“Obra de Dios”, la taquillera comedia de David Javerbaum, dirigida por Gustavo Zajac en versión argentina y con Humberto Tortonese en una aggiornada versión del Creador, bien custodiado por dos arcángeles: Roberto Peloni, como Miguel, y Agustín Corsi, como Gabriel, se puede ver en el Maipo.
Javerbaum, autor estadounidense de la pieza, escribe con éxito desde hace tiempo, atesora más de 12 premios Emmy y un día decidió abrir una cuenta en la red social twitter, @thetweetOfGod, y la hizo su trinchera virtual para posteos jocosos atribuibles a la divinidad, con éxito en el Cielo y en la Tierra.
De este impulso surgió “Obra de Dios”, que es una adaptación que el escritor realizó sobre una serie de twits que narran cómo el Todopoderoso baja a la Tierra y elige un teatro (en este caso el Maipo), donde revela a su pueblo elegido los “Nuevos Diez Mandamientos”, ya que considera “pasados de moda” a los anteriores.
Para realizar su cometido sin intermediarios, Dios necesita encarnar, motivo por el cual elige a Tortonese, a quien considera el más apropiado por sus cualidades como comunicador, y se apropia de su cuerpo durante los 90 minutos de función.
Un planteo narrativo casi ideal para un funcionamiento solidario con el carisma del protagonista de turno, así Jim Parsons, el soberbio Sheldon Cooper de la serie “The Big Bang Theory” fue el encargado de estrenarla en mayo de 2015 y el sutil Sean Hayes, protagonista de otra ficción televisiva, “Will and Grace” lo sucedió en el trono divino de Broadway en marzo de este año.
La versión local, estrenada anoche a sala llena, se apoya en el probado carisma de Tortonese y en su tormentosa verborragia, casi su marca registrada, dentro de una dinámica narrativa similar a la de sus monólogos o presentaciones en radio.
El espectáculo, en determinados momentos, parece remontarse al esquema del café concert, y en otros pasajes, donde cierta ansiedad que sobrevoló la función inaugural cedió, permitió que asomaran notas de una código de complicidad sin desbordes, con reminiscencias de algunas presentaciones de la escena under porteña en décadas pasadas.
La adaptación del original, realizada por Elio Marchi, abunda en chistes sobre lugares comunes del imaginario porteño, relacionados con la farándula, el hartazgo frente a la clase política, la inseguridad en el Conurbano bonaerense, más una desgraciada mención a cierta violencia posible en el vínculo entre Susana Giménez y Carlos Monzón.
El oficio de Peloni, un arcángel Miguel desopilante en el manejo de sus “alitas”, surge cada vez que encuentra una oportunidad, listo para divertir a la platea, en algunas ocasiones lo consigue desde el color que le otorga a las palabras, y en muchas otras, a partir de su gestualidad precisa, donde la mirada marca la cancha en su interacción con el público, secundado por la eficacia de Corsi, el arcángel Gabriel.
El universo gay, los celebrados insultos, ciertas confesiones divinas sobre el origen del mundo, chismes acerca de Adán y Eva, revelaciones en materia de Sodoma y Gomorra y las tan mentadas preguntas sobre el paso del tiempo, conforman el equipaje divino de un espectáculo que parece relajado frente a aquella frase de “Dios ha muerto”.
La puesta quizás necesite ir asentando su dinámica, más allá de una adrenalínica noche de estreno, durante la que por momentos pareció extraviar su ritmo entre las nubes del escenario.
Los diseños de escenografía e iluminación pertenecen a Gonzalo Córdova, el vestuario es de Renata Schussheim, mientras que los videos son realización de Sebastián Pessaq.
“Obra de Dios” se puede ver en el Maipo, Esmeralda 449, de jueves a domingos, a las 21.