Un despido que no resistiría análisis
Raúl Corral es el jefe del Laboratorio de Calidad Industrial de Granos de la Chacra de Barrow, el único en el país que analiza calidad en trigo candeal y que es referente en Sudamérica en trigo pan. El ingeniero nunca fue incorporado a la planta permanente del INTA y se quedaría sin trabajo con la reestructuración que impulsa el Gobierno. Además, sin el profesional no podría seguir funcionando la unidad que fuera creada en 1962
Por Juan Berretta
El ingeniero agrónomo y recientemente doctorado, Raúl Corral, está al frente del Laboratorio de Calidad Industrial de Granos de la Chacra Experimental Integrada Barrow desde septiembre de 2022, jefatura que ocupó luego de haber ingresado al sector seis meses antes para ser entrenado por la ingeniera Elena Molfese, que esperaba por su jubilación. Teniendo en cuenta que es nacido y criado en Tres Arroyos, la foto muestra una presente casi ideal desde lo profesional para Raúl. Trabaja en su ciudad y tiene el orgullo de estar a cargo de un Laboratorio que es modelo y referencia a nivel nacional y también de Sudamérica. Por caso, es el único del país que realiza análisis de calidad de trigo candeal.
Pero este ingeniero de 37 años hace meses que viene sumergido en la incertidumbre y la angustia de no saber si mañana o dentro de una semana o de un mes seguirá teniendo trabajo y formando parte de la experimental que con tanto orgullo integra.
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Raúl es personal PNP de la Chacra, es decir, Planta No Permanente, la categoría que será eliminada en caso de que no sufra modificaciones en sus formas la reestructuración que impulsa el Gobierno y que está a una firma de decreto de ponerse en práctica.
Vocación
Raúl supo desde que estaba en la secundaria que quería ser ingeniero agrónomo. Así es que una vez que finalizó el colegio en 2005 esperó un año a que comenzara se dictarse por primera vez en el CRESTA en 2007 el primer tramo de la carrera. Luego, tras los dos años de estudio en Tres Arroyos completó la cursada en la facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Mar del Plata que funciona en la Unidad Integrada del INTA Balcarce.
“Mi idea siempre fue volver a Tres Arroyos a ejercer como agrónomo y la Chacra de Barrow siempre fue una referencia para mí. Los que estudiamos en Balcarce, estudiamos dentro del INTA, y al ser una entidad de tanto prestigio, como lo es todavía hoy, uno lo tenía como una de las posibilidades de salida laboral”, cuenta.
Y apenas se recibió, Raúl ya empezó a tener relación con la Chacra. “Yo di la tesis en Balcarce el 27 de mayo de 2015 y el 29 de mayo tuve una entrevista en Barrow con el ingeniero Francisco Di Pane, Jefe del Grupo de Mejoramiento. Y quedé seleccionado entre varios, pero faltaba que le otorgaran a la Chacra la vacante de planta transitoria, que nunca se la dieron y no pude incorporarme en ese momento”, recuerda.
Dos años después, aquella experiencia le jugó a favor. “En 2017 me llamaron por una beca que daban el INTA y el CONICET, para investigar sobre la fijación biológica de nitrógeno. Era también del área de mejoramiento, y como ya tenían mi currículum, me eligieron. Y ahí empecé a trabajar en el laboratorio, porque el tema se investigaba en conjunto con el grupo de mejoramiento”, cuenta.
Así es que Raúl se mudó nuevamente a Tres Arroyos y empezó a desempeñarse de lleno como becario en Barrow realizando un doctorado sobre nitrógeno en la Universidad Nacional de La Plata. En la dinámica de trabajo se fue incorporando a las tareas del laboratorio hasta que, una vez finalizado el posgrado, fue contratado como personal transitorio para ser capacitado por la Ingeniera Molfese, a quien ya le había salido la fecha de jubilación.
Achique
Hace casi cuatro años Corral se transformó en el Jefe del Laboratorio, lo que nunca cambió fue su relación laboral con el INTA, porque pese a su probada capacidad no fue incorporado a la planta permanente. Esa es una consecuencia más de la misma película que se vive hoy: la falta de presupuesto hizo que no se cubrieran las vacantes que quedaron por jubilación y retiros.
El Laboratorio en el que se desempeñaban 8 personas, desde 2021 funciona con cuatro y una quinta que comparte sus tareas con el sector de Agrometeorología de la Chacra y que en enero se jubilará. Con el agregado de que Corral es el único profesional.
Su historia es una pintura perfecta de muestra que el ajuste y la reestructuración tal como está planteada no sirven y afectará el funcionamiento, en este caso de la Chacra. Y más aún, de una dependencia sensible y vital no solo para esta región sino para el resto del país. Es el propio ingeniero es el que cuenta cuál es el trabajo que hace el Laboratorio de Barrow, que además a partir de los servicios que presta genera recursos.
“Acá lo que hacemos es desarrollar variedades de trigo pan, trigo candeal y avena en conjunto con el grupo de mejoramiento. Y también es un laboratorio que presta servicios a empresas que desarrollan sus variedades. Generalmente en un programa de mejoramiento lo que se busca es evaluar el comportamiento agronómico sanitario, que se hace a campo, y el análisis de calidad se realiza en este laboratorio”, detalla Raúl.
“Tan importante es que en lo que respecta a trigo candeal es el único laboratorio del país que realiza este tipo de análisis”, agrega. “Y me parece importante destacar que las actividades que realizamos no solamente son públicas, sino también son demandas que vienen articulaciones público-privadas”, completa.
– ¿Cuántos técnicos trabajan en el laboratorio hoy?
– En el laboratorio ahora tenemos una persona que se está por jubilar, que es empleado de la cooperadora; una persona contratada del Ministerio de Desarrollo Agrario y dos analistas que son de INTA planta permanente. Y profesional a cargo estoy yo desde septiembre de 2022.
– ¿Anteriormente el Laboratorio ya sufrido una reducción de personal?
– Así es. El laboratorio contaba con ocho personas, en un momento hubo tres profesionales trabajando, porque incluso había un jefe de calidad también. La verdad es que hoy siendo cuatro personas estamos al límite, porque no solamente hacemos los análisis, sino que también damos prácticas profesionales.
El año pasado se dio en este laboratorio parte de un curso de posgrado específico de mejoramiento genético por calidad con la Universidad Nacional del Sur y el CERZOS – CONICET. Toda la parte práctica se desarrolló en este laboratorio. Y obviamente que todas esas actividades, en conjunto con las prácticas profesionalizantes que hacen alumnos de diferentes grados académicos, están en riego en caso de que el laboratorio se quede sin un responsable a cargo.
– ¿Hacen investigaciones también?
– Sí, hacemos investigaciones propias. Incluso el año pasado presentamos un trabajo en el Congreso Internacional de Alimentos. Realmente son muchas las actividades que tenemos: en 2024 hicimos más de 10.500 determinaciones en este laboratorio y somos los profesionales los que también estamos haciendo de analistas para poder llegar, con lo cual estamos realmente al límite de la capacidad de trabajo y sería una complicación que se reduzca al personal.
– ¿Y generan recursos?
– Exactamente. Tanto lo que es el convenio que tiene el INTA con una empresa privada para desarrollo de variedades de trigo pan, más todo lo que son servicios a criaderos privados, es decir, empresas que desarrollan sus propias variedades, generan ingresos para el laboratorio. Y es lo que nos permite también sostener lo que conlleva calibraciones de equipo, desarrollo de investigaciones propias, el costo de del mantenimiento.
También los molinos de la zona nos envían muestras de harina para definir si tienen que decidir algún tipo de aditivación puntual. Los servicios que se brindan son una gran fuente de ingreso para el laboratorio, hemos llegado a tener que pagar el gas, para que te des una idea de lo que significa la falta de presupuesto.
Y realmente un servicio fundamental a nivel nacional, por ejemplo en el caso de trigo pan sólo hay tres laboratorios en todo el país que lo brindan. Y como ya dije, en candeal somos el único. Con lo cual sería un problema para las empresas que están desarrollando esas variedades, porque no van a tener a dónde ir a analizar la calidad de esas variedades que están desarrollando dentro de su programa de mejoramiento.
– ¿Los han auditado desde que asumió el actual Gobierno como para evaluar si tienen personal de más?
– Sí, vinieron dos veces, y se sorprendieron con la cantidad de cosas que hacemos en el laboratorio con tan poco personal. Pero nunca tuvimos una devolución o un resultado de esas auditorías. No enviaron nada.
-¿Y cómo están de equipamiento?
– De equipamiento estamos bien. Para realizar el Alveograma, que es uno de los análisis más requeridos por la industria, un equipo de última generación. Y en el caso de trigo candeal, somos el único laboratorio del país que realiza el farinograma, que es muy importante para el análisis del índice de calidad que utilizan los mejoradores genéticos, como te digo, tanto público como privado.
Con lo cual, este laboratorio es una parte importante en lo que es la el de desarrollo de variedades que obviamente terminan luego en el productor y después en la mesa de cada argentino, y por supuesto en los barcos que se exportan.
– ¿Podría seguir funcionando como hasta ahora en caso de que vos no pudieras continuar?
– Sería realmente muy difícil. Porque enero se jubila la persona que está por la cooperadora y si a mí me desvinculan, quedarían dos personas de planta permanente que son analistas, es decir, no son profesionales, más la otra persona que está contratada. Pero al irme yo no habría quien firme los análisis. Y además la Chacra se quedaría sin la persona responsable del Registro Nacional de Precursores Químicos (RENPRE), porque yo soy el único que tiene firma. Eso es algo que no tiene que ver con el laboratorio, pero que se me anexó a mí en el momento en que se fue de Barrow la persona que tenía firma para ese registro.
– ¿Qué te genera estar pasando por esta situación y también ver el deterioro que puede tener la chacra en su funcionamiento?
– Es algo que no entiendo. Porque por un lado tenés una cuestión económica, lo explicó muy bien el Director Nacional de INTA (Ariel Pereda): cada investigador que se va vale 500.000 dólares. Porque no es solamente lo que le estás pagando, sino todo el costo que implica hacer un posgrado, pagar el curso, el material, los insumos para hacer la investigación. Son cinco o se años que uno está invirtiendo en esa persona.
Pero además, lo malo de esta situación para Barrow y para cualquier instituto de investigación es que saca la masa joven, se saca el semillero, el personal que capacitaste para tener futuro y reemplazar a los técnicos e investigadores que se van jubilando. Sacar la planta transitoria es como cortar justamente la nueva camada de investigadores, porque son todos los más jóvenes y los que recién finalizaron sus doctorados o está a punto de hacerlo.