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El drama de una madre y sus hijos tras la lluvia

Cecilia Tolosa tiene 32 años de edad y es madre de cinco niños a los cuales desde el año pasado cría en soledad después de haberse separado de su pareja, un trabajador municipal. Sólo dispone de la asignación universal para darles de comer, con la cual afirma que no llega a cubrir las necesidades alimenticias de sus hijos en el mes. 

Desde Desarrollo Social, le dijeron que le harían perder la tenencia de los hijos si continuaba viviendo en tan malas condiciones. 

Una vez sola recién se vio en la apremiante circunstancia de necesitar ayuda social de parte del Estado, la cual llegó como consecuencia de la trascendencia que tomó su situación en las redes sociales, y en los medios de comunicación, especialmente en Bahía Blanca. 
Contó a LA VOZ DEL PUEBLO que fue así como conoció al secretario de Desarrollo Social, Juan Francisco Aramberri, quien la convocó a la sede que el área municipal tiene en la Plaza Torre Tanque para decirle que le harían perder la tenencia de los hijos si continuaba viviendo en tan malas condiciones. 
“Me citaron por los nenes”, contó Cecilia quien se quebró al recordar el momento. Y agregó que le dijeron que alquile y se fuera de la humilde pieza de chapa en la que vive en calle Claromecó 1250, detrás de la cancha de Argentino Junior.
Recordó que el funcionario -que no fue a ver en qué condiciones vive junto a los niños- le dijo que no la podía ayudar porque el terreno no era suyo. “Me lo dijo de mala manera y me amenazó con quitarme los nenes porque yo los tenía ahí. Pero no me dio ni una solución, a mi no me gusta tenerlos así”, indicó la mujer. 
Señaló que cuando levantó el ranchito una amiga suya “sin mala intención” pidió por las redes sociales que la ayudaran. “Cuando me metí ahí no tenía nada, ni cama. La gente empezó a compartir la foto en el facebook y se enteró Aramberri, hasta hubo quilombo con Bahía Blanca y es donde me amenazó con que me iba a sacar a los chicos. Te vamos a tener que sacar a los nenes si no conseguís un lugar porque ahí no pueden estar, recordó que le dijo el funcionario y primer candidato a concejal del Movimiento Vecinal para las elecciones legislativas del 22 de octubre.

El interior de la casilla, inundada por las lluvias

Sin respuestas 
Reconoció que ayer recurrió al diario después de haber ido una vez más a Desarrollo Social, donde nuevamente no tuvo ninguna respuesta a sus pedidos para que la ayuden a “levantar una piecita de material”, o que le consigan un “colchón, una cobija o una cama”, considerando que arrastra ese tipo de necesidades que se potenciaron con las recientes lluvias. 
El pequeño y desamparado espacio sólo cubierto por chapas que habitan en esa barriada ya sufrió los embates del clima y le ha arruinado las pocas pertenencias al necesitado grupo familiar. Cecilia duerme en una cama con los más pequeños, mientras que el resto de sus hijos ocupan otra de una plaza. 
Sin ningún tipo de comodidad pasan allí las horas del día que no están en la escuela, a la cual asisten sus hijos de 5, 7 y de 10 años desde las 8 y hasta las 16. El día para ellos se acorta porque -sin recursos de ningún tipo- no queda otra que irse a dormir bien temprano, sólo un par de horas después que regresan del colegio. 
Con toda la pena encima la joven madre confesó que su hija le pidió por favor ir a la escuela (Nº 7) durante los días de lluvia porque al menos allí estarían calentitos y secos junto a sus hermanos. Además podrían estar en un ambiente espacioso y no encerrados como en el pequeño rancho, que además no tiene baño, y donde llevan viviendo aproximadamente un año. Las necesidades sanitarias las satisfacen en la casa de una vecina, o sencillamente en una lata que luego se descarta en el terreno.
Es por eso que a consecuencia de la desesperación de no tener un espacio donde estar con sus hijos acudió a su padre quien le hizo lugar en la casa donde ya albergan a siete personas. 
En síntesis, la tristeza de Cecilia por estar a la deriva con sus hijos, no encuentra consuelo. Los niños se entusiasman con poder quedarse -aunque hacinados- en la casa del abuelo, mientras ella lleva de tiro una amenaza que en sus espaldas pesa más que sus propias necesidades.  

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