En la noche del viernes, el Teatro Municipal se transformó. El recinto recibió a Tarea Fina, agrupación que tributa a Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y que llegó a Tres Arroyos con un par de yapas: la presencia de El Soldado y, sobre todo, de Walter Sidotti, baterista de la banda que lideraron el Indio y Skay.
De antemano, todo estaba dado para que sea una fiesta. Una fiesta en las butacas, una fiesta que invocaba el pogo, el salto, pero que corrió bajo los cánones de una sala como la del teatro, la cual, llamativamente, se mostró bastante despoblada.
A pesar del poco público, la banda salió a brindar su show con toda la energía que las canciones de Los Redondos suelen esparcir.
Primer acto: el comienzo
Algunos minutos después de las 21, las guitarras explotaron con el riff de “Fuegos de octubre”, canción elegida para abrir el espectáculo y que auguraba una gran noche. Con un sonido potente y una base ajustada, la banda, de a poco, empezó a desplegar su experiencia con una lista pensada para el knock out: al tema inicial siguieron “Luzbelito y las sirenas”, “Tatuaje”, “Preso en mi ciudad” y un dos por uno que suele sonar en cualquier recital del Indio: “Rock para el negro Atila-Divina TV Fhurer”.
La lista no permitía que los que estábamos nos quedemos quietos o incluso sentados. Enseguida, más clásicos: “Cruz Diablo”, “Un ángel para tu soledad”, “Toxi Taxi”, “El tesoro de los inocentes” y “¡Es hora de levantarse querido! (Dormiste bien)”.
Tanto éxtasis merecía una pausa. Cinco minutos para acomodarnos de vuelta y arrancamos.
La voz de Tarea Fina, encargado de llevar adelante el show en la ciudad
Acto dos, la transición
Luego del muy buen comienzo de la banda (más allá de algunos errores como el olvido de la letra por parte del cantante, lo que generó risas en sus compañeros) el show hizo una pausa para darle paso al primer invitado de la noche, alguien muy relacionado a la historia redonda: El Soldado.
El músico se puso al frente de la banda para darle voz a “Semen Up” (en su versión funky del vivo), “Ella debe estar tan linda” (ya en dúo con el cantante de Tarea Fina) y “Gualicho”. Además, le dio el gusto al público presente de tocar los que son, tal vez, los dos temas más queridos de aquel recordado disco “Tren de fugitivos” (del que participaron todos los integrantes de Los Redondos), “Veneno sabor miel” y “Angel de los perdedores”. Para el cierre, luego de su paso por el escenario, quedaron “Esa estrella era mi lujo”, “Nueva Roma” y “Un poco de amor francés”.
Walter Sidotti, el guardian del tiempo de Patricio Rey que interpretó sus canciones en Tres Arroyos
Acto tres: un batero y un sueño
Otra pausa. Otro descanso. El telón se cierra y estamos ahí, expectantes. Hay un Redondo en Tres Arroyos y el público parece darse cuenta recién ahora lo que está por suceder.
Se abre el telón y ahí está Walter. El mismo que grabó prácticamente toda la discografía de Los Redondos. El que estuvo en Racing, en Huracán, en River. Y está para llevar adelante la maquinaria de Tarea Fina. Su parte se abrió con “Nuestro amo juega al esclavo” y siguió con otro dos por uno “Maldición va a ser un día hermoso-vamos las bandas”.
Juan Meijide y el sueño del cumplido: cantar con un redondo
El público se exalta. La presencia de Sidotti generó algo en el ambiente que es difícil de explicar. Mientras intento pensar y ¿analizar? lo que sucede alrededor, la banda tira un tema detrás del otro: “Héroe del whisky” y “Motorpsico” le dieron continuidad al show, que cuando llegaba a su clímax vivió un pico de emoción.
Es que, sin saberlo, Juan Meijide, reconocido cantante local y fanático de Patricio Rey, fue invitado a cantar “El Arte del buen comer” junto a la banda. Escenario y sueño cumplido para un tipo que vaya si demostró su amor por la banda con una tremenda versión del tema.
Para el final, una seguidilla de clásicos imbatibles: “La bestia pop”, “El pibe de los astilleros”, “Nadie es perfecto-Ñam Fri Fruli Fali Fru”, “Una piba con la remera de Greenpeace”, “Todo un palo” y “Jijiji”.
Así llegamos al final. Casi tres horas de show. Un sube y baja de canciones que nos transportaron a distintas épocas y nos hicieron emocionar. Y que, además, nos hizo ir a todos con el mismo pensamiento: “¡Qué buena banda eran Los Redondos!”.