Atrajo mi atención la huelga de los gastronómicos y sus sesenta y cinco días de duración, en 1952. Una más, de otras movilizaciones realizadas en Tres Arroyos, por otros gremios, en consonancia con el nivel nacional. Ya no quedan protagonistas de ese suceso.
El paro produjo cierto cambio en los hábitos de muchos vecinos, en especial aquellos que solían acudir a las confiterías más concurridas de ese momento o algún restaurante y a los viajeros, muchos viajantes y visitantes ocasionales en búsqueda de hospedaje.
Existía una oferta gastronómica suficiente en la región por esos años. En 1952, Tres Arroyos tenía una población de 52.876 habitantes, ocupando el 18° lugar entre los 112 partidos de la provincia de Buenos Aires, entre ellos Bahía Blanca con 131.762, por tanto existía demanda suficiente para esas expansiones y también necesidades.
En 1958, el diario La Hora informaba que “en Tres Arroyos hay 65 bares, 25 restaurantes; en Orense: 3 restaurantes, 3 hoteles, 2 confiterías y 14 bares. En Cascallares, 7 bares, 2 restaurantes y 1 hotel; en Copetonas 7 bares, 1 hotel y 2 restaurantes; en Claromecó 2 restaurantes, 7 bares. En San Francisco de Bellocq, 5 bares, un restaurante y 2 hoteles. En Lin Calel.1 bar. En Reta: dos hoteles, un restaurante y 1 bar; en Claudio Molina: 1 bar”. lo que muestra una oferta suficiente, para la región, por esos años.
A partir del 28 de mayo de 1952 las casas de comidas, hoteles, confiterías, dejaron de prestar sus servicios. Sólo abrían aquellos negocios que eran atendidos por sus propietarios, quienes prudentemente no hacían ingresar a sus clientes por las puertas centrales sino por las laterales, si las tenían, para evitar posibles problemas.
Fueron meses de mucha tensión entre la patronal “Asociación de hoteles, restaurantes, confiterías y afines” y la “Unión Obrera Gastronómica de mozos, cocineros y anexos”. Los comunicados, los reclamos, las acusaciones, las solicitadas, iban y venían de ambos lados en una comunidad que asistía en esos momentos al gran velorio nacional a partir del 26 de julio, día de la muerte de Evita, consistente, al igual que en todo el país, en capillas ardientes, y “los empleados llevar luto, en forma obligatoria, en solapas o en corbatas” (La Voz del Pueblo).
Los huelguistas exponían a la población los motivos de su paro: “Esta escala de sueldos que damos a publicidad la ponemos a consideración del buen criterio del pueblo de Tres Arroyos para que juzgue la razón de nuestro movimiento de huelga, que aspira, pura y exclusivamente, al mejoramiento de estos obreros”… “En consecuencia, este organismo no tiene inconveniente, llegado el caso, en explicarle personalmente al presidente de la República, general Perón, si él ha sido mal asesorado con respecto a la realidad de los obreros gastronómicos del interior del país como así de los establecimientos de la industria hotelera, los que en esta oportunidad manifiestan que ajustándose al plan económico de 1952 no pueden ser aceptadas las pretensiones obreras de aumentos de sueldos ya que ello acarrearía el quebranto de dicha industria cuando en realidad están explotando el momento actual en forma incontrolada y absurda”. (Diario La Voz del Pueblo, mayo de 1952).
Por la Unión Obrera Gastronómica suscribían los comunicados: Carlos B. Anaya, secretario general; Juan B. Guerrero, tesorero; Sebastián Barrionuevo, secretario administrativo; Francisco Capristo, prosecretario general; Juan Oyhenart, delegado; Norberto Irazusta, secretario de actas; Angel M. Balcarce, secretario gremial; Adalberto Bertani, vocal, e Isidro Fernández, vocal; Juan Méndez, vocal.
El 5 de junio se recibe el apoyo de la CGT, ubicada en Roca 58. Llegado el 27 de junio “los obreros se mantienen firmes en su decisión de obtener la firma del Convenio de mejoras… y los patrones persisten en su negativa a rubricarlo por considerar que no podrían cumplirlo”. (Idem La Voz del Pueblo).
El 17 de julio la Asociación de hoteles, bares, confiterías y afines emiten una contrapropuesta donde las partes convienen en “aceptar la Resolución 41-53 que hace extensivo el Convenio Justicialista Eva Perón con las modificaciones y aclaraciones…”, que no fueron aceptadas por las bases y la cuestión se extendió hasta el mes de agosto.
En esos años 50
La ciudad venía de los festejos de la inauguración del monumento a San Martín en la plaza principal; de la asunción del nuevo intendente Menéndez luego del término del período de gobierno del doctor Borton. Durante esos días, en agitada reunión el Honorable Concejo Deliberante, cambió, por el voto de la mayoría peronista la denominación de las calles Lucio V. López y Betolaza por los nombres del presidente de la Nación y de su esposa y el 12 de julio dispuso que el Hospital Pirovano se denominara en lo sucesivo Centro de Profilaxis y Tratamiento Policlínico Eva Perón. Funcionaba a pleno la Escuela Agrícola Elemental de Tres Arroyos, clausurada en 1966.
Era la época de la Guerra de Corea; de la llegada al Polo Norte de los tenientes coroneles Benedict y Fletcher “un aterrizaje con éxito en la historia de la geografía”; de uno de los tantos golpes de Estado en Bolivia; de la coronación de la actual reina Isabel de Inglaterra.
Incidentes
A pesar que los trabajadores realizaban sus reclamos de manera pacífica, hubo algunos episodios que perturbaron la calma. Uno de ellos acaeció a las 19.30 horas del domingo 8 de junio. “…varios elementos participantes en el paro penetraron en el Bar Colón mientras otros permanecían afuera, a la expectativa y luego de haber tenido unas palabras con uno de sus propietarios. Uno de los huelguistas descerrajó dos tiros” sin víctimas ni daños. En cambio provocó alarma “en el numeroso público que en esos momentos circulaba por el lugar, era la hora de la Vuelta del Perro, máxime cuando inmediatamente después de ocurrido el suceso, se echó a rodar la falsa versión de que había acaecido una tragedia” (Archivo cit.).
El Bar Colón era un clásico de Tres Arroyos en avenida Moreno. Ocupaba mucho personal. En sus recuerdos Carlos A. García Bayón cuenta que su padre fue uno de los dueños; “atendía el mostrador, con toda la botellería, él preparaba la bebida, se tomaba mucha cerveza, tenía de todo, traían orquestas de Buenos Aires y locales… estaba abierto desde las 8.30 horas hasta las 2 de la mañana… la gente se atiborraba a la entrada. Después lo compraron los Escudero”.
El lunes 9 de junio “a las 17.50 se arrojó un trozo de hierro a una de las vidrieras de La Perla, la cual fue alcanzada de lleno por el proyectil y quedó hecha añicos”. Uno de los trozos de vidrio que volaron “lesionó en una mano en forma muy leve a una persona que pasaba en forma accidental. No se sabe de dónde fue arrojado”.
Dice Alicia Arévalo que “un flaco arrojó una piedra. Pasaba un grupo por la calle Colón, de hombres, pero mujeres no iban. La Perla se había mudado de Colón 284 al 240. El frente tenía dos vidrieras colocadas sobre una parecita, eran muy grandes, una a cada lado de la puerta de entrada… rompieron la de la derecha… sonó como una bomba”. Alicia recuerda a los mozos que trabajaron durante muchos años: Mayo, Carrozi Guerrero.
Vuelta a la normalidad
Recién el primero de agosto se firmó el convenio que ponía fin al conflicto. “La solución tiene carácter conciliatorio de acuerdo a la información patronal”.(Archivo cit).
Salaberry, secretario general de la UTHGRA, comenta que de acuerdo a los testimonios recibidos de esa época que “la huelga terminó con el ofrecimiento de un laudo, que fue aceptado, dentro de otros reclamos salariales… rigió hasta el 1980 cuando fue suprimido por la dictadura militar con la excusa que iba a abaratar los costos en los restaurantes y hoteles… cosa que no ocurrió”.
Había durado dos meses y cuatro días. El Día del Gastronómico, 2 de agosto, prolongó la apertura de los trabajos una jornada más. Fue un conflicto muy largo, con muchos protagonistas.
Los dueños de empresas sufrieron la falta de personal para poder cubrir las presiones de la demanda. Los obreros pasaron necesidades familiares “se hacían ollas populares… con la colaboración del comercio y la industria” (Salaberry).
La huelga abarcó, entre otros, a lavanderas, lenceras, serenos en general, los cafeteros y lavacopas de los bares, los conserjes, los mozos y cocineros. En la actualidad el listado se ha ampliado “…hay montones de actividades nuevas, que están surgiendo… por ejemplo: pizzerías, boliches bailables, disc jokey. Todo lo que hay en una confitería, heladería… también la relación con el turismo de agencias…”.
Todo cambió, en especial la forma de trabajo, los utensilios de antes hoy están en exhibición en las vidrieras de algún hotel tradicional. Hasta el nombre del sindicato, fundado en 1933, cambió, denominado ahora Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos de la República Argentina (UTHGRA).
Tal vez los actuales trabajadores no tienen el recuerdo de esta larga lucha, pero que existió… existió.