En el gobierno bonaerense olfatean que está próximo de escribirse el último capítulo del extenso conflicto salarial con los docentes. La decisión de los gremios de no prolongar los paros es la primera señal. Ahora la Provincia deberá afinar el lápiz para mejorar la oferta del 19 por ciento de aumento en tres cuotas que rechazaron de plano los sindicatos.
Si bien hay funcionarios tentados de tildar de victoria política el hecho de que el Frente Gremial Docente desistiera de profundizar las protestas, la cautela impera en la administración de María Eugenia Vidal. En primer lugar, el acuerdo todavía no está. Y en segundo término, si bien las medidas de fuerza que fueron perdiendo empuje oficiaron como elemento para disuadir a los dirigentes de seguir en la pelea cuerpo a cuerpo, existen cuestiones que podrían llegar a tensar la cuerda una vez más.
En la Provincia aseguran que dos de los planteos de los gremios no serán atendidos. Vidal no dará marcha atrás con los descuentos de los días de paro, una decisión que contribuyó a mermar la adhesión a las protestas. Anticipan además, que el gobierno de Mauricio Macri no llamará a paritaria nacional como vienen reclamando los sindicalistas. Esas eran dos de las condiciones que ponían los sindicatos para bajar los decibeles de la confrontación.
La salida pasaría entonces por elevar la oferta del 19 por ciento. La Provincia ya deberá pagar de hecho esa cifra a los estatales con los que cerró en el 18 por ciento ajustado por la evolución del costo de vida: por el primer trimestre del año acordó con estos gremios un 4,5 por ciento y la inflación terminará rondando el 5,8 por ciento.
Hay quienes hablan de una propuesta reformulada cercana al 21 por ciento, aunque por estas horas los funcionarios definen su alcances. Un ofrecimiento de esas características no se saldría del esquema oficial tendiente a generar expectativas que disparen la inflación. De hecho, la mayoría de las proyecciones privadas ya la ubican entre el 21 y el 22 por ciento.
La pregunta es si una propuesta de esas características será suficiente para que los gremios firmen el acuerdo cuando hasta hace algunas semanas no querían ni discutir un ofrecimiento inferior al 25 por ciento.
Vidal, por lo pronto, mandó a bajar el tenor de la pulseada con los gremios. En una suerte de repliegue táctico, ordenó mandar al freezer un proyecto impulsado por diputados del oficialismo que declaraba a la educación “servicio esencial” y que apuntaba a que los maestros garantizaran una guardia mínima para el dictado de clases durante los paros. La misma suerte corrió otra reforma legislativa por demás urticante que tiene que ver con reducir algunas de las licencias de las que gozan los docentes.
El oficialismo empieza a sentir, como los gremios, la necesidad de ir cerrando el conflicto salarial. El calendario electoral lo empuja a despejar el horizonte. El sábado la gobernadora y numerosos funcionarios se desplegaron por comunas del Conurbano gobernadas por la oposición donde Cambiemos pisa terreno resbaladizo, en busca de hablar con los vecinos y explicar la gestión. Mantener abierta la puja por los sueldos con los docentes no parece entrar en la lógica de que el gobierno de Vidal también sea plebiscitado en los comicios de renovación parlamentaria.
De todas formas, en el Ejecutivo creen que la marcha del 1º de abril en respaldo a Cambiemos otorga plafón para ir por otras discusiones. Al menos un ala del equipo de gobierno parece convencida de que hay viento a favor para avanzar con algunas reformas educativas que tienen que ver con el presentismo y calidad del sistema que son rechazadas por los sindicatos. Pero será, en todo caso, para más adelante y una vez que la disputa salarial esté saldada.
Aquella expresión pública de respaldo robusteció la idea oficial de confrontar con el kirchnerismo. Esa pelea dialéctica busca el macrismo trasladarla al terreno electoral donde, cree, contribuirá a sortear el examen de este año.
El PJ vive en su propia discusión. Florencio Randazzo sigue midiendo los tiempos de su hipotético anuncio de que competirá en las Primarias, empujado por intendentes, legisladores y gremialistas que lo quieren ver en la cancha como una alternativa al cristinismo y con cierto halo de renovación.
Como su hipotética contrafigura emerge Daniel Scioli. El ex gobernador se muestra casi como candidato en reuniones con intendentes y distintos sectores sociales. Pero la gran duda sigue siendo la actitud que adoptará Cristina Kirchner. Por estas horas se multiplican las versiones en el sentido de que acaso decida dejar pasar este turno electoral y no ser candidata en la Provincia. ¿Será Scioli quien encarne la propuesta del peronismo más cercana a la ex presidenta y enfrente en una posible interna a Randazzo? Hay quienes aconsejan no descartar a la intendenta de La Matanza, Verónica Magario, también cercana a los K y a varios alcaldes del Grupo Fénix.
Saltando la guadaña
Sergio Massa busca por su lado saltar el guadañazo de la polarización. Un escenario hegemónico de toma y daca entre el peronismo y el Gobierno podría condenarlo a transformarse en un actor de reparto en este turno legislativo.
El tigrense empieza a exhibir signos de inquietud por esa posibilidad de confrontación mano a mano que fogonean tanto el PRO como el peronismo. Reunió a su tropa bonaerense y la instruyó para que procuren salir de esa encerrona. “Cambiemos y el kirchnerismo son lo mismo. Unos defraudaron la expectativa de la gente y a los otros es muy difícil creerles”, señaló con tono de mensaje ante legisladores y dirigentes territoriales.
Massa volverá a machacar con dos cuestiones que ocupan lugares centrales en la inquietud colectiva: la inseguridad y la economía. Al menos hasta que se inicie formalmente la campaña, su discurso pivoteará sobre el auge del delito y el dinero que no alcanza.
En busca de insuflar ánimo a su tropa, el líder del Frente Renovador convocó a unos cinco consultores con la idea de salir al cruce de la idea de que su sector atraviesa complicaciones para instalar la “gran avenida del medio” como imán para captar peronistas, radicales y votantes de Cambiemos desencantados tanto con Macri como con el kirchnerismo.
“En la Provincia, Cristina tiene un piso del 25% y la aceptación de las medidas del gobierno no pasa del 30%”, dicen que se escuchó en el cónclave massista. “Hay mucho espacio para crecer”, se entusiasman en el Frente Renovador como para salir al cruce de que esa ancha avenida esté perdiendo carriles centrales.
– Artículo publicado en la edición de este domingo del diario El Día de La Plata