Los costos del malvivir
En el país se naturalizó el malestar. El bolsillo, la política y pensar en el futuro hacen que sea imposible ver un horizonte claro; y desde el psicoanálisis se nos explica que ésta circunstancia se manifiesta en nuestra personalidad con ciertos “trastornos” y posibles efectos en la salud mental
En la Argentina de hoy el desánimo, la desesperanza y la incertidumbre abrazan de manera asfixiante. Claro que no es un sentimiento repentino, se viene acumulando desde hace largos años, y hoy nos permite -con profusa experiencia en la materia- notar que lamentablemente siempre podemos estar peor.
Ese estado repercute de manera innegable en los estados de ánimo de una enorme cantidad de personas y también en las perspectivas con que podemos ver -cada vez con mayor dificultad- la salida desde el fondo de un túnel muy denso y oscuro.
Desde el psicoanálisis se ve que estos problemas llegan a afectar la salud mental, los pacientes terminan exponiéndolos cada uno desde un distinto origen en la consulta. Porque no es común que una persona vaya a ver a un analista porque la crisis lo tiene mal. En realidad lo tiene mal, pero termina exteriorizándose desde otras situaciones cotidianas.
Sin perspectivas
“Se ven estos trastornos de ansiedad, aparecen la depresión, ataques de pánico, y entre los jóvenes de entre 20 y los 30 años se plantea la dificultad de empezar un proyecto de vida acá”, planteó la licenciada en psicología, María Liva.

María Liva, licenciada en psicología (MN 41558) (MP 40365)
En una entrevista que la analista concedió a La Voz del Pueblo también dijo que una de las consecuencias que genera vivir mal en el país y sin perspectivas de futuro se manifiesta con “la posibilidad de irse por el mundo, trabajar de modo remoto, o en aplicar a otro tipo de trabajos como el work and travel, por ejemplo”.
Liva, que es tresarroyense y tiene unas dos décadas de experiencia como psicoanalista, también asoció el malestar que muchos argentinos padecen con la huella que dejó el coronavirus al sostener que “aparecen estos síntomas entre los pacientes que tienen que ver más con el ataque de pánico y la depresión, que aun venimos arrastrando desde la pandemia”.
En ésta misma línea profundizó y dijo que “estos cuadros clínicos es lo que dejó (el coronavirus), parece lejano pero ha sido reciente la pandemia y de alguna forma -el contexto actual- colabora en la profundización de estos trastornos, de estos síntomas”.
Recursos internos
La forma en que las personas sacan afuera ese malestar provocado por todo este ruido “se ve en las preocupaciones, el insomnio, en trastornos de la conducta alimentaria”, mencionó al dar sólo algunos ejemplos.
Pero Liva puntualizó en un aspecto que deja expuesto cómo se resigna calidad de vida cuando las personas no logran frenar el impulso de su malestar. “Desde lo mental esto también se observa en la irritabilidad, en la calle. Si bien en Tres Arroyos no tanto como en una gran ciudad pero de todas formas te das cuenta que hay una mayor irritabilidad”, observó sobre un comportamiento que cada vez cuesta más poder contener.
Pero ante la consulta por si este tipo de crisis, sólo puede desatar consecuencias negativas en el ser humano, o si por el contrario pueden generar oportunidades, la respuesta fue directa. “Es de acuerdo a la estructura y al recurso interno de cada persona; en algunos se potencia hacia el lado creativo, y en otros casos es más hacia adentro el efecto, hacia el bajón”, describió Liva que se formó en el ex Colegio Manuel Belgrano y el Jesús Adolescente, hasta que se marchó a Buenos Aires para estudiar en la UBA.
A ver qué pasa
Estos estados de crisis no llegan a exponerse en forma directa en una terapia psicoanalítica sino que emergen desde otros factores. “Que un paciente llegue al consultorio por el contexto de crisis no, pero sí sale el tema atravesado por cuestiones personales, por dificultades que atraviesan en contexto de la crisis que se vive”, explicó la analista.
Pero como si todo este marco complejo no fuera poco, pareciera que las mayores expectativas sobre eventuales cambios están fijadas en las urnas; en este sentido Liva observó que “esto llega al punto de tener que estar pendientes, esperando a ver qué pasa después de las elecciones, es un poco el discurso que está ligado a este contexto”.
Por el bienestar
Respecto a un problema que atraviesa a la sociedad como consecuencia directa de tener que interactuar entre sí, los más y los menos afectados, es esperable -dijo- que el producto de ese fenómeno social tenga “algún efecto adverso en la salud mental”.
Y las respuestas para contenerlo o para resolverlo, según Liva, “no necesariamente” pueden estar en un tratamiento químico o farmacológico.
“Hay cuestiones que podemos hacer por el bienestar de nuestra salud mental y que tienen que ver con tener tus hábitos saludables, una rutina ordenada, hacer algo que te guste mucho, un hobby, tener tu tiempo de contacto con la naturaleza, reunirte socialmente, una terapia”, enumeró.
Es que, en estas épocas de angustia porque la plata no alcanza, la incertidumbre por muchos factores crece y la luz del túnel no asoma, revertir aunque sea por momentos esa sensación se logra haciendo cosas que nos gusten; por eso sugirió -al final de esta nota- tomarnos el tiempo para hacer “aquello que te dé placer o sentir una satisfacción. Sería mirar la parte llena del vaso”.
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En su ciudad
María Liva regresó a Tres Arroyos una vez que comenzaron a levantarse las restricciones de la pandemia por coronavirus. Desde los 18 años vivió en Buenos Aires, ciudad donde se graduó y en la que trabajó con la modalidad de consultorio. Allí también cumplió funciones en el Ministerio de Justicia de la Nación, en un organismo desde donde se evalúan situaciones de riesgo por denuncias por violencia de género.
Hoy desde Tres Arroyos sigue atendiendo con modalidad de consultorio, pero especialmente además en formato online con el que sigue tratando a pacientes de distintos lugares del mundo.
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