Recibí un correo de Carlos Alberto Suárez, un colega que ha indagado sobre las historias de esta región. En él me enviaba la copia de un proyecto de ley presentado por el diputado nacional de la Unión Cívica Radical Ricardo Rudi (1897-1976), para la creación de una colonia infantil de vacaciones en Claromecó en el año 1949. Lo acompañaban los diputados Frondizi, Balbín, Monjardín, Gabriel del Mazo, entre otros.
Entre sus fundamentos se destacaba que “Claromecó, en el sur atlántico de la provincia de Buenos Aires tiene playas magníficas y ofrece las mismas favorables particularidades climáticas y geográficas que las de Necochea… Una de las singularidades de estas playas son las de sus arenas con un alto porcentaje de elementos ferruginosos que tonifican sus aires y resultan por lo tanto de alto valor para la salud de los niños” y continúan los considerandos.
Ese mismo año, el intendente de Tres Arroyos Alberto Borton y el secretario Nicolás Ciancaglini elevan a la Cámara de Diputados una nota de apoyo al citado proyecto.
El profesor Suárez se interroga: “¿La actual Colonia Infantil de Claromecó tiene o tuvo que ver con estas propuestas?”.
El punto de partida
Lo que antecede fue el leit motiv que me llevó a hurgar sobre los inicios de esa Colonia. Ardua tarea, pocos documentos y algunas voces.
Gracias a la colaboración de Hugo Cortés y “Mincho” Massigoge, activos miembros del Museo Aníbal Paz, pude llegar al principio de la existencia de esta institución.
En principio parece ser que su instalación no fue la concreción del citado proyecto de Ricado Rudi, puesto que tuvo su punto de partida en el año 1959.
Eran épocas de la intendencia de Pedro Félix Larsen. En la campaña electoral se había propuesto la creación de una Colonia, y pasado el tiempo algunos vecinos reprochaban esa ausencia.
El 22 de febrero de 1959 la Colonia tuvo su inauguración simbólica en la Escuela N° 11, que cedió sus instalaciones para que los chicos realizaran sus veraneos. Y “allí fue el primer contingente de niños anotados por la oficina de Asistencia Social de la Municipalidad” (Diario La Voz del Pueblo, archivo Biblioteca Sarmiento). Los chicos partieron hacia Claromecó desde la casa scout, en Lucio V. López 457.
En el equipo de gobierno de Larsen que gobernó Tres Arroyos desde 1958 hasta 1961, había sido elegido presidente del Consejo Escolar el doctor Eduardo Cansado (padre). Fue el impulsor de la creación del local definitivo de la Colonia.
Dejó el siguiente testimonio escrito que se guarda en el Museo Aníbal Paz: “En el verano, cuando terminaba el ciclo lectivo, pensé, ¿qué pasaba con estos chicos…? . Comían lo que podían… y fue así que pensé en la Colonia de Vacaciones. Fui a la Municipalidad, pedí el catastro de Claromecó y encontré el terreno donde hoy es la Colonia”.
“Para hacer la Colonia… averigüé cómo poder hacerla con donaciones de fabricantes de una casa importante, la fábrica de Polhuys. Fui a hablar con el intendente, a proponerle recibir un porcentaje de las rifas… él me dijo llevar las casillas de madera… y yo dije, no, se filtra todo… con esas maderas de las casillas, luego se hicieron dos escuelas rurales…”.
“Yo tomaba café con el señor Polhuys y le pedí un bosquejo de lo que salía en material prefabricado, como se llamaba en ese entonces… y sólo me pidió ser garante del intendente. Había que armar con la mayor capacidad para los chicos. Y pedimos contribución de caños para hacer las camas cucheta, yo tomaba café con Carlos Rossi, que estaba en la calle Saavedra 88, enfrente de la Escuela 3, que tenía metalúrgica, y él me hizo las camas cucheta con caños. Para hacer los colchones… le pedía a amigos de campo, que me donaran 10, 15, 20 kilogramos de lana y la mandamos a lavar y cardar, compramos los materiales para hacerlos, las almohadas, las frazadas y las sábanas”.
“Así se fue formando la Colonia de Vacaciones de Claromecó que comenzó a funcionar en el año 1959”.
“Al estar terminada, ya con la ayuda de mi señora y mis hijos que tendieron las camas… y como coincidía que era el Día de Reyes, se les puso debajo de la almohada, una bolsita de juguetes…”.
“En la actualidad… hace unos años… entré a visitarla con mucha emoción y vi que está muy arreglada, techado el patio y muchos adelantos por el bien de los chicos”.
El lugar definitivo
Al fin llegó la inauguración del edificio propio en la calle 11, donde había muchos terrenos baldíos y no estaba todavía la Delegación Municipal. Un paisaje bastante desolador. Sólo los siempreverdes cortaban la monotonía del paisaje.
Llegó nuevamente el intendente Larsen, como lo había hecho en la inauguración simbólica, y como siempre la banda Tomás Santa Coloma acompañó el acto con su música. Algunos de los muchachos que la integraban se quedaron casi un mes para ayudar en los trabajos de la habilitación definitiva. El edificio fue construido con placas prefabricadas de cemento y los techos de fibrocemento, al decir de L. Giuliani. Así se levantaron los pabellones para niñas y niños, la cocina, el comedor con columnas. Años después se construyó el gimnasio. No se hicieron las dos piletas de natación del proyecto de Rudi, tal vez desconocido, o tal vez leído y quizás guardado inconscientemente en los planes del municipio, vaya a saber.
Lo cierto es que el maestro Medina Zambelli y sus músicos dieron un marco emocionante a ese instante.
El bautismo
En sesión del Concejo Deliberante del 9 de mayo de 1975, con la firma de su presidente Segundo Manuel Valle se sanciona la Ordenanza N° 520/1975. Dice: “Impónese el nombre de Intendente Pedro Félix Larsen a la Colonia Municipal de Vacaciones del Balneario Claromecó”.
En el artículo 2° se indica que “se hará confeccionar y colocar en la misma una placa alusiva…”.
Crecimiento y actividad
Todos los años niñas y niños participan de los contingentes que van a pasar sus vacaciones marítimas. En los últimos períodos se agregaron grupos de la tercera edad en cronogramas diferentes.
Tras ellos se mueve una cantidad de personas que trabaja para que todo salga bien: maestros, profesores de Educación Física, asistentes sociales, ecónomos, etc.
La organización va tomando formas variadas en el transcurso del tiempo, de acuerdo a reordenamientos municipales o a las personas que son designadas para su conducción y trabajo.
Nicolás Sabatini integró por algunos años de la década de los 60, en calidad de director, la comisión administradora dependiente de la Municipalidad. Los fondos que se obtenían eran destinados, por ejemplo, a “comprarle la ropita a los chicos: un pantaloncito azul, una camisa blanca y el gorrito blanco”. Se compraban en casa Aduriz. Los grupos se renovaban cada 15 días en los meses de enero y febrero. Las maestras contratadas se turnaban para acompañar las salas de las nenas y las salas para varones por las noches. Eran seleccionadas por su formación pedagógica.
Sabatini destaca la presencia de don Emiliano García y su constante colaboración en la comisión.
También contrataron una ecónoma, de apellido Girón, que atendía la parte de alimentación. Ella propuso, para reforzar la dieta de los chicos, el germen de trigo en la sopa.
Los pequeños veraneantes “tenían tareas recreativas -recuerda Sabatini-. Todos los sábados o cada tres o cuatro días llegaba Francisco Muda a pasar películas de cowboys y de diversión. Era todo un acontecimiento para los chicos”.
“Organicé la salvaguarda en la playa. Tenían que tener un bañero o alguien que se hiciera responsable… Lo citamos a Mulder, para quedarse tranquilos que había un responsable que sabía dónde tenían que bañarse…”.
A partir de allí la Colonia no dejó de perfeccionar, hasta la actualidad, sus servicios para brindarse plenamente al placer de los chicos que no tienen posibilidades económicas para conocer sitios turísticos. Muchos de ellos no conocían o no conocen el mar.
Habría que citar muchos nombres de personas que dieron su tiempo para que la Colonia permanezca. Sería injusto nombrar algunos en detrimento de otros. Ellos también aprendieron de esa infancia, de sus carencias, de su pobreza.
Algunos de los docentes actuantes de antaño a veces se cruzan con algún adulto que los reconoce, y que les dice -“Usted fue mi maestro, en la Colonia”. Vuelven entonces, sus pensamientos a esos veranos de chicos, de ilusiones, de corridas hacia el mar, de continua atención para que nada les suceda, de brindar sus sonrisas y sus desvelos.
Hoy la Colonia sigue en pie, como siempre. Es historia reciente, no es el objetivo de este artículo. Se la conoce, se ven los grupos con sus profesores jugando en la playa y otras instituciones la han vivido por dentro, pues es cedida para encuentros organizados por ellas, proveyendo así los fondos económicos necesarios.
El proyecto de Rudi no se cumplió aquí pero a lo mejor, es una suposición, pudo haber motivado la inquietud de los gobiernos de turno.