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Argentina lidera la producción de semillas forrajeras de calidad

En la última campaña, las exportaciones argentinas de semillas forrajeras para clima templado alcanzaron las 10 mil toneladas. Este dato, ubica al país entre los que poseen grandes perspectivas de crecimiento debido al desarrollo de tecnología y de materiales con alta pureza física y genética.

“La Argentina tiene mucho potencial para la producción de semilla forrajera”, destacó Andrea Tomas, investigadora del INTA Rafaela. “Gracias a la diversidad climática, la Argentina tiene la ventaja de producir contra estación, en comparación con el hemisferio norte”, dijo Tomas. 
Y afirmó: “Esta característica nos da la posibilidad no sólo de producir semillas de forrajeras templadas, sino que, además, nos permite avanzar en la generación de simientes de variedades subtropicales. Somos un país pionero en el desarrollo y fortalecimiento de esta cadena de valor”. 
Debido a que los campos con mayor potencial productivo están ocupados por la agricultura, la ganadería argentina se enfrenta al desafío de desarrollarse en suelos con menor calidad. “No podemos desconocer que la base de la producción bovina es el pasto; por lo que, para contar con una buena oferta forrajera es necesario tener una semilla de calidad”, explicó Tomas.
Y añadió: “Es importante tener este aspecto en cuenta porque, muchas veces, se ve a la producción de semillas como una actividad secundaria”. En la actualidad, la exportación de estas simientes ronda los 20 millones de dólares. 
“El raigrás anual es la especie forrajera que mayor volumen de exportación tuvo en los últimos cinco años”, señaló Rosa Jáuregui, especialista en mejoramiento genético de Gentos (empresa asociada a la CSBC), y continuó: “En segundo lugar se ubica el raigrás perenne e híbridos, el trébol blanco, cebadilla criolla, agropiro alargado, festuca alta y lotus”. 
En los últimos años, se expandió la producción de simientes: “Pasamos de ser un país que importaba semillas forrajeras a ser uno que exporta”, confirmó Jáuregui y puntualizó: “El 50 % de las exportaciones fueron a países de la Comunidad Europea, esto muestra que se trata de ventas con gran valor, debido a que este destino posee sistemas para la certificación de semillas”. 
Nuevas variedades 
Con un rol estratégico en el mejoramiento genético y posicionado como la institución pública con mayores obtenciones vegetales en el país, el INTA lidera el desarrollo de nuevas variedades con alta producción de forraje y excelente valor nutritivo. 
Según datos de la Coordinación Nacional de Vinculación Tecnológica, en 2016 se inscribieron diez cultivares de interés forrajero: Agropiro alargado Ranquel INTA, avenas Elizabet INTA, Julieta INTA, Juana INTA, Lucía INTA y Florencia INTA, cebada SILERA INTA, pasto makarikari Kapivera INTA, vicia Ascasubi INTA y buffel grass Orion INTA. Las variedades son inscriptas en el Registro Nacional de Cultivares y en el Registro Nacional de la Propiedad de Cultivares, del Instituto Nacional de Semillas (Inase), a nombre del INTA. 
Esto permite la comercialización de la variedad vegetal y su protección. El Derecho de obtentor sobre la nueva creación fitogenética permite establecer una articulación público-privada para licenciar la variedad. 
De esta manera, el socio estratégico es el responsable de la multiplicación, comercialización y permite la difusión de las nuevas variedades. “Resguardar la propiedad intelectual de un nuevo cultivar, le permite al INTA decidir con quién asociarse para que las obtenciones (financiados con fondos públicos) contribuyan al desarrollo productivo local”, expresó Juan Pablo Gentile, gerencia de Gestión de Convenios de Vinculación Tecnológica de esa coordinación nacional. 
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