“Es difícil comenzar a escribir para alguien quien ya no esta mas con nosotros físicamente, pero como en todo en la vida, siempre hacerlo con el corazón y así pienso en explayarme”, comenzaba diciendo el joven Santiago Ferretti, en un escrito a manera de circunstancial despedida de su abuelo Tito, quien días pasados dejó esta vida terrenal para emprender, seguramente, los nuevos caminos que en otro tiempo y otro espacio habrá que comenzar a transitar.
Tito Giuliani fue -y del escrito se deprende que lo sigue siendo- ese abuelo, en parte amigo, ángel protector, maestro y por qué no, cómplice, a quien Santiago despide y recuerda, con profunda simpleza y sinceridad completa.
“Tuve el agrado de compartir 28 años de vida con vos siendo tu nieto, donde escribimos nuestra historia. Padrino desde el comienzo de mis días, gran compañero de mi vida como de la de mis hermanos; estando presente siempre en mis viajes a Bahía por una anemia que me aquejaba… en las vacaciones en Claromecó, en aquella soñada casa que construiste junto con el tío Lucio… presente en mi primera bicicleta, todas aquellas mañanas que te acompañaba en el local de Centauro que habían abierto en la calle Betolaza al 100… en el primer auto de madera con rulemanes, haciéndolo a tu gusto: asiento con respaldo y cajón para que guardáramos el martillo y así acomodar las ruedas cuando se aflojaban.
“Paseos en bicicleta, compartiendo los domingos de fútbol en Huracán primero, luego en Costa Sud y El Nacional, para que los domingos los culmináramos con esos almuerzos familiares en donde las pastas -tradición bien tana proveniente de la abuela María- se hacia presente, o con esos asados en tu gran fogón, que tantas historias albergaba. Aprender a manejar en el Polo, mis veranos en la fábrica tratando de entender algo del oficio, con la infaltable cebada de mates a las 10am”, apunta, entre otras vivencias compartidas, Santiago Ferretti, para explayarse sobre las “fiestas, cumpleaños, mis pedidos de pollos al disco, los sábados de amasar tallarines rellenos y prepararlos junto con el tuco casero, tus historias, tus cuentos y anécdotas que nunca nos cansábamos de escuchar y en tantas otras cosas mas que no me alcanzarían los renglones…
“Tantas cosas hemos compartido abue, que cuando empiezo a repasar me doy cuenta de que hemos vivido plenamente cada momento, que siempre dijimos e hicimos lo que queríamos hacer; comprendo que uno a veces tal vez es egoísta y desea de tener siempre a sus seres queridos… Pero hoy puedo decir que no nos quedó ningún asunto pendiente, que hemos vivido lo que teníamos que vivir y disfrutado cada momento, como teníamos que disfrutar.
Tuviste tu historia antes de que yo apareciera: hijo de Veneciana y Lucio, hermano de Chichina y Lucio, esposo de María, padre de Mónica y Marcela. Suegro de Gustavo y abuelo de 4 nietos que te amaron con locura, Juan Pedro, Santiago, Ignacio y Benjamín. “Quintero de chico, alumno de la Escuela 15 y del Colegio Industrial, carpintero en la vieja fabrica de Mancuso, desde donde con el paso del tiempo soñaste y tuviste la tuya, junto con tu hermano, “Centauro Amoblamientos”, en Estrada al 600, dejando una vara muy alta de calidad en lo que a muebles se refiere en Tres Arroyos (a opinión personal lo digo).
Tito Giuliani y su nieto, Santiago Ferretti
“Gran dirigente, socio y hombre participativo en clubes de Tres Arroyos como lo son Costa Sud (40 años de socio) y El Nacional (78 años de socio), dirigente de la Sociedad Italiana, del Club Amistad y Servicio Fortín Machado, gran cocinero, dicho por muchos y teniendo el placer de haberlo podido corroborar día a día… Persona capaz, honesta, responsable, seria por momentos, pero sólo por momentos… Atento, educado, ingenioso, exigente, generoso, creativo, alegre, sensato, soñador, sincero, inteligente, amable. Así entre tantos otros adjetivos, que podría decir de vos, así te recuerdo, así te voy a recordar abuelo… Fuiste una gran persona, fuiste muy generoso conmigo, enseñándome y aconsejándome, siempre con las palabras justas, ni más ni menos.
“Aprender como despedirse de alguien es aprender a vivir y así lo estoy haciendo. Claro, me despido de vos físicamente, pero en mi corazón vas a estar siempre, viejito. Marcaste mi vida como la de muchos, seguramente, pero la mía sobre todo y sé que desde arriba, junto a la mujer de tu vida, me están guiando y cuidando como siempre lo hicieron. Agradezco a la vida por haberte tenido de abuelo, porque me enseñaste sobre la vida, sobre los valores que en ella debemos tener, con el ejemplo; porque me enseñaste el amor por y para la familia como eje primordial.
“Hasta siempre Tito, pelado, Héctor, abuelo. Buen viaje viejito mío, siempre vas a estar en mi corazón. ¡Te amo!