En vacaciones, se sabe, el contexto para navegar sobre los mares de la literatura es el ideal. Y Claromecó, gracias a sus bondades naturales, es el lugar más apropiado para disfrutar de un buen libro. No resulta extraño emprender una caminata por la playa y ver a turistas o residentes de la localidad que están sentados en su reposera -o acostados en la arena- mientras hojean páginas enteras de una novela.
Se trata de un hábito que no discrimina edades ni géneros. Tanto adultos como jóvenes incursionan en la práctica de la lectura para introducirse en un mundo que, a veces, tiene matices de la vida real. Hay quienes llegan a Claromecó con su propio material bibliográfico. Otros, en cambio, asisten a la Biblioteca Popular Bernardo Houssay, una entidad que en la actualidad cuenta con, aproximadamente seis mil ejemplares a disposición de todo tipo de público.
“En enero, llegaron a haber momentos en los que había cuatro personas esperando para que los atendiera”, señaló Paula Avila, bibliotecaria de la Bernardo Houssay, quien de esa forma puso de relieve la intensidad de movimiento de apasionados por la lectura que visitó -y visita- la entidad.
Entre sus apreciaciones, sostuvo que “hay muchísima gente que aprovecha el verano para leer, ya que, a lo mejor, durante el año no lo puede hacer. Viene público de todas las edades”.
“Los adolescentes leen mucho. Cuando viajamos a Buenos Aires, a la última Feria del Libro, compramos muchos libros que nos habían recomendado en el verano anterior”, expresó Avila.
En la última edición de dicho acontecimiento cultural, la entidad, en el marco del Programa Libro %, la Biblioteca Houssay, al igual que otras adheridas a la Conabip, adquiere ejemplares con un 50% de descuento de su valor real. Y es el momento en el que la entidad claromequense realiza una masiva compra de material para engrosar y renovar la oferta. “El mercado editorial es increíble y nunca se puede estar al día con las novedades”, manifestó.
Avila, en tanto, mencionó que la actividad en enero fue muy intensa e, incluso, “mejor de lo esperado”. En febrero, en contrapartida, el movimiento presentó una lógica merma.
“Se leyó mucho a Elena Ferrante, una escritora nueva que tiene una zaga de cuatro libros. Es una novela que cuenta la historia de dos amigas que se conocen desde la infancia y que gustó muchísimo”, remarcó.
A su vez, dejó en claro que el género “suspenso” también tuvo a sus fieles seguidores, mientras que el “romance histórico” sumó numerosas adhesiones. “La gente, lo que busca en verano, son lecturas para disfrutar y pasar un momento placentero. No quiere leer, por ejemplo, novelas pesadas”, subrayó.
“Va fluyendo”
Paula Avila fue una de las impulsoras de “Bibliotecas al paso”, una idea que recientemente se puso en práctica en Claromecó y con buenos resultados, según manifestó.
“Bibliotecas al paso” es una novedosa iniciativa. En distintos puntos de la localidad hay emplazada una biblioteca con forma de casa pequeña y con libros en su interior. Entonces, quien pretenda retirar un ejemplar debe, a cambio, dejar otro. Y así, la idea se va retroalimentando.
En una primera etapa, se colocaron en cuatro puntos diferentes. Una en Posta del Faro; otra en inmediaciones de la bajada accesible de Claromín; la tercera, en Las Pérgolas; y la cuarta, en Barlovento.
“Marcó un hito”, dijo Avila entre risas. “La que más fluidez tiene es la que está en la bajada accesible de Claromín. Ahí es donde hubo más intercambio. Pero, en general, están todas bien”, agregó.
“Se ve que la gente ha dejado libros muy interesantes con títulos atractivos e interesantes. Es una idea que va fluyendo”, culminó.