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Se cumplen 21 años de la muerte de Tato Bores

Personaje insustituible en el universo del espectáculo. Creador de un estilo en el humor político y social que registró una página de oro en nuestros escenarios. Hoy, precisamente, se cumplen 21 años de la muerte de Tato Bores (Mauricio Borensztein), intérprete que supo captar y exponer, como pocos, nuestra identidad.

Las pilchas de Tato, insuperables. Frac, peluca con pelos parados como una suerte de ingobernable remolino y habano siempre presente. El origen de ese vestuario, cuenta la leyenda, se debió a la sugerencia de su libretista César Bruto en los años 60, por los constantes movimientos de funcionarios gubernamentales, ya que si Tato vestía de esmoquin podía, a decir del humor de Bruto, ser convocado para alguno de esos ministerios. Lo concreto es que Tato, con sus monólogos, de la misma manera que Enrique Pinti, se convirtió en una especie de alter ego de la conciencia de la sociedad argentina.

Arrancó con este rol a finales de la década del cincuenta. Trabajó, en primera instancia, con Dringue Farías y asumió responsabilidad de “solista” en Canal 7, luego en el 9 y posteriormente en Canal 11.

En ese entonces, con su ciclo “Tato, siempre en domingo”, estaba acompañado por el emblemático Fidel Pintos, Raúl Ricutti (un grandote con bigotes que siempre le alcanzaba un plato de tallarines) y Manuel Peralta Ramos, quién lo interrumpía en sus monólogos para recitar poesías inentendibles.

A todo esto, Tato participaba, con su clásico personaje, en varios espectáculos revisteriles, constituyéndose en una atracción consagratoria.

Aunque serían en los años 80 y 90 (Good Show por Telefé) donde plasmó su ciclo y su personaje en el mayor nivel de creatividad. En este sentido, hay que destacar las actuaciones de particular valía que puso, entre otros, un fundamental Roberto Carnaghi, plasmando varios personajes, sobre todo aquel inolvidable “corrupto” que fue todo un signo del acontecer de un país ayer, hoy y mañana. También, el inolvidable Jorge Sassi, con su creación de Pechito Argentino, emblema, también, de actitudes e idiosincrasia de nuestra sociedad, y un muy creativo y punzante Hugo Arana.

Cabe destacar un episodio que, en 1992, generó un masivo y particular impacto público. A la jueza Servini de Cubría, a través de una infidencia, le llegó a los oídos la realización de un sketch que Tato iba a ironizar en su programa, en relación con un multa que la Corte Suprema de Justicia le estaba haciendo pagar (se trataba, en suma, de algo simbólico). La magistrada presentó un recurso y Tato fue censurado por la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial. Esto generó una inmediata respuesta de actores, escritores, músicos, periodistas, que grabaron en el estudio junto a Tato y, en tono de coro, entonaron “La jueza Baru Budu Budia es lo más grande que hay”. Tiempo después, un fallo de la Corte revocó la prohibición y se autorizó la exhibición.

Al poco tiempo de fallecer Alberto Olmedo, se le realizó un homenaje en el recordado cine teatro Alfil. Junto a un grupo de grandes intérpretes de esos años, entre ellos Javier Portales, Tato le relató a este cronista la profundidad humana e interpretativa que el Negro había expuesto en toda su trayectoria. “Tengo muy bellos recuerdos de mi trabajo con él en la tevé y en el cine (“Amante para dos”). Se trató de un gran tipo y un actor de primer nivel”, nos contó y, sobre el escenario, esa noche se emocionó en lágrimas al pronunciar un breve discurso como pocas veces lo habíamos visto.

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