Cristina convive con el virus a diario. “Mi función es andar por todas las salas”, describe en pocas palabras. 
Pero luego se explaya cuando hace referencia al delicado escenario que observa en su lugar de trabajo. “La situación, ahora, es totalmente distinta a mazo de 2020. En los comienzos, cuando nos estábamos preparando para lo que venía, para lo que nosotros lo definimos como una guerra, era todo incertidumbre y miedo. Había mucho desconocimiento. La mayor parte del personal, cuando elegimos trabajar en salud, nunca imaginamos atravesar por una pandemia”, dice.
Y agrega: “El año pasado veíamos que eran todas personas de edad avanzada y con patologías previas las que peor lo pasaban. Ahora es distinto. El virus es más agresivo y más fuerte. Lo que notamos en esta segunda ola es que la mayoría de los afectados son pacientes jóvenes. Y muchos sin patologías previas”. 
No alcanza 
Cristina cuenta y destaca con orgullo el compromiso y la labor de sus compañeros de las distintas áreas, de los choferes, personal administrativo, enfermeros y enfermeras, cocineras, mucamas, telefonistas a médicos. “El Hospital es un motor que funciona porque todos trabajamos a la par. Si falla una pieza, ese motor deja de funcionar. Trabajamos bien, en equipo, todos por igual”, expresa.
Sin embargo, para Cristina, eso no alcanza para que la batalla librada contra el Covid pueda ganarse en el mediano plazo. Se necesita un eslabón más en la cadena. “Nos juega muy en contra que la gente no está tomando conciencia”, dice la enfermera, casi con resignación. “Todo el personal de salud está agotado, angustiado y devastado. No hay descanso. Se trabaja a contrarreloj”, describe. 

Cristina valoró de especial manera la tarea de todo el equipo del Centro Municipal de Salud. “Es un orgullo verlos trabajar a todos”, dijo

Casi a modo de ruego, la profesional de la salud fue clara con su mensaje. “Le pido a la gente que tome conciencia, que nos ayude. Necesitamos urgente de esa colaboración. Nosotros remamos y remamos, pero si la gente no nos ayuda, no se cuida y no cumple con las medidas preventivas, vamos a estar cada vez peor”, expresa. 
“Hoy no alcanza con que los médicos, enfermeros y enfermeras se desvivan trabajando. O que el doctor Gabriel Guerra -secretario de Prevención y Salud- salga a pedir por favor que la gente se cuide y que cumpla con las medidas. Esto es cuestión de responsabilidad individual”, asegura. 
-¿Qué le dirías a la gente que no ayuda en este momento? 
-Le pedimos que sea solidaria, empática y que se cuide. Nadie está libre de Covid. Todos tienen que saber que nosotros damos lo que podemos y más. Siento orgullo de ver cómo trabajan mis compañeros. Emociona verlos. 
No sabemos cómo hacer para que la gente entienda la gravedad que estamos pasando. Hay gente que dice que el Covid, que es una mentira. Se está muriendo gente joven. No tenemos lugar para internar personas. No hay camas. El personal está agotado. Es doloroso que la gente no entienda lo que está pasando.    

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