La Argentina entró en cuarentena
estricta hasta el
30 de mayo con el objetivo
de controlar los desbocados contagios
que desató la segunda
ola. Con un sistema de salud
al rojo vivo, no existía margen
para medidas de otra índole. El
interrogante se encuentra en si
efectivamente las más de cinco
millones de dosis que recibirá
el país, en lo que falta del mes,
llegarán en tiempo y forma.
También, en si la dinámica de
vacunaciones será más ágil. Las
respuestas a estas cuestiones son
claves, en un país que no puede
resistir por mucho tiempo a un
cierre total. Pero como hemos
comentado en otras editoriales,
la clave está en la conciencia
social sostenida en conductas y
acciones individuales.
Al otro lado del océano hay
situaciones que persisten, no son
nuevas y se ven agudizadas por la
pandemia. En el enclave español
Ceuta, ubicado al norte de África,
en el lado sur del estrecho de Gibraltar
y al norte de Marruecos,
se produjo una nueva crisis de
inmigrantes. Mujeres, hombres y
niños que buscan desesperados el
ingreso al territorio español y a
Europa, para intentar proveerse
un mejor futuro. O al menos,
algo mejor de lo que padecen en
sus países de origen. El gobierno
español quiso buscar explicaciones
políticas a una cuestión
que en esencia es humanitaria,
vinculándola a disputas entre
España y Marruecos, relacionadas
con el Sahara Occidental,
antigua provincia española y
ambicionada por el país africano.
Lo cierto que el drama
no ocurre solo en esa región:
Grecia, Italia, Francia y distintos
países de Europa oriental son
afectados por el problema de
los denominados inmigrantes
ilegales. En el actual contexto
internacional, dominado por la
pandemia, la migración ilegal
encendió la alarma sanitaria en
naciones que han comenzado a
resolver el lado más oscuro de
sus efectos. Pero los seres humanos
siguen allí, a la deriva en un
mar sofocado por la política, la
economía y ahora, por los efectos
de una pandemia.
situaciones que persisten, no son
nuevas y se ven agudizadas por la
pandemia. En el enclave español
Ceuta, ubicado al norte de África,
en el lado sur del estrecho de Gibraltar
y al norte de Marruecos,
se produjo una nueva crisis de
inmigrantes. Mujeres, hombres y
niños que buscan desesperados el
ingreso al territorio español y a
Europa, para intentar proveerse
un mejor futuro. O al menos,
algo mejor de lo que padecen en
sus países de origen. El gobierno
español quiso buscar explicaciones
políticas a una cuestión
que en esencia es humanitaria,
vinculándola a disputas entre
España y Marruecos, relacionadas
con el Sahara Occidental,
antigua provincia española y
ambicionada por el país africano.
Lo cierto que el drama
no ocurre solo en esa región:
Grecia, Italia, Francia y distintos
países de Europa oriental son
afectados por el problema de
los denominados inmigrantes
ilegales. En el actual contexto
internacional, dominado por la
pandemia, la migración ilegal
encendió la alarma sanitaria en
naciones que han comenzado a
resolver el lado más oscuro de
sus efectos. Pero los seres humanos
siguen allí, a la deriva en un
mar sofocado por la política, la
economía y ahora, por los efectos
de una pandemia.
Las salidas individuales
tienen un corto recorrido
en términos sociales
El tema deportivo, en una
semana convulsionada y tensa,
dejó un buen sabor. La figura
de Enzo Pérez, lesionado y oficiando
de arquero, liderando un
equipo sin suplentes, con dos
debutantes y con medio equipo
contagiado, explicita los buenos
efectos que tienen los proyectos
que se sostienen en el tiempo.
El equipo podía perder, empatar
e hipotéticamente ganar, pero
la sensación previa era de confianza,
basada en la percepción
de que había un estilo de juego,
un convencimiento, un propósito
compartido que una crisis grave
ni siquiera podía desarticular. Y
no lo hizo, porque además, River
Plate ganó.
semana convulsionada y tensa,
dejó un buen sabor. La figura
de Enzo Pérez, lesionado y oficiando
de arquero, liderando un
equipo sin suplentes, con dos
debutantes y con medio equipo
contagiado, explicita los buenos
efectos que tienen los proyectos
que se sostienen en el tiempo.
El equipo podía perder, empatar
e hipotéticamente ganar, pero
la sensación previa era de confianza,
basada en la percepción
de que había un estilo de juego,
un convencimiento, un propósito
compartido que una crisis grave
ni siquiera podía desarticular. Y
no lo hizo, porque además, River
Plate ganó.
Es indudable que la pandemia
modificó en muchos la forma de
ver el mundo y dentro de él, el
trabajo, la educación, la cultura y
la economía. Pero hay algo que no
cambió y que persiste definiéndonos
como especie: nuestra sociabilidad.
Países como el nuestro que
enfrentan la pandemia, personas
que huyen de sus territorios de
origen en búsqueda de un mejor
destino y equipos deportivos
que afrontan desafíos adversos
colectivamente. Estos ejemplos
nos muestran de distinta manera
que las salidas individuales tienen
un corto recorrido en términos
sociales.
modificó en muchos la forma de
ver el mundo y dentro de él, el
trabajo, la educación, la cultura y
la economía. Pero hay algo que no
cambió y que persiste definiéndonos
como especie: nuestra sociabilidad.
Países como el nuestro que
enfrentan la pandemia, personas
que huyen de sus territorios de
origen en búsqueda de un mejor
destino y equipos deportivos
que afrontan desafíos adversos
colectivamente. Estos ejemplos
nos muestran de distinta manera
que las salidas individuales tienen
un corto recorrido en términos
sociales.
Recordar las viejas clases en las
que nos decían que somos animales
sociales, es volver reafirmar
en tiempos turbulentos lo mejor
de nosotros y, al mismo tiempo,
es la estrategia más óptima para
solucionar nuestros problemas,
locales y globales.
que nos decían que somos animales
sociales, es volver reafirmar
en tiempos turbulentos lo mejor
de nosotros y, al mismo tiempo,
es la estrategia más óptima para
solucionar nuestros problemas,
locales y globales.