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Para Manes, es clave “el capital humano”

El neurólogo y neurocientífico Facundo Manes, rector de la Universidad Favaloro y presidente de la Fundación INECO para la investigación en neurociencias, fue el orador invitado en la cena de ADEPA, que cerró las deliberaciones de su 163ª junta de directores. Allí, ante directivos y representantes de los medios gráficos y digitales de todo el país, Manes disertó sobre el “valor del conocimiento” y propuso que los argentinos se unan para demandar una apuesta integral por la educación y la formación ciudadana. “En 1983 la sociedad presionó por la democracia y hoy la democracia es un valor. Yo espero un 1983 del conocimiento”, señaló.

Manes explicó que para lograr poner en valor al conocimiento en la sociedad argentina hay que apuntalar en primer lugar a la educación, al poder transformador que tiene en cada persona y en las comunidades. “Con sociedades más educadas se fortalece la democracia”, dijo.

El especialista en neurociencias (autor de varios libros, entre ellos “El cerebro argentino”, junto a Mateo Niro) enumeró los beneficios individuales y colectivos que aportan la educación y el conocimiento. Entre los primeros, destacó: mejores ingresos económicos, mayores posibilidades de empleo y estabilidad laboral, menor pobreza, mejor salud y mayor esperanza de vida, menos embarazo adolescente, menos crimen, y más satisfacción con la vida; y entre los segundos, mayor capital social (confianza y tolerancia), preferencia por redistribución, fortalecimiento de las instituciones democráticas, mayor crecimiento económico, menor desigualdad y más movilidad social.

“Pero todos esos beneficios -enfatizó- sólo se dan si los alumnos aprenden durante su paso por la escuela. El gran reto de nuestro país es garantizar aprendizajes básicos para todos”. Y luego, parafraseando a Ortega y Gasset, dijo “argentinos, al conocimiento”.

Para el especialista, la riqueza de una nación no está conformada por los recursos naturales o financieros, sino por el “capital humano”, que “no es ni más ni menos que el valor de aquello que una comunidad tiene en la cabeza”.

 

No es un eslogan

En su disertación, Manes señaló que hoy los países más desarrollados y aquellos que aspiran a serlo apuestan a consolidar sociedades del conocimiento. “Además de infraestructura, instituciones sólidas y transparentes, salud pública de calidad, la gran meta es la educación de calidad para todos, y esto no se trata de un eslogan. El lugar donde nacimos, la economía familiar o el azar no puede transformarse en la Argentina en una fatalidad. Para que el objetivo anterior se cumpla es indispensable además la protección prioritaria de los cerebros”.

Otro de los conceptos claves que expuso Manes en la cena de ADEPA fue la importancia de que la ciencia y la técnica atraviesen los estamentos sociales e institucionales, y afecten a las políticas de Estado, de las empresas y del tercer sector, siempre en función de la construcción de la sociedad del conocimiento.

Y destacó la importancia de las ciencias básicas. “Como sociedad tenemos que apoyar las ciencias básicas y apostar a estudiar temas que no necesariamente tendrán una aplicación inmediata”, consideró.

 

Tolerancia

Manes teorizó sobre las trabas al desarrollo argentino, utilizando un concepto clave de las neurociencias, los sesgos mentales. Según su visión, estos “atajos moldeados socialmente que nos permiten resolver de manera simple y sin demasiado esfuerzo cognitivo problemas en la vida cotidiana” actúan a nivel colectivo acentuando las diferencias de posiciones y la ausencia de capacidad de diálogo entre los ciudadanos. “No se puede desarrollar una sociedad con esta lógica de pelea continua. Quizás esto puede servir a algunos como estrategia electoral pero estemos seguros de que no nos va a permitir que nos desarrollemos. No se puede pensar el futuro de un país a partir de la división, de la pelea”, señaló.

Y agregó: “Debemos comprender que en el otro, aún en nuestro adversario, existen semillas de verdad”.

Y en ese lugar ubicó Manes al rol crucial de los medios periodísticos. “Nos permiten ver distintas miradas de la realidad” y ejercitar la tolerancia y la empatía con quienes piensan diferente.

En su mensaje a los editores argentinos, Manes retomó en varias oportunidades la importancia de distribuir y explotar el conocimiento, que según su visión “se ha transformado en una ventaja competitiva y ha mejorado la calidad de vida”. Si los gobiernos quieren sacar una ventaja de estos avances, deben ser flexibles y reaccionar rápidamente para cambiar sus políticas y prioridades”, dijo.

Y en el cierre fue aún más enfático; propugnó una “verdadera revolución del conocimiento”.

En este sentido, sostuvo que “hay que abandonar la inercia de los pensamientos automáticos y permitirnos pensar cómo lograr el desarrollo necesario, igualitario, sostenible. Proponernos una verdadera revolución del conocimiento que nos ponga en el camino de alcanzar una sociedad desarrollada e igualitaria. Proponernos una Argentina en la que los maestros y profesores sean jerarquizados, que estén bien pagos y que estén altamente capacitados, exigidos y acompañados por toda la sociedad. Que sea el rol más importante que pueda haber en nuestra Nación. Proponernos una Argentina en la que la viveza criolla se ponga en cuestión y que a partir de nuevas conductas dejemos de tolerar la corrupción y la desigualdad social. Proponernos una Argentina en la que la pluralidad de ideas y la tolerancia de los que piensan distinto sean una costumbre incuestionable de todos nosotros; que a nadie se le ocurra que el que piensa de otra manera es un enemigo. Proponernos una Argentina en que las instituciones sean más importantes y duraderas que los liderazgos políticos”.

En el cierre, afirmó que “esta nueva Argentina no se hace sola. Se hace con decisiones y empuje de sus líderes políticos, empresariales, gremiales, sociales, científicos, periodistas, pero fundamentalmente con la convicción y el compromiso de toda la sociedad”.

Paralelismo

En la presentación que hizo el presidente de ADEPA, Daniel Dessein, trazó un paralelismo entre el neurólogo y René Favaloro, el hombre que impulsó la universidad que lleva su nombre y que hoy dirige Manes. “Los dos son productos de la educación pública, los dos tuvieron una destacada trayectoria internacional y ambos decidieron volver a su país, donde hicieron un valioso aporte. Favaloro creó una técnica revolucionaria para reparar corazones dañados; Manes es un extraordinario guía para cerebros desorientados como los argentinos. No sólo nos enseñó cómo funciona el cerebro en general sino que buscó en nuestros propios cerebros algunas claves para explicar ese misterio que es la Argentina”, afirmó Dessein.

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