“El difunto”, estrenada en Asunción, Paraguay con la dirección de Alberto Pereyra, ha obtenido críticas elogiosas, como la realizada por el licenciado en teatro Juan Núñez, catedrático del Instituto Superior de Bellas Artes (ISBA) y director teatral:
“Si bien el teatro del absurdo se erige como el género teatral más gustado del siglo pasado y probablemente de éste, es una novedad muy grata encontrar una obra del absurdo dentro de la nutrida cartelera teatral de Asunción.
“En Paraguay en este tiempo en el que la movida teatral es muy variada de puestas en escenas, aunque breves en temporadas, pero rica en espacios alternativos y novedosas propuestas escénicas, tener la posibilidad de asistir a una obra del absurdo, actualmente, es una posibilidad imperdible.
“La propuesta escénica que nos acerca Alberto Pereyra, ‘El Difunto’ desarrolla la poética del absurdo con una explosión de la sinrazón que carece del vehículo de la lógica (propio del Absurdo), y esto, aprovechado ingeniosamente por la dirección, cumple con la condición fundamental del teatro segun Bertolt Brecht, ‘el entretenimiento’.
“Al respecto Brecht sostiene: ‘El teatro no necesita otra justificación más que la de entretener, pero la necesita de manera absoluta’. Y es justamente allí donde la visión del director argentino, Alberto Pereyra nos atrapa de principio a fin, con una propuesta que mezcla lo grotesco y lo absurdo de manera impecable, convirtiendo la temática del absurdo la (in) comunicación en el elemento capital del entretenimiento de la puesta.
“Todo esto en una atmósfera minimalista, resuelta con tules y dos sillas, concepto absolutamente brechtiano de la escasez escenográfica. Además del tratamiento que le otorga al texto de Obaldia, irreverentemente genuino, haciendo uso de la ‘sorpresa’ como ingrediente clave para el entretenimiento, además de una exquisita selección musical brindan la atmósfera ideal para que… las excepcionales interpretaciones de las actrices Roxana Lescano y Mirta Villalba, desde sus apariciones simultáneas en escena hasta el final de la obra nos regalan una partitura actoral rica en ductilidad, desdoblamientos actorales, y rupturas escénicas. Haciendo un complemento actoral exquisito, entre la reprimida señora Grampa y la liberal señora Julia, cuyas historias convergen vertiginosamente en un lenguaje de incertidumbre en el amor compartido con el difunto Víctor. Quien a muerto luego de quedarse mudo y de haber cometido perversas travesuras.
“Todo esto envuelve al espectador en una gran dialéctica. La acción distanciadora transcurre en un espacio-tiempo onírico, el lugar de encuentro entre ésta Viuda y su amiga no importa, puede ser en cualquier lugar. A ese encuentro acude la comedia con una comodidad que nutre de fescura a la puesta, y un giro final inesperado en la historia hacen de esta propuesta una cátedra del absurdo”.