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María Zysman: “Los chicos no hablan porque los grandes no hacen nada”

“Hace más de veinte años la palabra no se conocía y los chicos no estaban tan sensibilizados respecto a lo que quiere decir”, comenzó contando la licenciada María Zysman, directora del equipo Libres de Bullying, en su entrevista con LA VOZ DEL PUEBLO. Como parte del Proyecto Escuela Familia, el Colegio Jesús Adolescente desarrolló un taller para padres y alumnos sobre bullying y ciberbullying. 

Los alumnos de distintas edades realizaron esta actividad durante dos jornadas que se hizo extensiva a los padres y abierta a la comunidad. La disertante es licenciada en psicopedagogía (Universidad del Salvador); realizó en la Universidad Favaloro posgrados en autismo y otros trastornos generalizados del desarrollo, y en déficit de atención y trastornos del aprendizaje. Escribió el libro “Cómo prevenir e intervenir en situaciones de acoso escolar”. 
En un diálogo ameno y ágil, la especialista explicó a partir de ejemplos, casos y situaciones concretas cómo se vive el bullying y el ciberbullying en el ámbito escolar y en la familia, como así también la repercusión de estos actos en la comunidad. 
Desde Libres de Bullying opinan que todos los chicos tienen derecho a ser raros, a no estar encasillados en ningún lado, a no dejar de ser raros para que los demás los quieran, no les tienen que gustar lo mismo que a los demás -como a los chicos que no les gusta el fútbol-. 
Se produce bullying cuando se hacen fiestas, salidas y el chico o adolescente no es invitado a participar, cuando sus compañeros hablan en código, cuando dicen: “A ésa no la dejes pasar porque contamina, ésta es negra no la dejes venir”. “A los padres les es difícil aceptar que al hijo no lo inviten -expresa Zysman-, son chicos que los dejan afuera de un montón de otras cosas”. 
Y agrega: “Si alguien nunca es invitado a los cumpleaños o a los eventos sociales de los que participan los demás chicos, es dejado siempre de lado, hostigado, menospreciado, está sufriendo y es objeto de bullying”. 
 “Los chicos y jóvenes saben lo que quiere decir -en referencia al significado de la palabra bullying- y saben que todos los actores involucrados se sienten mal, lo que no saben es cómo salir de eso. A la hora de poder modificar la situación no saben cómo y es lógico porque no es una cuestión sólo de los chicos”, contó la licenciada en psicopedagogía. 

La licenciada Zysman rodeada por Florencia Ambrosius y Alejandra Damiani, integrantes del equipo de psicopedagogía del Colegio Jesús Adolescente

El diálogo 
 “Lo que surge de charlar con tantos chicos es que no hablan de lo que les pasa porque no quieren, sino porque nadie hace nada, que es la peor sensación”, asegura Zysman. La licenciada se refirió a diferentes experiencias en talleres con adolescentes y niños en las que estas frases son un común denominador. 
“‘Pido ayuda y me encuentro que me dicen: después voy y no vienen, arréglate vos que ya sos grande’, o lo que dicen los padres: ‘No seas maricón’, o madres que vociferan: ‘¡Ya me van a escuchar!’ Y se desbordan y arman peores escándalos. Por eso el niño o joven tiene miedo a quedarse solo, a que los expongan, a ser atacados por lo que sucede, a ser considerados culpables por lo que pasa o a ser considerados buchones. Pero no piden ayuda es increíble la desconfianza que los chicos le tienen a los adultos”, expresó. 
Zysman aseguró que “cada vez aparece antes la problemática, algunos chicos se dan cuenta de que algo están haciendo mal, pero es más fuerte el deseo de ser aceptado por los amigos y algunas veces son capaces de hacer cualquier cosa. Como sumarse a bromas que nunca hubieran hecho o dejar de lado a amigos a los que no se acercan durante la semana porque a ese chico no se lo puede querer, y sin embargo lo llaman o lo ven el fin de semana”. 
Los docentes y los padres 
La licenciada no dudó en enunciar que la responsabilidad ante la prevención o solución de situaciones de bullying o ciberbullying es compartida, “son los padres y los docentes los que tenemos que actuar aunque estos últimos ven limitada su acción por el juicio que los padres abren hacia la escuela, a la que le exigen como si ésta fuera ‘a la carta’ y hubiera que hacer sólo lo que el padre quiere. Lo cierto es que esta es la realidad, chicos educados de otra manera, padres que reclaman, pero a la hora de reconocer errores no lo hacen y se da la situación de la escuela atacando a los padres y los padres a la escuela”. 
En este sentido expresó que “hay un espacio común que es el de construcción de valores y es donde tenemos que estar porque si no los chicos establecen jerarquías y liderazgos negativos para sentirse de alguna manera amparado por otro, ante la falta del referente adulto se eligen entre ellos y establecen estos roles entre sí”. 
La intervención 
En cuanto a la posibilidad cierta de encontrar una respuesta favorable y positiva que pueda frenar el problema, la licenciada explicó que “sin dudas lo mejor es prevenir, si la escuela lo aborda, lo tiene en cuenta y lo trabaja, se detecta rápidamente, pero no es fácil la intervención, lo que digo es que la humillación es lo último que hay que utilizar. Alguien que hace bullying es alguien que se siente frustrado, está solo, enojado y si le pongo más fichas en igual sentido es probable que busque a otro para hacerle sentir lo mismo”. 
En este aspecto la referente de Libres de Bullying dijo que “siempre tengo que respetar -en cuanto a la intervención- al que está en lugar de víctima, qué puede soportar, no hay que traicionarlo, sino sostenerlo y tratar que sea él quien quiera que alguien haga algo”. En una institución no todos los actores están preparados para intervenir o tienen condiciones y herramientas para ello, por eso “los chicos tienen que saber a quién le deben pedir ayuda, hay que designar a las personas que pueden ofrecerla, que tienen la sensibilidad para ello y que en una escuela todos sepan quiénes son, además de establecer acuerdos con los padres respecto a dos o tres valores”.
 Un ejemplo de ello es que “aunque una intervención comience bien intencionada puede dejar al chico víctima afuera o doblemente victimizado, por eso en cada situación hay que analizar el mejor abordaje”. 
Condiciones de bullying 
La psicopedagoga explica que desde Libres de Bullying no acuerdan con la patologización de la infancia, pero establecen que hay condiciones necesarias para que alguien ejerza una relación de fuerza contra otro, como tener carisma para que lo sigan, poder tener una meta, monitorear lo que hacen los otros, anticipar propias conductas y lo que hacen los demás. 
Por eso “no hablo de bullying a nivel inicial. Esto es una conducta intencional, mal intencionada, en el nivel inicial son las mamás las que manejan la agenda social de los chicos, si se juntan entre ellas para culpar o generar algún mal comentario sobre un niño lo que inducen es al bullying”, destacó Zysman. 
El sufrimiento
 “A un chico se le ve en el cuerpo el sufrimiento, es un chico metido para adentro, humillado, diga lo que diga lo van a desmerecer, a cargar, se empieza a autoculpar por lo que sucede. Se empieza a convencer de que tiene que cambiar o que los demás tienen derecho para integrarlo o no, pero no importa… Haga lo que haga, no va a suceder”. 
“Sin dudas -continuó Zysman- es el chico el que pone el cuerpo, no es justo, pero no hay que dejarlo sufrir y hay que protegerlo para que se desenvuelva de otra manera. Es un vínculo de sometimiento y esto ocurre entre cercanos”. 
El mal uso de la tecnología 
Sobre el ciberbullying, Zysman explicó: “La tecnología empeoró la situación porque hay teléfonos que filman, sacan la foto de la humillación y entonces los amigos de los amigos, más la permanencia en el tiempo, más el mal entendido de la palabra escrita, la creatividad de las memes… Todo eso hace que la vergüenza se conozca, se comente. Entonces la humillación queda a la vista de todos y los más ingenuos pueden sufrir mucho”. 
Libres de Bullyng se enfoca en el sufrimiento del otro. “Hay que entender que lo que aparece como síntoma muestra que hay otras cosas que no funcionan, ver por qué se armó una situación tan desequilibrante y quien la sufre no confió en nadie para contar su padecer”, indicó la especialista. 
Y agregó: “Hay que ver qué es lo que está pasando, qué los aplastan y cuánto hay de identificación en el chico que es hostigado”. La licenciada afirmó que “hay forma de revincular, hay que sacarlo de esa situación, entender que no se tiene consecuencias para toda la vida o secuelas para toda la vida, eso sólo ocurre si nadie te ayuda. Pero si se interviene puede cambiar. Es necesario revisar qué enseñamos los adultos y por qué los niños entienden que el sometimiento es algo posible”, finalizó Zysman. 
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