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Con la vocación de servicio como estandarte

Vive en Tres Arroyos, su ciudad
de origen. El gen de la
voluntad de servicio es algo
que parece correr por las venas de su
familia desde generaciones pasadas
ya que su abuelo, su tío y su primo
también fueron bomberos. Agustín
Márquez cumplió en abril 19 años y
desde los 12 que asiste a la Escuela
de Cadetes. Egresó además en 2019
del Colegio Nuestra Señora de Luján,
en donde cursó la modalidad de
Economía y Administración. 

Según le han contando, la vocación
le viene “desde muy chico. Yo
no me acuerdo, pero me han dicho
que ya en el jardín dibujaba cosas
de bomberos. Me llamaba mucho
la atención desde chiquito”. Tal vez
haya influido en ese interés que su
abuelo y su tío abuelo lo llevaban
desde que era un pequeño de tres
años al cuartel, donde algunos compañeros
actuales lo vieron crecer y
convertirse en la persona con la que
hoy trabajan codo a codo. 
En su familia “tengo a mi abuelo
que es bombero, aunque hoy en día
está en la reserva activa, pero sigue
prestando servicio en situaciones
especiales que se lo requiera. Mi
tío que falleció, el hermano de mi
abuelo, era bombero. Mi primo
también era bombero, pero se tuvo
que retirar. Yo desde los doce años
que integro la Escuela de Cadetes y
a los 18 pasé a ser bombero, que es
el siguiente paso”, comentó. 
Entrar a la Escuela de Cadetes era
un anhelo muy grande para Agustín.
“Ni bien se abrió la inscripción por
primera vez, yo me metí. Me acuerdo
que fui a La Rural y me inscribí. Un
sábado fue”, dijo mostrando cómo
aún ese recuerdo perdura vívido en
su mente. 

Para Agustín “la vocación es fundamental” en este trabajo

De cadete a bombero 
En la formación como cadete “uno
no presta servicio, pero se capacita
desde temas básicos para después seguir
con cosas más complejas. Se ven
todos los temas y se hacen prácticas
para las tareas que algún día uno
puede ejercer como bombero, o no.
Los más comunes por ejemplo son
traumas en lo que es emergencias
médicas, incendio estructural, rescate
vehicular, incendio forestal, rescate
en estructuras colapsadas, esos son
los que usamos con más frecuencia
por ahí”, indicó Agustín. 
Su experiencia con los instructores
de Tres Arroyos ha sido muy buena.
“Están muy capacitados, entonces
abordan los temas desde la pedagogía,
porque para enseñarle a un
chico de doce años, como a la edad
que yo entré, no podes darle un
material muy específico. Realmente
se trabaja mucho para que los chicos
entiendan, porque así como vemos
esos temas, uno también ve normas,
leyes y reglamentos”, expresó. 
Como Bombero Voluntario comenzó
a ejercer en junio del 2020. 
“Uno al entrar como cadete, ya
vas con cierta formación. Yo me
acuerdo que cuando ingresé con 12
años, eramos más de cuarenta chicos
y terminamos quedando cinco
o seis”, dijo. 
En la Escuela de Cadetes tienen
una o dos clases semanales y a su vez
son invitados a participar los fines
de semana de tareas de limpieza de
auto bombas o para hacer los controles
de los camiones, como una forma
de motivar e ir introduciendo en la
cotidianidad a los chicos. 
Para Agustín “la vocación es fundamental.
A muchos no les gusta
porque no les va la exigencia o no es
lo que esperaban. Tener que levantarte
un sábado a las 8 de la mañana
para estar en el cuartel, teniendo 15
o 16 años, no todos tienen ganas de
hacerlo porque implica por ejemplo
que no puedas salir un viernes a la
noche. Hay que resignar algunas
cosas, por eso queda el que le gusta”. 
En ese sentido, él no lo sintió como
un sacrificio porque “yo lo que hago,
lo hago por amor al prójimo. Para mi
no significa nada dejar una cena o
resignar una juntada porque al otro
día tengo que ir temprano a hacer
una guardia”, manifestó. 
En este momento, en el cuartel
crearon burbujas de trabajo para evitar,
en caso de que pase, contagiarse
por coronavirus todos a la vez, pues
sino no habría quien preste servicio.
“Todos estamos ahí adentro por lo
mismo, nadie tiene ningún interés
porque es algo voluntario, entonces es un ambiente muy lindo. Hay
compañeros que los considero como
hermanos, por eso esto de las burbujas
es complicado porque si uno
está dividido en el cuartel, también
tiene que tener la responsabilidad de
no juntarse afuera. A algunos hace
meses no los veo por ese tema, pero
es una cuestión de responsabilidad”,
sostuvo. 

El objetivo de Agustín es especializarse en emergencia médica

La vida de estudiante 
Cuando Agustín egresó en 2019, se
abrió en Cresta la inscripción para la
Tecnicatura Superior en Enfermería,
con duración de tres años, por lo que
enseguida decidió anotarse. 
Su vocación por la enfermería
“también viene hace bastante, a eso
de los 15 o 16 años cuando me empecé
plantear qué estudiar. La verdad
que no lo tuve que pensar mucho.
Desde el entrenamiento de bomberos
a mi siempre me gustó lo que es
traumas, tratamientos de primeros
auxilios y emergencias médicas”. 
Cuando llegó el momento de la
elección, cuenta que decidió formarse
para ser un profesional de la salud.
“Mi objetivo es ejercer como paramédico
o en la emergencia médica.
Cuando se abrió enfermería justo ese
año que egresaba, me pareció una
oportunidad tremenda. Me anoté
realmente sin conocer demasiado en
profundidad sobre el programa, pero
cada día que curso me doy cuenta
que me encanta”, explicó. 
Gracias a la formación de cadete,
Agustín adquirió experiencia en el
ámbito de atención a emergencias,
“incluso lo he hablado con un par
de compañeros y compañeras que
yo ya cursando la carrera tengo
conocimientos previos. Y no sólo los
conocimientos sino la experiencia,
porque he asistido en primeros auxilios,
accidentes, rescates, entonces
como que de ese lado también me
sirve para la carrera”, manifestó. 
Actualmente se encuentra cursando
primer año de tres que son en
total. “Este debería ser el segundo
pero la cursada del año pasado fue
muy tranquila, que no se tomo en
cuenta, entonces recién en 2021
comenzamos oficialmente”, sostuvo. 
El año pasado funcionó como un
acercamiento para los ingresantes de
enfermería, pero este año “tenemos
una exigencia mayor, como cualquier
carrera, en la cursada de todos los
días, parciales, entrega de trabajos
prácticos, pero no lo hago como una
obligación. Si bien me estreso como
cualquier estudiante, lo hago por
amor, lo hago sabiendo que debo
estudiarlo si el día de mañana quiero
ayudar a alguien y hacer el trabajo
de la mejor manera posible”, declaró
Agustín. 
Cuando se reciba quiere continuar
una Diplomatura en Emergencias
Hospitalarias que se encuentra disponible
en la localidad, ya que “me
viene como anillo al dedo. También
hacer si puedo la carrera de Técnico
en Emergencias, que me sumaría
muchísimo. Distintas capacitaciones,
siempre orientadas a la emergencia,
que es lo que a mí me gusta”. 
A partir de este año le tocaría
hacer prácticas pero por la situación
sanitaria no se puede concurrir al
Hospital todavía. “Ojalá que cuando
me reciba, si Dios quiere, esté más
tranquilo todo y haya pasado esta
situación”, remarcó. 
El apoyo mutuo 
Agustín recuerda que como cadete,
hubo situaciones que lo marcaron
mucho. Pero se describe como una
persona un poco fría, que no se suele
impresionar en el momento de atender
las emergencias y hacer su trabajo
como debe. “En ese instante por
lo menos uno no se pone a pensar
en lo sentimental, uno hace lo que
tiene que hacer. Si te toca atender
un accidente, tenes actuar rápido
y bien. Después cuando pasa, y te
encontrás solo en silencio, te suelen
venir las imágenes o los recuerdos de
la gente”, aseguró. 
En situaciones de tensión como
lo son las emergencias, “uno tiene
que hacer de mediador porque no
solo tenes que atender la situación
sino tranquilizar a la gente que está
alrededor, es un rol importantísimo”,
explicó. 
Hace aproximadamente un mes,
contó que “sonó la sirena un día que
llovió mucho. Yo en el camino me caí
y me lastimé la pierna. Incluso yendo
en la auto bomba me iba cambiando
y miraba como sangraba la herida.
Cuando llegamos al incendio, que
gracias a Dios eran un principio de
incendio, uno de los chicos que entró
a la casa me indicó que vaya a tranquilizar
a la mujer, porque al estar
lastimado no podía hacer el trabajo
de fuerte”, comentó. 
“En ese momento –continuó- ya
no sos el bombero que apaga fuego,
el que rompe una puerta o uno que
se sube a un techo. Sos el bombero
del lado humano. Entonces, no tenes
que sacar una herramienta, sino que
tenes que contener a la persona”. 
Agustín sostuvo que “uno nunca se
olvida de ese lado humano. No estás
atendiendo una fractura o un paro
cardiorrespiratorio, estás atendiendo
a una persona que le pasó eso. No se
deja de lado esa dimensión empática.
Para eso también nos capacitamos
mucho en lo que es psicología en
emergencia, para contemplar esos
aspectos”. 
Hoy en día en el cuartel cuentan
con un bombero que realizó un
curso de auxiliar de psicología en
emergencia, por lo que tiene la
capacidad de atender a las víctimas
de un siniestro o a cualquiera
de sus compañeros en caso de ser
necesario. 
El orgullo familiar 
Al apoyo familiar para cualquier
individuo en su vida cotidiana y en
las decisiones que toma para su
futuro es importante. Agustín en
ese sentido dijo que “tengo todo el
apoyo de mi familia. Antes de que
yo naciera ya había bomberos, entonces
se han adaptado de alguna forma.
Ellos juegan un rol importantísimo en
el apoyo. Entienden el trabajo al haber
otros que hacían lo mismo antes
que yo. Cuando suena la sirena en mi
casa, hay uno que corre a abrirte el
portón para que salgas con la bici, o
sacan el auto y te llevan”. 
Con su vida de estudiante también
lo apoyan siempre y “están orgullosos
de que estoy haciendo una
carrera tan humana”. 
En ese sentido, comentó que “el
orgullo primero es mío, por poder seguir
con la tradición familiar. A veces
me siento a reflexionar y pienso que
la verdad tengo una profesión hermosa
y realmente no quiero dejar de
hacerla hasta que no esté más acá”.

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