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Respetar la tradición o hacer un acuerdo político, ésa es la cuestión

Las cartas están echadas, el Concejo Deliberante tendrá que elegir sus autoridades y las negociaciones ya están en marcha.

Durante la semana los concejales Horacio Espeluse de Cambiemos, Julio “Pity” Federico de 1 País y Martín Garrido de Unidad Ciudadana tuvieron algunas charlas informales respecto a las posibilidades de que alguna de esas fuerzas pueda “negociar” uno de los cargos en juego: el de la presidencia del legislativo y la secretaría del cuerpo.
Pero no fueron las únicas conversaciones, también Claudia Cittadino del Movimiento Vecinal conversó con el edil kirchnerista respecto al tema. 
La historia da cuenta del malestar que causó en 2005 la decisión de la oposición -representada por la UCR y por el FpV- que se asoció para dejar sin presidencia, ni vicepresidencia, ni secretaría al Movimiento Vecinal que había superado ampliamente en votos a sus adversarios políticos.
Tal acuerdo generó muchísimas quejas y opiniones desfavorables, tanto del arco político como de la ciudadanía en general, que se manifestó a través de carta de lectores, y de expresiones vertidas a LA VOZ DEL PUEBLO en un informe especial que se hiciera ante lo sucedido.
En las generales 2017 ganó por enorme mayoría Cambiemos, pero no tiene los votos necesarios para que la presidencia, vicepresidencias y secretaría sea ocupada por personas nominadas por este partido. El Movimiento Vecinal sufrió las consecuencias de no respetarse la palabra o la decisión popular, la actitud que tomen será la que juzgue la historia y la que muestre la verdadera cara de la política.
Oposición a la actitud 
Dos días antes de la votación que llevó a Raúl Alí a la presidencia del Concejo Deliberante y a Graciela Amestoy a la secretaría del mismo, Ricardo Ravella -quien ostentaba el cargo hasta el 12 de diciembre de 2005- manifestaba a este diario que “no veo inconvenientes en seguir presidiendo el Concejo” y además recordó que “la tradición es otorgar esta responsabilidad al partido ganador en las elecciones”.
Sin embargo, el lunes a la noche de ese 12 de diciembre un acuerdo entre la UCR y el FpV les dio los votos necesarios para desentenderse de la “tradición” y ajustarse a derecho, cumpliendo con la ley y designando para cubrir los roles de presidente y secretaria que se repartieron al igual que los restantes cargos entre ambos partidos. 
La tapa del diario del día siguiente titulaba: “Insólito: Raúl Alí es el presidente del Concejo”, y en su bajada informaba que “de tal manera no se respetó la práctica tradicional -por cierto lógica- de otorgar tal función al partido ganador de los comicios”.
En la crónica un párrafo resumía la situación: “Por tradición el partido político que gana ocupa la presidencia y el resto de los cargos se distribuyen de acuerdo a los votos obtenidos por cada uno. De vez en cuando por intereses que nada tienen que ver con lo dispuesto por la ciudadanía en las urnas, se rompe la tradición. El Concejo Deliberante no rompió ninguna regla, aunque paralelamente hay leyes no escritas tanto o más importantes como respetar la voluntad popular expresada en las urnas”. 
El propio director del diario Alberto Maciel escribía: “La democracia que no quiero” y destacaba que “la maniobra fue legal, pero reñida con la ética que desnuda una mezquindad importante y una voracidad que necesita saciarse de cualquier modo, aunque sea a espaldas de las decisiones populares”.
La actitud fue calificada en diferentes opiniones de la redacción y dirección del diario, como así también de la ciudadanía como “miope”, “llena de chicanas”, “con argumentos inconsistentes”, “caprichosa”, “de manoseo”, “de conciliábulos entre gallos y medianoche con estilo de aquelarre”, “bucanera”.
Otros títulos de opiniones fueron, “Pobre Tres Arroyos”, o “No se honró la palabra”, “Entre el diccionario y el Concejo Deliberante, analizando palabras como: prostituir, burlar, bufonada, bajeza, torpeza, jugarreta, hidalguía, contubernio”. En tanto, Mario Ceriani, un conocedor del paño, tituló su columna con “La manganeta”, en la que resumía el sentir popular.
Los acuerdos, como las leyes escritas y no escritas marcarán el rumbo, se podrá retrasar o avanzar, eso dependerá de los concejales de todos los bloques.
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