En el inicio del año en que deberá revalidar su consistencia política, el oficialismo bonaerense combinó cierta ansiedad y confusión a la hora de formular anuncios de peso con las primeras señales firmes sobre aspectos centrales de su estrategia territorial. Todo eso mientras, de reojo, mira los movimientos que comienza a haber en el peronismo en torno a una incógnita central: ¿Cuántas serán las ofertas electorales de ese cuño?
Los 25 mil millones de pesos suplementarios con que Mauricio Macri le facilitó a María Eugenia Vidal el tránsito de su primer año en el poder fueron el centro de una polémica descentrada: la oposición lo leyó como un uso inaceptable del Tesoro Nacional para mejorar las chances de Cambiemos en el principal distrito electoral del país, cuando en realidad se trata de blanquear fondos que se aplicaron durante todo 2016.
Esa “ayuda” no es distinta a la que recibía Daniel Scioli (en 2015 pagó tres veces sueldos con fondos nacionales) y a la que volverá a llegar para financiar el rojo de este año. En cierto modo, eso demuestra que Vidal (al igual que muchos otros) lleva buena parte de razón cuando contesta a sus pares que Macri le mandó “lo justo” a una provincia que cedió un porcentaje de financiamiento nacional que la hace casi inviable.
Pero si eso es cierto -y el caso bonaerense no tiene mucho que ver con la mejora de financiamiento de la Ciudad Autónoma, que Macri dispuso en 2015- no lo es menos que el manejo político que hizo Cambiemos de la cuestión es al menos curioso. Es que fue el propio gobierno nacional el que con torpeza adelantó la información de modo impreciso a dos diarios, en un intento de esterilizar una filtración que atribuyen a Alfonso Prat Gay.
A contraluz, el episodio tal vez contenga una semilla de verdad: es en cierto grado factible que sea Macri, en respuesta a una iniciativa de la Corte, el que devuelva fondos a la provincia de Buenos Aires que equilibren lo que perdió por el tope al Fondo del Conurbano. Esa variante se conversó, meses atrás, en una charla reservada entre un integrante del máximo tribunal y un ministro de Vidal. En esa oportunidad quedó claro que eso no ocurrirá en un año electoral.
A tierra
Menos estridente, otra movida que terminó mal devela la ansiedad que recorre al oficialismo: alguien dio por hecho en forma demasiado anticipada el pase a Cambiemos de Walter Torchio, el intendente de Carlos Casares electo por el Frente para la Victoria. Ese alcalde se lleva bien con Vidal, pero no se pasó “y lo más seguro es que no se pase, más si nosotros comunicamos cosas que no son”, se agarraban la cabeza en el entorno de Vidal.
Ese fallido ocurrió justo después de una reunión donde un dirigente que sí se pasó, el ministro de Gobierno, Joaquín De La Torre, le bajó a los intendentes la primera línea política para el año electoral. “Tienen que apurar las obras, porque no puede ser que algunos hayan certificado ‘cero’ trabajo hasta ahora, y salir a decir en público que las hacen gracias a Vidal y a Macri”, les dijo, más o menos, el ministro.
La orden demuestra una cosa: la gobernadora es el principal activo electoral del oficialismo en el arranque del año. Dicho de otro modo, como sostiene Jaime Durán Barba en reuniones privadas de Cambiemos, en Provincia es más importante Vidal que el candidato, porque ella le transferirá su capital político si la campaña es apropiada. No está dicho que vaya a ser esa la estrategia, pero el punto de partida es ese.
Cerca de la gobernadora, igual, consideran vital que aparezcan noticias positivas para comunicar, sobre todo en materia económica. Con una decena de aumentos de precios en rubros que van desde los servicios hasta los combustibles en el horizonte cercano (a los que habrá que sumar el de los peajes de las rutas a la costa, que al parecer viene salado), es probable que no les falte razón.
La otra cuestión que desvela en Gobernación es la estructura de la oferta peronista. Y ahí, si sigue claro que por ahora no hay chances de que Sergio Massa juegue al interior de PJ formal, también comienza a tomar cuerpo la posibilidad de una unificación del resto del peronismo, casi al mismo ritmo en que los rumores dan por descartada la idea, que alguna vez circuló, de Florencio Randazzo encabezando una lista por fuera.
No se trata de una lista única, sino de la chance de una interna que contenga a todos, una opción que hace seis meses era impensable y ahora ya no lo es tanto. Los que trabajan para que eso ocurra citan el congreso del PJ de La Matanza, pero sobre todo mencionan un comunicado conjunto de los bloques peronistas de Diputados, que rechazó un veto de Vidal, y tal vez adelante movidas en la Legislatura.
Cerca de Vidal están casi resignados a eso: el juego de tres opciones, Cambiemos, el Frente Renovador y la oferta que surja, unificada, de la interna del PJ. En ese escenario, una lista apadrinada por Mario Ishii y Alejandro Granados, que se lleve al peronismo que no pueda encasillarse en las otras dos, cobraría relevancia aunque difícilmente equilibraría el impacto que la unificación supone para el oficialismo. (DIB).