El hallazgo de un bote de madera cuya procedencia y antigüedad tiene distintas versiones (ver http://www.lavozdelpueblo.com.ar/nota-49480-singular-hallazgo-en-claromeco-), sumó un segundo capítulo y en este caso fueron protagonistas cuatro chicos que pasaban una jornada de pesca en el arroyo Claromecó, donde se encontraron con la embarcación en la cuarta cascada y aquí se agrega más incógnita al caso como así también otro origen de su aparición.
Homero, Tomás, Pedro y Bernardo, primos ellos, fueron los protagonistas de un episodio propio de chicos, cuando en inmediaciones de la cuarta cascada del arroyo Claromecó y mientras pescaban, vieron en el agua el bote que luego apareciera en cercanías del puente peatonal, semienterrado.
Un testimonio de la veracidad que se trata del mismo elemento, es que la soga atada a la proa la habían puesto ellos, en su afán de sacar el bote del arroyo, algo que les resultó infructuoso pese a los esfuerzos realizados.
Dos de ellos llegaron a la redacción entre temerosos y dubitativos a contar su experiencia, conocedores del hallazgo del bote el pasado martes 28, el mismo que habían intentado rescatar del agua diez días atrás.
Pero apenas empezaron a hablar les brillaron los ojos, sabedores a su corta edad de que estaban formando parte de un hecho que en las redes sociales había tenido una repercusión como pocas.
Narrando cada paso con la pasión del pibe bueno que cuenta una inocente travesura, describieron que en primer lugar lograron destrabarlo y sacarle el agua, para lo cual con ayuda de una botella que había allí colocada debajo de la embarcación y una rama larga usada a tipo de palanca llegaron, con mucho esfuerzo, al primer objetivo.
El segundo era subir el bote a tierra, pero las barrancas del lugar hicieron estériles todos los esfuerzos, hasta el de utilizar una bicicleta a la que amarraron con sogas la embarcación y todos aportaban sus fuerzas empujando hacia arriba.
Tras los infructuosos intentos de los chicos, el bote quedó estancado en la cascada, y con un empujoncito zafó y empezó su recorrido aguas abajo. Allí decidieron salir detrás del mismo, y lo encontraron encallado en la tercera cascada, pero ya la intervención de los padres los hizo desistir de la intención de sacarlo de allí.
Entonces se derrumbó la ilusión de los chicos de tener su bote. “Nos imaginábamos pintándolo”, confesaron, “lo queríamos para pescar”, acotaron.
Y también contaron que el comentario familiar fue que sus abuelos habían utilizado botes similares para cruzar el arroyo Claromecó cuando no había puente, y que en ese caso se alquilaban en inmediaciones de la gruta, donde luego estuviera el puente vehicular de madera y hoy está el peatonal.
Esto coincide con la mayoría de las manifestaciones en cuanto a que botes de madera similares al encontrado se alquilaban en ese lugar hace cuatro o cinco décadas, cuyo fabricante y propietario era Eber Crespo y el puesto de atención estaba a cargo del legendario “Búho” Correa.