“La calidad es uno de los principales elementos en todas las variedades de cereales, y el objetivo de la cartera de productos es agregar valor a su producción. La calidad empieza con la elección de la variedad, para luego seguir con un protocolo que contemple la protección de todo el ciclo del cultivo”, explicó Fabian Quiroga director de Marketing para Latinoamérica Sur de Syngenta durante la 13ª edición del Simposio de Cereales de la firma.
Del evento participaron más de 600 productores, técnicos y representantes de la cadena de valor. Además de los asistentes presenciales, la jornada contó con la participación on line de 1500 personas.
Este simposio, representa un espacio necesario para intercambiar conocimientos y determinar como las tecnologías se integran para obtener mejores rendimientos y mayor calidad en los granos.
Más rinde, más calidad
La primera charla técnica estuvo a cargo del doctor Daniel Miralles de FAUBA quien destacó: “El planteo fundamental es ver si podemos combinar calidad con rendimiento y, para eso, debemos saber que es calidad para un molinero, un exportador o un mercado de destino, ya sea Brasil o Europa, por lo que el concepto de calidad varía y es muy amplio”.
Y agregó: “Lo primero a definir es la variedad para alcanzar esta calidad y luego el manejo de la fertilización. Uno de los parámetros de calidad es la proteína, pero por si sola no alcanza. En Argentina hay tres grupos de clasificación según la calidad (grupos 1, 2 y 3) donde los materiales varían su ubicación según su comportamiento en los ensayos comparativos. Los materiales de grupo uno, en general, presentan la mejor calidad industrial, pero los de grupos dos y tres aumentan sensiblemente el potencial de rendimiento, alcanzando valores superiores a los 7000 kg /ha, por lo que se observa que los materiales de menor calidad son los de mayor potencial de rinde”.
Además, Miralles destacó que “la decisión de ir a un grupo de alta calidad que pague un sobreprecio por contenido de proteína es económica, y debe tenerse en cuenta también el impacto en el flete, que es favorable al implantar materiales de grupo uno”.
Por último aseguró: “Con respecto a la fertilización -según el rinde esperado- se debe medir el nitrógeno de suelo para determinar los kilogramos a aplicar de fertilizante, teniendo en cuenta la eficiencia en la absorción de nitrógeno. Si el año es bueno y el rinde esperado aumenta, debería aumentarse la fertilización para alcanzar los niveles de proteínas deseados, aunque debe tenerse en cuenta que si aplico nitrógeno pero hay deficiencia de otros nutrientes, se pierde eficiencia de absorción y por ende baja el rendimiento”, concluyó.
Nuevas oportunidades
En los últimos años, Argentina recuperó mercados y así logró volver a posicionarse como uno de los diez primeros exportadores mundiales. En ese sentido el ingeniero Miguel Cané de Argentrigo, dijo: “Nuestro objetivo es impulsar el desarrollo del mercado identificando las necesidades de la demanda. La superficie sembrada en Argentina mostró una recuperación en la campaña 2016/17, con un aumento en la superficie del 34%, y se observó un aumento de los planteos de mediana y alta tecnología aplicada. La producción fue de 16,3 millones de toneladas lo que representa un aumento del 62% respecto a la campaña anterior. El producto bruto del trigo aumentó en la última campaña en 1700 millones de dólares, lo que provocó un incremento en la demanda de insumos, maquinaria y toda la cadena asociada”.