“Nosotros, más allá de ser un sindicato que defiende a los trabajadores, en algún sentido también intentamos defender la fuente de trabajo. La comisión directiva del sindicato tuvo muy buen criterio a la hora de tomar decisiones cuando la estábamos pasando muy mal con el Frigorífico Anselmo, y los dueños de la empresa también actuaron de la mejor manera. Y hoy la empresa está empezando a caminar”, explica Néstor García, secretario general del Sindicato de la Carne local, respecto a la firma más importante del sector en la zona.
Anselmo no es una isla, como tampoco lo es Tres Arroyos. Lo ocurrido en 2016 con la emblemática empresa es el reflejo de la crisis que la industria frigorífica atravesó en la última década. “La industria a nivel nacional venía en picada y hoy está en un llano. Estamos esperando el despegue. Creo que en el Gobierno hay gente con ganas de que las empresas sigan brindando trabajo a la gente. Y en cualquier momento va a empezar a despegar la industria de la carne, que volverá a ser protagonista en el mundo”, asegura García.
Haciendo un repaso de las empresas que tienen trabajadores bajo la órbita del Sindicato de la Carne, el gremialista indica que “la mayoría están trabajando en un 75% de su capacidad”. A todas las une las ganas de subsistir, y García entiende que en este escenario, el sindicato jugó un papel muy importante. “Yo no sé si en los frigoríficos que cerraron los dirigentes gremiales estuvieron a la altura de las circunstancias, en nuestro caso siempre buscamos las alternativas para que las firmas sigan funcionando”, explica.
En este sentido, García pone énfasis en lo ocurrido con Anselmo. “Para nosotros era muy fácil ir tocarle el bombo y prenderle gomas en la puerta, pero nuestro sindicato prefirió agarrar a la empresa de la mano y tratar de salvar los más de 100 puestos de trabajo. Y hoy estamos conformes y contentos porque fuimos parte importante para que el frigorífico esté hoy trabajando como lo está haciendo”, dice.
“Hubo retiros voluntarios, pero no se produjeron despidos de ninguna índole. La empresa se portó muy bien, sobre todo al ver que nosotros estábamos dando una mano. Hicieron un esfuerzo grande para mantener a la gente”, agrega.
García destaca que así como se comportaron muy bien los antiguos dueños y los nuevos propietarios de Anselmo, el mismo proceder han tenido el resto de los empresarios locales. “Es gente con la que podés hablar y siempre llegás a un acuerdo para acomodar las cosas”, asegura.
Hoy están afiliados al sindicato los trabajadores los empleados de Anselmo (107 empleados), Supercarne, de Coronel Pringles (38); Ganadera del Sudeste, de Chaves, (54); El Rodeo (12), Capriata (10); y el Centro de Propietarios de Carnicerías de Benito Juárez (14).
“También estamos sumando alguna carnicería más, por ejemplo, incorporamos a la fábrica de chacinados Gilachas”, cuenta. Y aclara: “Lo que nos perjudica un poco es que a veces el que abre una carnicería pone a los empleados en el sindicato de Empleados de Comercio, cuando debe ponerlos en el de la carne”.
En el cierre, el gremialista les mandó un saludo a todos los empleados de la carne en su día.
El barco frigorífico
Los comienzos de la industria frigorífica en la Argentina se remontan a la época de la primera gran oleada inmigratoria. Incluso, hacia 1868 hay antecedentes de llamados a concursos públicos de procedimientos que permitieran la exportación de nuestras carnes a Europa.
Años después, en 1876, se creó en el viejo continente una compañía francesa dispuesta a explotar el sistema denominado “Tellier” -por el apellido de su creador-, consistente en conservar las carnes frescas dentro de cámaras mantenidas a 0° C.
Después de una primera experiencia con equipos de frío instalados en la bodega del barco City of Río de Janeiro -que llegó hasta Montevideo con ciertos problemas técnicos-, el vapor Le Frigorifique arribó a Buenos Aires para la navidad de ese año con carne fresca de reses faenadas en Rouen, Francia, tres meses antes.
Fue el origen de una industria clave para la Argentina.