La ciudad ha perdido a otro de sus hijos muy queridos, de ésos que a lo largo de su extensa -o a veces breve- trayectoria personal y profesional supieron dejar su impronta en la vida de la comunidad.
Mariano Liébana emprendió el pasado martes, el destino de los que de tanto en cuanto, son llamados a incursionar en nuevos caminos, en otros tiempos y otro lugar.
Tenía 64 años. Hacedor de una existencia que le permitió gozar del cariño y el respeto de propios y extraños, este bioquímico de muchos años de actuación desde la Clínica Hispano Argentina, hasta su retiro de la actividad, alrededor de una década atrás, fue también un hombre de mente predispuesta a insertarse activamente y participar en el movimiento político y cultural de la ciudad. La Casona, por citar un ejemplo, supo de su presencia y actitud comprometida con el pensamiento de quienes siempre van un poco más allá, preocupados y ocupados en lograr que a cada paso se pueda tornar algo más justa nuestra sociedad.
Tresarroyense nacido en el seno de una tradicional familia, fundadora y propietaria del emblemático almacén El Nacional, que aún luce orgullosamente su fachada en la esquina de 9 de Julio y 25 de Mayo, Mariano Liébana también forjó la suya, junto a María Beatriz Iriarte y en esa nueva aventura la vida les regaló a sus hijos Irene Alejandra, Pedro Mariano, Rocío, Salvador y Clara.
Lector empedernido, protagonizó, por otra parte, la refundación del rugby en Tres Arroyos, al cierre de los años 70, junto a Gastón Pagniez, Luis Zorrilla y Raúl Alvarado, entre otros, desde Costa Sud. Una existencia con estilo propio, con convicciones firmes marcaron la trayectoria de su accionar.
Sus restos serán trasladados al cementerio parque Las Acacias, de Necochea, para su cremación.