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El valor de la palabra

El pasado mes de diciembre tuve la posibilidad de asistir como disertante al VII Congreso Marplatense de Psicología. Dependientes de la Universidad de Mar del Plata, se realizan este tipo de jornadas internacionales, y en esta última oportunidad, bajo un nuevo paradigma de espacio institucional abierto, con un enfoque social basado en la integración del sujeto, fundado en el resguardo y restitución de sus derechos. En otras palabras, desde un modelo tutelar a un modelo basado en derechos.

Mi trabajo, referido a la importancia que tiene la palabra, básicamente giró en torno de los adultos mayores, que si bien podríamos perfectamente hacer extensivo a todas las etapas vitales, lo he desarrollado con este enfoque en virtud de mi desempeño profesional en talleres dentro del programa de adultos mayores (PEMTA), del Centro Regional de Estudios Superiores de Tres Arroyos (CRESTA).

Esta actividad, me ha permitido compartir momentos únicos y de aprendizaje personal. En estos talleres, la palabra asume una importancia primordial, central, y basado en ella, nos abre el camino para generar espacios de reflexión.

El envejecimiento se va instalando en nuestras vidas casi de manera imperceptible dejando huellas que en algún momento comenzamos a reconocer. Podríamos decir que “envejecemos desde el mismo momento de nuestro nacimiento”.

La vejez, como cualquier otra de las etapas vitales que transitamos, puede estar cargada de prejuicios, estereotipos, discriminaciones y de “mala prensa”. Una buena parte de la población, tiene una marcada conducta negativa, ya sea conciente o inconcientemente hacía las personas viejas. Los prejuicios son adquiridos durante nuestra infancia y suelen ser el resultado de identificaciones primitivas con las conductas de personas pertenecientes a nuestro entorno familiar, muy significativas para nosotros.

No forma parte de un pensamiento racional, sino limitado a una respuesta emocional ante un determinado estímulo.

Uno de los prejuicios más comunes es pensar que todos los viejos son enfermos o sufren alguna discapacidad? pero? ¿Qué sucede con su subjetividad? ¿Cómo transcurre sus días con los cambios que han tenido que afrontar?

La constitución de la subjetividad implica para el sujeto poseer herramientas que le permiten reorganizar sus representaciones acerca de sí mismo, de los otros y de su lugar en la sociedad. El inconveniente se presenta  cuando los vínculos no se pueden formar, cuando no existen esos lugares donde la palabra puede surgir dando lugar a agrupar y convocar a los sujetos formando ese lazo social que podría llegar a sostener las significaciones y sentidos subjetivos producidos en la vida cultural.

En esta etapa vital, donde diferentes preguntas e inquietudes se presentan, donde existe la posibilidad de cuestionarse y buscar las respuestas necesarias a través del conocimiento individual y de los otros, resulta significativo reconocer el proceso de envejecimiento y a la vez poder enfrentar las diferentes dimensiones de un tiempo más acotado, un cuerpo que declina y funciones orgánicas y de índole social que cambian.

Algunas de esas inquietudes tienen que ver con temas relacionados con la sexualidad, con la posibilidad de tener proyectos, las relaciones con sus familiares y amigos, la calidad de vida, los mandatos y prejuicios propios y ajenos, el poder visualizar y reconocer sus cambios emocionales haciendo uso de la inteligencia emocional.

Una de las principales tareas de las personas mayores es la de comprender y aceptar su propia vida y utilizar su gran experiencia para asimilar los cambios personales o las pérdidas que deben afrontar. Deben ir adaptándose a la disminución de la fortaleza y salud física, a la jubilación y a idea de su propia muerte.

A medida que tratan con estos temas, sus motivaciones pueden variar. Una vejez plena de sentido es aquella en la que predomina una actitud contemplativa y reflexiva, reconciliándose con sus logros y fracasos, y con sus defectos. Se debe lograr la aceptación de uno mismo y aprender a disfrutar de los (numerosos) placeres que esta etapa brinda.

La posibilidad de escuchar y ser escuchados, en  un marco de respeto donde todas las opiniones son válidas, de poder comunicar sus historias de vida e intercambiar opiniones sobre los distintos aspectos de las mismas, pondrá en juego su subjetividad  y valores propios de cada individuo.

Una de las problemáticas que se presentan no solo para los adultos mayores, sino en la sociedad en general, es la falta de comunicación o una comunicación deficitaria. No encuentran el espacio adecuado o las personas indicadas para poder conversar sobre sus vidas, los problemas que los aquejan, sus alegrías, recuerdos, sus inquietudes…

En los adultos particularmente, referido a este periodo que les toca transcurrir; etapa donde no solo el cuerpo va cambiando sino sus proyectos son diferentes, y se producen ciertos reacomodamientos sobre su manera de pensar y actuar.

“Habla. Dialoga. Participa. Nada hay más despreciable que el observador acomodado y cobarde. Tu valor al expresar opiniones te ayudará a crecer en cualquier dificultad”. (Paulo Coelho, novelista y dramaturgo brasileño).

(*) M.P.: 40256

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En Facebook. Licenciada Claudia Eugenia Torres

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