Siento como productor de base que nuestra dirigencia agropecuaria no ha sabido interpretar lo que el campo necesita comunicar.
Después del conflicto del campo, donde durante meses se explicó en los canales de televisión, diarios y radios cuáles eran los problemas comerciales de querer imponer retenciones excesivas a la producción agrícola dejando fuera del sistema productivo sobre todo a pequeños productores. Se logró después de luchas, piquetes, peleas y discusiones que la famosa Resolución 125 no sea aprobada por el Congreso. Durísimo revés para el Gobierno de Cristina Kirchner y triunfo de la racionalidad.
A partir de ahí nada o muy poco se ha hecho desde las cúpulas dirigenciales que representan al sector para lograr explicarle a la sociedad lo que somos, lo que hacemos y la importancia que tenemos socialmente sobre todo en el interior del país. No vemos spots televisivos a nivel nacional mostrando cuánto se tarda en producir un novillo, cuánto dinero hay que invertir para lograr una siembra de trigo y después esperar que llueva. Lo que sí ve la gente en la ciudad son 20 spots televisivos por día mostrando al productor comprando el último modelo de 4×4.
El cambio de gobierno y la baja de retenciones le dieron al sector un resurgimiento instantáneo, se batieron récords de producción que compensaron ampliamente el descenso de las retenciones, nadie lo explica… Sólo se escucha: “El campo fue el mayor beneficiado”.
Hoy el sector está otra vez complicado por falta de competitividad: fletes carísimos, costos de comercialización muy elevados, puertos rodeados de ineficiencia, etc.
Nuestros dirigentes tendrán que salir en breve a quejarse de la situación del sector, lo preocupante es no haber hecho nada en estos años para hermanarnos con el país en su conjunto.
Cómo explicarle hoy a un ciudadano que venimos tropezando comercialmente y tenemos un codo raspado cuando para una gran parte de la sociedad la inflación es un puñal que le clavan todos los meses.
Va a ser muy difícil de transmitir y lograr que nos entiendan, sin darnos vuelta la cara.