El 9 de noviembre pasado, los indios se enteraron por cadena nacional de que los billetes de 500 y 1000 rupias dejarían de tener valor al día siguiente; es decir, el 86% del circulante no serviría más como medio de pago.
“Estos billetes mañana sólo serán un trozo de papel”, dijo el primer ministro indio, Narendra Modi. Así de sorpresivo fue el anuncio, que tiene como objetivo combatir la corrupción y el dinero en negro. Los papeles retirados del mercado eran los dos de mayor denominación: 7,6 y 15,2 dólares, pero próximamente entrará en circulación un nuevo billete de 2000 rupias (30,5 dólares), iniciativa que contradice el propósito de la medida, ya que es más fácil guardar el dinero no declarado en billetes grandes.
La resolución sembró pánico en la población, que tenía 72 horas para utilizar esos billetes y tiempo hasta el 30 diciembre para canjearlos en los bancos, donde llegaron a formarse colas multitudinarias. Pasado ese tiempo, los papeles de 500 y 1000 rupias eran simplemente papeles, en un país donde el 78% de las transacciones se realiza en efectivo.
A pesar de todas las complicaciones que tuvo que pasar la población, el partido de Modi arrasó con las elecciones legislativas del pasado fin de semana, donde los medios locales directamente anunciaban la votación como un referéndum sobre la desmonetización. Los oficialistas ganaron 312 de los 403 escaños disponibles, lo que además significará una probable futura reelección del primer ministro en 2019
“Nunca un partido político había obtenido tal cantidad de votos. A pesar de lo que los economistas pensábamos, de que la medida tiene un efecto negativo en la actividad económica, especialmente en los sectores bajos, políticamente parece que la decisión de desmonetización fue muy beneficiosa para el gobierno; no creo que haya sido toda la causa de la victoria, pero tuvo una responsabilidad importante. Los resultados mostraron que, políticamente, la norma fue muy inteligente”, dice Kunal Sen, profesor de la Universidad de Manchester.
Sin bien la quita de circulación de la gran parte del efectivo afectó a todos los niveles de ingresos, fueron los sectores bajos los que trabajan en la informalidad y los que más utilizan dinero en efectivo, los que resultaron más vulnerables a la medida, ya que tienen acceso a menos alternativas de pago. Paradójicamente fueron los sectores de menos ingresos los principales votantes de Modi.
“Lo que ocurrió en las elecciones es que aquellos que más fueron afectados económicamente vieron esta medida como un sacrificio que tenían que hacer por el bien mayor del país. Sintieron que la medida iba a afectar más a los ricos que a los pobres; que la norma no los iba a ayudar a ellos, pero iba a perjudicar más a los ricos”, explica Sen.
Las medidas anticorrupción resultaron ser muy populares para Modi. Para los indios, la creencia de que Modi está combatiendo agresivamente el dinero negro es mucho más importante que las dificultades menores que puedan sufrir.
Pero la decisión de desmonetizar la economía, ¿realmente funciona? “Depende de cuáles sean los objetivos. Si se trataba sólo de atacar la economía informal no está claro, porque la mayor parte del dinero se depositó y está nuevamente dentro del sistema. Si se pretendía ampliar el alcance de la vigilancia del gobierno sobre las transacciones, entonces sí, porque al depositar, el gobierno tiene una buena percepción de las posesiones de cada ciudadano. Si se pretendía eliminar el dinero sucio y restringir el financiamiento del terrorismo, también, ya que todas los billetes fueron reemplazados”, dice Shailesh Kumar, de Eurasia Group.
“Pero más que por los objetivos anunciados, la desmonetización puede verse como una reforma cultural destinada a cambiar los hábitos de la India. La medida instaló en la sociedad el miedo a quebrantar la ley e hizo que todos se preguntaran, quizá sólo temporalmente, qué más puede hacer el gobierno para erradicar la corrupción”, agrega.
A pesar de que todavía no hay datos que demuestren cómo la medida impactó en el PBI, la quita de billetes afectó al mercado de propiedades, donde la mayoría de las transacciones se hace en efectivo y a través de dinero no declarado. Los sectores altos encuentran nuevas dificultades para comprar y vender inmuebles, y resguardan sus activos en el oro, el otro modo de ahorro preferido para los fondos ilícitos. Sin embargo se cree que Modi buscará reformar estos dos mercados.
“La campaña contra la corrupción se va a manifestar en restricciones adicionales a las transacciones en efectivo (hoy fijadas en US$ 4500), lo que probablemente reducirá la demanda de bienes de alto valor, como el oro. Esto forzará a los consumidores a depender cada vez más de los pagos digitales y reducir aún más el margen de evasión fiscal, actualmente desenfrenada”, dice Kumar.
Para los analistas, combatir el dinero negro, que se usa incluso para el financiamiento de campañas, será un proceso largo y arduo, pero un punto de partida es cambiar la forma en que se hacen las cosas y que los ciudadanos, por miedo a la ley, tengan que pensar dos veces si quieren evadir.