El Instituto Browniano concretò el recordatorio por el 240º aniversario del natalicio del almirante Guillermo Brown en el monumento emplazado en Caseros y Ameghino. El acto contó con la presencia de referentes de la filial local browniana.
Irlandés de origen, nacido en Foxford y llegado al país poco antes de la Revolución de Mayo, no pasaría mucho tiempo para que Brown sea convocado para comandar la escuadra que bajo su dirección podría fin en mayo de 1814 al poderío naval español en el Río de la Plata.
Las aguas del Pacífico fueron testigos de su temeridad y arrojo en la campaña de Corso iniciada en 1815, acciones que repetiría en el Río de la Plata en ocasión de la Guerra con el Imperio del Brasil en 1826.
Honrado y aclamado por el pueblo de Buenos Aires manifestaría: “Compatriotas, vuestra estimación es el más dulce premio a que podría yo aspirar. Mi vida es vuestra, y rendirla por la gloria del país, es mi primer deber”.
Quedaría un ultimo servicio en el Conflicto entre la Confederacion Argentina y la Banda Oriental en 1838. Luego de una vida de lucha y entrega a su patria adoptiva, con la modestia de siempre, regresó a su quinta de Barracas en la que honró la herencia de sus antepasados y el amor a los suyos. Como los viejos romanos, tras las fatigas de las duras contiendas bélicas, reemplazó el timón de las naves, por las rejas del arado. Falleció el 3 de marzo de 1857.
El deber
En palabras de Mitre: “Su existencia es la consagración a la religión sublime del deber, la fidelidad a la vieja bandera de su patria adoptiva, el culto del honor militar y la práctica de las virtudes públicas y privadas, que realzan la magnitud de sus hazañas y la altura moral del héroe republicano”.