A fines de febrero, la ingeniera agrónoma Ana Jensen se acercó a la Cooperativa Rural Alfa buscando apoyo económico para poder implementar un proyecto de huertas escolares en instituciones de Tres Arroyos. Y la idea brotó enseguida: “A mi me encantó la iniciativa y luego de pulir algunos detalles, ya se puso en marcha”, cuenta Juan Ouwerkerk, presidente de la entidad que hoy está cumpliendo 79 años de trayectoria.
“Aspiramos a colaborar con la comunidad. Y poniendo este granito de arena queremos mostrar que el cooperativismo es una forma distinta de hacer negocios y que tiene una conciencia social diferente a la de una empresa privada”, explica Ouwerkerk sobre el proyecto que comenzó a implementarse en las escuelas 4, 18 y 21, que fueron elegidas por tener disponible el espacio para armar la huerta.
“El propósito del proyecto es incentivar a que se cultiven huertas con fin educativo en las escuelas primarias públicas de Tres Arroyos. Lo que se propone es un concurso de huertas escolares, con premios que motiven al grupo de alumnos y su docente. Usando la huerta como herramienta se pueden trabajar muchos contenidos y muchos valores”, comenta Ana Jensen, la mentora de la iniciativa y que durante muchos años participó del proyecto “Manos que Cultivan”, de la Fundación Bemberg y siempre quiso implementar algo parecido en las escuelas.
Beneficios
Ana entiende que la idea tiene varios aspectos positivos que surgen a partir de lo que implica la realización de una huerta para autoconsumo, cuestiones que en chicos en edad escolar se potencian. “Además de brindar una producción económica y variada de verduras, este tipo de cosecha es especial por tratarse de productos libres de agroquímicos, que se cultivan de manera orgánica y conocida por cada quintero-consumidor. Y también es una instancia de satisfacción y valoración personal, al momento de recolectar y compartir lo producido”, asegura.
“Si estos beneficios son practicados con niños en una huerta escolar, se puede aprovechar su entusiasmo y curiosidad, y la modalidad de enseñar y aprender haciendo. Ellos, además, pueden ser replicadores de la huerta en sus familias, siendo una oportunidad para promover el mayor consumo de verduras y hortalizas, por el hecho de obtenerlas gratuitamente y porque el cultivarlas ellos mismos puede ayudar a la curiosidad de probarlas”, agrega.
A ese combo hay que agregarle los beneficios tácitos que la experiencia puede aportarles a los alumnos y en los que hace especial hincapié la ingeniera: “Es una oportunidad de mostrar y apreciar valores como la dignidad del trabajo, la responsabilidad, la valoración y el cuidado del medio ambiente, el cooperativismo, la generosidad al compartir la cosecha, entre otros aspectos”.
Aportes varios
La cooperativa aportará a lo largo del ciclo los recursos para llevar adelante las huertas (tierra, mangueras para riego, tablones, entre otros) y se hará cargo de los premios que recibirán las tres escuelas participantes. Porque en octubre se llevará a cabo un concurso para elegir la mejor huerta. “Esto en realidad es una excusa para incentivarlos a que hagan la plantación. Las tres instituciones tendrán su premio por haber participado y por haber trabajado”, cuenta Ouwerkerk. “Se apunta a que los chicos aprendan que para comer algo rico hay que trabajar, que vean todo el proceso, que no es algo que cae del cielo. Y también que sientan la satisfacción que causa comer algo que vos mismo produjiste”, agrega el presidente de la Alfa.
La Chacra Experimental Integrada Barrow colabora también en el proyecto, porque a través del programa Pro Huerta, entregará las semillas que serán cultivadas por los chicos. Además, la ingeniera Sandra Vassolo, referente del Pro Huerta a nivel región, será la jurado que luego de una recorrida allá por octubre definirá que escuela hizo mejor las cosas y designará a la ganadora del concurso.
También la Escuela Técnica tiene participación, ya que algunas de las herramientas que se utilizarán en el trabajo de la tierra fueron hechas en el taller de metalurgia que cursan los alumnos de segundo año.
A casa
Por una cuestión estacional y del ciclo lectivo, las huertas que harán los alumnos son de otoño / invierno. “Las especies que van a sembrar son lechuga, espinaca, rabanito, habas, arvejas, perejil, repollo y zanahoria. La cosecha se la llevarán a sus casas para compartirlo con las familias”, cuenta Ana. “También les entregaremos un plantín de alguna especie de primavera / verano para que lo sigan en sus casas. El objetivo más ambicioso del proyecto sería que cada chico cuando lo necesitara o quisiera pudiera replicar la huerta en su casa”, completa la ingeniera que trabajara con los chicos dos horas por semana, dando una clase teórico-práctica.
Los integrantes de la cooperativa acompañarán todo el proceso y como parte también del proyecto se realizará un blog en el que se cargarán fotos y los avances que irán teniendo las huertas. “Es la manera de hacer la difusión pública de lo que iremos realizando para que todos los que aportaron algo puedan ver la evolución”, explica Ouwerkerk.
El proyecto ya está en marcha y la cooperativa y Ana entienden que si esta primera experiencia funciona lo bien que ellos esperan, el año que viene serán más las escuelas invitadas a participar. A poner manos a la huerta entonces…