Entrando por las puertas del garaje de la casa de Claudia Córdoba, ubicada en Buchardo 1051, se visualiza un gran cartel que dice “Un Mundo Divertido Para Vos”. Tras esas puertas, los sueños de muchos chicos del Barrio Ranchos de la Virgen de Luján son cumplidos, en un espacio donde les brinda amor y contención hace ya un año.
Claudia Córdoba vive junto a su marido José Rodriguez en una casa que se la han ido haciendo a pulmón. Hace más de treinta años que están en el barrio y han vivido inolvidables historias con los chicos y vecinos de ahí.
Desde el 2015 que Claudia dirige una escuela de pesca para los chicos del barrio, proyecto que comenzó con la ayuda de su marido, quien le fue enseñando todo lo que tenía que ver con este rubro, sobre cómo hacer líneas, filetear, entre muchas otras cosas.
De esta manera, les fue transmitiendo todos sus conocimientos y dándoles un espacio de contención, para que los niños no anden solos por la calle y aprendan un oficio, una tarea para ayudarles en el futuro.
Antes del 2020, Claudia llevaba a los chicos de la escuela de pesca a diferentes concursos
Con la llegada de la pandemia, se vieron forzados a suspender la escuela de pesca, por lo que ella decidió iniciar en el garaje de la casa la Asociación Civil “Un Mundo Divertido Con Vos”, donde actualmente asisten 28 niños y jóvenes de Ranchos, del barrio Benito Machado y de Colegiales, y 15 adultos mayores. Además, convocan a las familias de los chicos para que también colaboren.
Trabajo semanal
Semanalmente se dictan diferentes actividades. La escuela de pesca continúa y agregaron taller de costura y cocina, apoyo escolar e inglés.
Todos los días se sirve una merienda para los que asisten y se les brinda una pequeña comida para que se vayan con la panza llena de vuelta a sus casas, ya que algunos lamentablemente no tienen para comer en sus familias. Además, los días viernes es el momento donde se cocina para armar viandas que se reparten entre los vecinos.
El comedor nace a partir que la escuela de pesca deja de funcionar por la pandemia como una forma de seguir conteniendo a esos chicos que asistían.
Se juntan a cocinar viandas para las familias del barrio todos los viernes
En una entrevista con La Voz del Pueblo, Claudia Córdoba comentó que “tenemos unos 20 socios, trabajamos todos a la par, un poquito cada uno. Ayudan muchas instituciones también y trabajamos en conjunto con la Asociación Huellas al Futuro. La gente siempre cuando pedimos una donación, ayuda y tenemos muchas personas que nos colaboran con campañas”.
Con la ONG, “uno lo que quiere es darles herramientas para que ellos puedan salir adelante el día de mañana. Tenemos dos maestras de particular que puso Huellas, computadoras, biblioteca, para que los chicos puedan tener un poco de todo. Desde acá nunca les faltó nada y los acompañamos en esta pandemia que estamos atravesando tan dura.”, indicó Claudia.
Desde la asociación también recorren una vez a la semana el barrio y buscan atender a todas las necesidades posibles. Ya han entregado ropa, zapatillas, frazadas, camas, colchones y todo lo que van consiguiendo “gracias a la gente que es tan solidaria”, dijo Claudia.
Además, trabajan con una psicóloga y tienen contacto con distintos profesionales de la salud para atenderlos a los chicos por cualquier problema y asegurarse que tengan vacunas al día.
En el trabajo en la cocina “ahora por la pandemia estábamos tres personas nada más, sino vienen a cocinar las propias mamás de los nenes que asisten, para que ellas también sepan y aprendan, porque algunas no saben, entonces se les da la herramienta”, expresó la directora de la ONG.
“Dándoles amor, los chicos te responden y te abrazan, y esos momentos uno no se los va a olvidar nunca”
En el taller de costura se arreglan la ropa. “Las mamás vienen, les enseñamos a poner los cierres, a hacer un barbijo, un montón de cosas. A veces la gente dona por ejemplo ropa que está un poco rota, pero no importa, porque con ellas nos sentamos y lo arreglamos. Lo importante es que aprendan y también que cuenten lo que necesiten y qué momento están pasando. Hay señoras en situación de violencia y ellas de a poquito lo van a hablando y van diciendo las necesidades que tienen en cada hogar. Otras veces no es nada de eso y solamente quieren que las escuches y que las abraces. Hay que estar en todo momento ayudando a la gente”, manifestó Claudia sobre la tarea de contención que llevan a cabo.
Una de las actividades que más disfruta y la enorgullece es la de trabajar con los adultos mayores. “Estamos atrás de los abuelos, dándoles lanas para que tejan, llevándoles una frazadita, haciéndoles un trámite para que tengan una medicación o lo que precisen. Hay algunos que vienen a ver los chicos y también ayudan a cocinar. Se trabaja con mucho amor y cariño hacia ellos porque están muy solos y también precisan un abrazo”.
La escuela de pesca
Claudia Córdoba inició en 2015 con la escuela de pesca, en donde los chicos van y aprenden todos sobre este deporte y también antes de la pandemia participaban de concursos de pesca.
A su vez, el guardafauna Eduardo Alvarez les brinda clases sobre cómo cuidar el medio ambiente en este rubro, para generarles conciencia ya desde temprana edad.
“Les brindo a los chicos la posibilidad que puedan aprender la pesca, que es un deporte tan bueno y cada vez más gente está atrapada con eso. También lo que buscamos es que los chicos puedan salir adelante y puedan, si no tienen un trabajo o no tengan la posibilidad de estudiar, hacer por ejemplo líneas de pesca y venderlas, así se ganan su propia plata”, expresó Claudia.
“Les brindo a los chicos la posibilidad que puedan aprender la pesca, que es un deporte tan bueno y cada vez más gente está atrapada con eso. También lo que buscamos es que los chicos puedan salir adelante y puedan, si no tienen un trabajo o no tengan la posibilidad de estudiar, hacer por ejemplo líneas de pesca y venderlas, así se ganan su propia plata”, expresó Claudia.
“Uno lo que quiere es darles herramientas para que ellos puedan salir adelante el día de mañana”
Recordó además que “todos los años se hacía un concurso en la Laguna de Luján y participaban todos los chicos que querían ir, así ellos también podían hacerse compañeros. Antes de la pandemia hicimos uno y se juntaron con niños de Cascallares y pasaron un momento lindo en familia, que a eso nosotros estamos abocados a trabajar, que ellos estén con los papás y las mamás y que disfruten todos juntos”.
Su experiencia personal fue un gran impulsor para que ella inicie la escuela de pesca, ya que veía a muchos chicos en el barrio por la calle. “Esos chicos mismos los sacas de la droga, de un montón de cosas. Antes del 2020, ellos iban a la salita de Colegiales, tomaban la leche, armábamos las líneas y salían disparados en su bicicleta toda rota a pescar algo para poder comer a la noche. Y uno pone todas las garras por eso”, expresó Claudia.
Salir adelante
Lo lindo es trabajar con chicos para Claudia “es que aprenden mucho más fácil que los grandes, porque si de chiquitos se le da la herramientas, eso les queda”.
“Uno dándoles amor, los chicos te responden y te abrazan, y esos momentos uno no se los va a olvidar nunca. Esa es la pasión de trabajar y por lo que yo le pongo garra, porque los chicos tienen que salir adelante. Yo veo que muchos se empiezan a perder en la droga, y hay que darles las herramientas para evitar que eso pase”, opinó Claudia.
La Asociación Huellas Al Futuro le ofrece maestras de apoyo escolar a la ONG
Contó también que hoy en día ayudan a una joven de 18 años que quería estudiar, y por la situación de la pandemia y que todas las clases son virtuales, no podía ya que no tenía computadora en su casa. Por eso, desde la institución, le prestaron una netbook que tenían y ahora ella se encuentra estudiando trabajo social. “La gente puede salir adelante con un poquito que uno lo ayude, así por lo menos el día de mañana puedan tener aunque sea un estudio”, expresó.
Dedicar la vida
Claudia nació en un contexto familiar difícil. Ella y sus 12 hermanos “a veces pasamos algunas necesidades, por eso sé lo que es vivir eso y lo que es patear todo el día el barrio”, confesó.
“Mi vida sería vacía porque yo siempre me dediqué a esto y a ayudar a los demás. Hace 15 años era promotora de salud y después trabajaba para el servicio local de protección al menor. Fui operadora de calle y manzanera, que todavía lo soy. Toda mi familia siempre me apoya porque saben qué es lo que me gusta y voy a morir haciendo esto”, manifestó la directora de la ONG.
Tiene cuatro hijas, quienes han estudiado, se han recibido y actualmente son independientes. “Muy orgullosa porque salimos a flote con los sueldos que nunca alcanzan. Yo empecé a trabajar y con esa platita les compraba los libros y las fotocopias. Por eso también agradezco que mis hijas se hayan podido recibir con orgullo”, destacó.
Sobre el final de la entrevista, hizo hincapié en que “el mensaje que siempre intentamos transmitir es que con el trabajo se puede salir adelante, todos juntos. Con la frente bien alta, todo se puede en la vida”, finalizó.