Dejamos a Henry David Thoreau observando un caminito de hormigas, unas que van, otras que vienen, y unas y otras se tocan con sus antenas. Algo averigua observando con atención, algo imagina.
Algunos más, otros menos, en el fondo todos los animales nos parecemos. Bueno… el párroco dirá que los hombres somos ángeles caídos. Supongo que por culpa del maldito e indomable deseo. No sé, en catecismo daba poca bola.
Como sea, adhiero a la tesis de que el hombre es un mono que se puso de pie. Y mal que nos pese, seguimos siendo monos. Pero quienes saben comunicación les dirán que un método muy eficiente es el de contar algo como cuento. Y eso de la serpiente que habla y le guiña un ojo a Adán es la prueba máxima. Hay una legión mundial de personas que creen en un dios. Y arman guerras con quienes creen en otro dios. Se matan entre ellos.
Pero volvamos a Thoreau y su caminito de hormigas. Se tocan con las antenas –decía- porque las hormigas se comunican entre ellas por medio de feromonas (googleen ustedes algo, che). “Como otros insectos, las hormigas perciben olores con sus largas y delgadas antenas móviles, que ofrecen además información sobre la dirección y la intensidad de los olores. Dado que la mayoría viven en tierra, usan la superficie del suelo para dejar rastros de feromonas que las otras hormigas pueden seguir. En las especies que recolectan en grupos, un recolector que encuentra alimento deja un rastro cuando vuelve al hormiguero; las demás siguen este rastro, y después lo refuerzan cuando vuelven a la colonia con alimentos” (Wiki).
Pero… las hormigas no solo usan las feromonas para dejar rastros, sino también como señal de alarma ante alguna amenaza. Por ejemplo, una hormiga aplastada libera una feromona específica que lleva a las que se encuentren en las proximidades a un frenético ataque, y es capaz de atraer a más hormigas de otros lugares. Y ahora vean esto: “algunas especies incluso usan «feromonas de propaganda» para confundir a las especies enemigas y hacerlas luchar entre sí (sic wikipedia).”
Y si aquí no ven la semejanza con los demás animales -humanos y otros- bueno… pero miren: cuando “alguien” empezó el asuntito de Ucrania, su presidente se dolió: “Nos dejaron solos”. No muchacho: la OTAN estaba armando el tinglado. Acuerdos comerciales de décadas y décadas se pudrieron, y ahora no está solo: le armaron un balurdo que cuesta vidas y cuesta dinero a montones. Si alguien sabe lo que cuesta cada misil, cada fusil o cada cartucho 7.62 NATO (o más moderno) que avise. Porque como decía el miserable presidente chileno “…alguien lo tiene que pagar”.
Ahí tienen las feromonas de propaganda: pulidos germanos lavándose las patas en la bomba y tratando de entender de qué lado se agarra un hacha, porque viene el frío. Y se van a ir avivando que son ellos los que le hacen el caldo gordo a la USA en todo ese despelote que incluye a China.
Los conocimientos circenses del presidente ucraniano hoy lo llevan a presentarse con remera verde oliva, como los barbudos de Cuba. Peor, porque así se nota más que si le ponen una mochila tendrán que levantarlo y hacerle ver que no es lo de él. Y con esos giles -como con Galtieri- las feromonas de propaganda funcionan a la pelusa: ahí están las Malvinas más lejos que nunca.
Con Malvinas… fuimos. Con costos de vidas humanas -de chicos- y con sumarios por cobardía, retrasamos la recuperación unos 200 años. Pero ya verán como Ucrania y la UE van limando asperezas. El caño del gas se va a destapar y los alemanes van a salir de la ducha con los dedos arrugados de tanto estar bajo agradable agua caliente. Y bueno: si pagan la cuenta de gas, tienen derecho. Dicen que hay un ruso que está al lado de la llave de paso. Y si llaman de la OTAN no atiendas. Es que las feromonas de propaganda, para aquellos que se acostumbraron al bidet… OTAN, báñense ustedes con agua fría, y cáguense bien de frío.