En dos artículos publicados en el presente mes, vecinas recordaron y valoraron la obra del padre Isidoro Juan Broilo. Es la oportunidad de hacer referencia a su obra, no porque se cumpla un aniversario especial, sino porque pese al transcurrir del tiempo ha quedado una huella muy clara entre quienes lo conocieron.
En nuestra edición del domingo 15, Marta Moyano, referente de Cáritas Nuestra Señora de Luján, se refirió a la entrega de una de las 72 viviendas construidas en el Barrio Los Ranchos y dijo que “era como ir a vivir a un palacio”; luego accedió a su propia casa en calle Solís, en la cuadra 1400-1500, donde reside actualmente.
En tanto, el domingo 22, Susana Pereyra compartió la historia acerca de la manera en que llegó a sus manos la bicicleta de Broilo, que se encuentra en un patio de invierno ubicado en la casa número 9 de Los Ranchos. Ella vivió allí toda su vida y tiene los mejores recuerdos de las celebraciones de Navidad en el barrio, las misas de San Cayetano, la entrega de ramos de espigas a los vecinos, entre otras experiencias.
Inolvidable
La desaparición física de Broilo se produjo el 23 de marzo de 1991 en Bahía Blanca y sus restos fueron inhumados el lunes 25 en nuestra ciudad, con la presencia del entonces arzobispo Jorge Mayer.
En una descripción de su personalidad, La Voz del Pueblo indicó en ese momento que era hijo de italianos provenientes de Trento, en el noroeste de la Península. Había nacido el 4 de abril de 1922 en Tornquist, donde creció junto a sus hermanos Pedro, Ema, Domingo, Juana, Rosa y María.
Realizó en dicha ciudad los estudios primarios y luego en 1938, ingresó al seminario de Gonzales Chaves hasta 1943, cuando dio continuidad a esta formación en el seminario de La Plata. Allí fue ordenado sacerdote en 1949.
Su primer destino fue Coronel Pringles, en cuya parroquia de San Rosa se desempeñó entre 1950 y 1953; luego trabajó hasta 1955 en la parroquia bahiense de Santa Teresita.
El 27 de marzo de 1955 se hizo cargo de la Parroquia Nuestra Señora de Luján, en reemplazo del reverendo padre Angel de Arriandiaga.
La crónica destaca que “desde el inicio mismo de su sagrado ministerio, el entonces joven sacerdote evidenció en nuestro medio el profundo sentido apostólico que guiaba sus palabras y su accionar. Especialmente por su temperamento amistoso y sencillo, así como por su vocación de servicio por los humildes y los desprotegidos de la sociedad, había conquistado la simpatía y adhesión del pueblo tresarroyense”.
Preocupado por mejorar el nivel de vida de los sectores aledaños a su parroquia, el padre Broilo concibió hacia 1959 el proyecto de crear un barrio de viviendas, que pudo concretar merced a un incansable trabajo personal y apelando a la colaboración de la población.
El escrito indica que “en procura de solucionar problemas, de reunir fondos, de buscar ayuda, de organizar campañas de la ‘bolsa de trigo’, la figura de Broilo, montado en su democrática bicicleta, se hizo popular y querida, dando más que sobrados motivos para que llegara a mencionárselo como ‘el cura gaucho’”.
De esta forma, lograron ser inauguradas las primeras viviendas de lo que denominó Barrios Los Ranchos de la Virgen de Luján. La tarea solo se vio interrumpida por una dolencia renal, pero posteriormente la pudo retomar hasta completar las 72 casas.
Hay un aspecto clave, que define su mirada. “No contento, sin embargo, con una obra de tanto contenido social, el sacerdote buscó ampliar aún más el alcance de su trabajo, procurando la elevación del nivel cultural de los pobladores. Fue así que a merced de su incansable dedicación logra plasmar la fundación del Colegio La Virgen de la Carreta, a fin de brindar los servicios de educación preescolar y primaria a los niños de la barriada”.
Hay un aspecto clave, que define su mirada. “No contento, sin embargo, con una obra de tanto contenido social, el sacerdote buscó ampliar aún más el alcance de su trabajo, procurando la elevación del nivel cultural de los pobladores. Fue así que a merced de su incansable dedicación logra plasmar la fundación del Colegio La Virgen de la Carreta, a fin de brindar los servicios de educación preescolar y primaria a los niños de la barriada”.
En forma complementaria, creó “una Escuela de Aprendizaje, a fin de impartir enseñanzas prácticas como carpintería, herrería de obra, electricidad, peluquería, contabilidad y otras materias”. Asimismo, instaló un dispensario médico, atendido desinteresadamente por varios profesionales tresarroyenses.
Broilo colaboró además con el Grupo Reflexión, la Legión de María, el Movimiento Familiar Cristiano, el cine parroquial, los Gauchos de la Virgen de Luján, el equipo de catequesis, que “lo tuvieron constantemente como animador y guía”.
Broilo colaboró además con el Grupo Reflexión, la Legión de María, el Movimiento Familiar Cristiano, el cine parroquial, los Gauchos de la Virgen de Luján, el equipo de catequesis, que “lo tuvieron constantemente como animador y guía”.
El Papa Paulo VI lo había distinguido con la designación de prelado doméstico, “que supone la utilización del título de monseñor”.
De los testimonios de vecinos, queda en evidencia su solidaridad y el seguimiento de la situación de cada casa, para que se encuentren en buenas condiciones, pintadas y con una huerta, lo que Broilo personalmente se encargaba de supervisar.
Desde su fallecimiento han transcurrido más de tres décadas, muchos han sido los cambios, pero está muy presente todo lo que hizo. Es valioso el reconocimiento realizado en abril de 2013, cuando se inauguró su monumento en la intersección de las avenidas Güemes y Alem; así como la manera en que fue recordado en diciembre del mismo año, durante la conmemoración por el cincuentenario de la escuela, que años después pasó a manos del Estado.