Por Esteban Ernesto Marranghello
Existen episodios en la vida de la comunidad que pueden parecer imprevistos, raros, extraños, fuera de lugar y hasta incomprensibles, dentro de la lógica común de comportamiento particular o colectivo. Lo que ha ocurrido con la renuncia del contador Gustavo Oosterbaan como director del CRESTA, culmina en la gota que rebasa el vaso de la incrediludidad sobre la conducta de un gobierno municipal que ha perdido el equilibrio emocional y de conducta ética en muchas de sus decisiones.
Yo pertenezco -humildemente- a la escuela del periodismo crítico, distante de cualquier poder, para intentar cumplir lo mejor posible con información veraz que sustenten opiniones, investigadas y confirmadas, para el lector, el oyente o el televidente, que la recibe y la consume. Posteriormente cada cual está en el derecho de aceptarla, criticarla o no coincidir. Lo que siempre hay que cuidar, nos decían los viejos y queridos maestros, es la verdad de los hechos.
Se puede promover una información o escribir un editorial, con múltiples facetas y de diferentes maneras y lenguaje, pero siempre la debe sustentar la verdad. Usar el oficio, sin perder la dignidad.
Esto ocurre también en la política, muchas veces con menos respeto por la verdad, donde también interviene el oficio y la cultura general que posean los candidatos y los funcionarios, que manejarán el poder de decisión.
Muchos políticos y funcionarios elegidos democráticamente en una elección tienen una idea equivocada, unos porque no saben y otros porque no les conviene saber que el acto comicial solamente promueve a través de la urna, que la o él ciudadano ha sido electo.
Una vez asumido el cargo para ejercerlo, el tema de los votos es sólo un guarismo matemático que respalda, con más o menos apoyo, para ejercitarlo.
Los políticos mediocres o escurridizos de sus acciones suelen recurrir a este ejemplo: “a mí me eligieron”, si así no hubiera acontecido no sería: concejal, intendente, diputado, senador, gobernador o presidente, y sus respectivos vices. A partir de asumir un cargo, la urna es una anécdota real, pero innecesaria.
Desde el momento de su inicio como entidad en Tres Arroyos, el CRESTA, a partir del año 2005, fue cubriendo paulatinamente una serie de actividades y propuestas, que constituyeron para su desenvolvimiento y proyección posterior una trayectoria que la convirtieron, a medida que el tiempo transcurría, en una entidad al servicio de la educación y la cultura de nuestra ciudad y distrito. El camino lo recorrió con la acertada conducción y profesionalismo académico, incorporando posibilidades ciertas y propuestas de trabajo, con el nivel universitario y convenios e interrelaciones con importantes casas de estudios de primer nivel del país.
No pretendo hacer un relato de lo que es el CRESTA y su importante presencia para Tres Arroyos y la región circundante.
La cantidad de alumnos en las diversas carreras y sindicaturas que se han recibido y los que actualmente cursan son un claro ejemplo de la importancia y del éxito de la actividad docente, el valor académico y el orgullo que significa para Tres Arroyos la actividad y la propuesta que proyectamos para mostrar el nivel educativo de nuestra ciudad.
Paralelamente, en su labor cultural, ha promovido el CRESTA innumerables acontecimientos de importancia, que abarcaron múltiples espacios en un amplio abanico de temas históricos, salud, Internet, servicios y ejercicios grupales con diversidad de proposiciones intelectuales y técnicas y con cursos de apoyo educativo en los diferentes niveles.
En sus aulas han participado integrantes de nuestro espectro social en sus diferentes composiciones. Cursos para personas de la tercera edad, actividades diversas para la edad adulta, propuestas para jóvenes y clases de apoyo para estudiantes primarios. Ha promovido emprendedores, ha sido receptáculo de toda actividad artística y de diferentes muestras de las artes locales, regionales y de orden nacional. Mucha gente ha contribuido y contribuye a sostener los servicios que prestigian su actividad.
El apoyo oficial, como corresponde, en los distintos niveles siempre
estuvo presente. Este apoyo es indispensable y una obligación para los
gobiernos: municipal, provincial y nacional.
Esto en el orden municipal no es una “contribución graciosa de las autoridades” es la obligación, por parte de la comuna de contribuir a sostener lo que el CRESTA significa para Tres Arroyos, con el apoyo del “erario público”.
Toda esta sintética enumeración de lo que el CRESTA es y debería continuar en su propuesta, tiene un referente reconocido: el contador Gustavo Oosterbaan. Esta persona ha sostenido con su intervención, su trabajo, su idoneidad profesional y su innegable capacidad académica, la demostrada exitosa trayectoria del CRESTA.
Ha sorteado con elasticidad de acción los inconvenientes, que los tuvo, desde el punto de vista político y académico, logró mantener el necesario equilibrio para que el CRESTA no perdiera sus objetivos educativos y culturales, permitiendo la necesaria diversidad de opiniones y propuestas.
Este hombre, respetado por todos los sectores de la sociedad de Tres Arroyos y por todos los profesionales académicos de las diferentes universidades nacionales, que comparten actividad con la entidad que dirigió, porque reconocen su capacidad e idoneidad, como profesional y como persona, renunció al cargo por razones que hacen al respeto por la ley.
“No estuvo dispuesto a entregar la base de datos de los alumnos de la institución” a las autoridades municipales para utilizar los mails y teléfonos celulares para promover la propaganda vecinalista.
La ley prohíbe específicamente proporcionar este tipo de datos personales.
Esto configura un hecho grave.
El señor intendente ha realizado manifestaciones públicas de que el contador Oosterbaan le entregó la renuncia y agregó que le había arrojado las llaves del establecimiento sobre su escritorio, esto para el señor intendente es una ofensa a su investidura que no está dispuesto a soportar.
Es real la actitud poco educada del director del CRESTA, si esto sucedió. También nos preguntamos muchos qué reacción tendríamos cualquiera de nosotros -yo periodista, ustedes lectores-, frente al señor intendente si nos propusiera cometer una acción no lícita con nuestras respectivas responsabilidades laborales.
Un exceso de celo del señor intendente sobre su investidura.
Cualquier persona, humildemente, señor intendente, podría preguntarse sobre su propio respeto a la investidura que posee cuando ofendió junto a una empleada municipal, a una funcionaria en su propia casa, con lenguaje impropio o cuando defendió a funcionarios de su gobierno que se ha demostrado, al menos con conductas impropias, antes y actualmente.
Nadie es dueño de la verdad absoluta, las verdades siempre contienen una dosis de relatividad, aceptada por todas las teorías, pero lo que es irrefutable es la realidad que termina mostrando la verdad sobre algo o alguien.
Los integrantes del gobierno vecinalista de la comuna local, con el señor intendente a la cabeza, al margen de las individualidades personales de cada uno de ellos, que no pretendo juzgar porque no es mi función, humildemente se me ocurre que no deben reaccionar con la desubicación, que muchas veces demuestran.
La gente tiene derecho a manifestarse sobre sus conductas públicas, a favor o en contra, y el periodismo serio, está obligado a hacer conocer las de cal y las de arena, es su obligación profesional y de servicio.
El episodio de la renuncia del titular del CRESTA, no es cosa menor y la opinión pública podría llegar a ser contundente en su posición.
Se ha llegado a una situación poco clara de conductas de funcionarios municipales, con argumentos refutables por el sentido común.
Nunca doy consejos, porque no los acepto, pero me permito sugerir, con el mayor respeto, por la experiencia de los años vividos, que el gobierno municipal debería intentar frenar el salto al vacío, al que pareciera empujarlo el indebido uso del poder.