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DOMINGO 03.11.2024
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Cuando lo que falta es indispensable

Cuando llueve las calles de los barrios más periféricos de Tres Arroyos se vuelven intransitables. No sólo para los autos, sino para las familias que necesitan ir caminando hasta el almacén, a la salita o a la escuela. En cada una de las viviendas precarias de la ciudad -según un relevamiento realizado por el Frente para la Victoria, serían unas 120- hay pequeños y la mayoría padece alguna afección respiratoria.

El barro y los enormes charcos son el paisaje común en todos los barrios que no tienen asfalto.

En una época en la que algunas cosas se vuelven imprescindibles, la leña, la comida, los pañales, la visita al pediatra en la salita; lo demás es secundario, quizás sin dejar de ser importante, pero puede esperar hasta que pase el invierno.

Las familias cuentan que para poder salir de sus casas necesitan ponerse bolsas de nylon arriba de los zapatos y directamente esperan que pare de llover para comprar alimentos o asistir a los centros de educación y salud.

Dos casos pintan el panorama. Dos madres con hijos que quieren dejar de ser pobres. Para ello, Agustina Bramajo es consciente de que debe terminar el Fines; fue a la Escuela 8 y al ex Colegio Nacional. Viviana Arance aspira a que sus hijos tengan una casa que no los enferme y así poder salir a trabajar. Las dos son muy jóvenes.

Agustina tiene un hijito, Leonel de dos años y está embarazada; Viviana tiene tres pequeños entre 6 y dos años. Una tiene su rancho en Villa Italia y la otra en calle Liniers, aunque antes levantó una casilla en Santa Teresita, donde vivió cuatro años.

Coincidencias dolorosas las acercan, la precariedad de los lugares donde viven, la necesidad de trabajo permanente, el deseo de progresar, la falta del servicio de cloacas, no poseer baños en sus viviendas, con las calles anegadas cuando llueve, y los viajes que hicieron a la Secretaría de Desarrollo Social buscando ayuda. Señalan que no siempre la consiguieron.

 

En Olimpo

Viviana vive en Liniers 1280, anteriormente habitó en un ranchito donde estuvo cuatro años. Le cuenta a LA VOZ DEL PUEBLO que antes (Claudia) “la Cittadino” y ahora (Francisco)”Aramberri”, le prometieron una casa porque siempre que llovía mucho se inundaba la vivienda precaria en la que vivía con sus hijos y su hermana. “Cuando pasaba eso, venían y nos llevaban a un hotel, pero nunca nos dieron una solución y después nos mandaban al rancho otra vez”, explica al hacer referencia a su situación.

En cuanto a la ayuda que recibió, la joven madre detalla que “la Municipalidad me alquiló una casa y me fui para allá con los tres chicos de 6, 4 y 2 años. Hay mucha humedad, hace mucho frío. Trabajé en el barrido, pero la nena era muy chiquitita y tuve que dejar”.

En cuanto a los motivos por los que dejó el barrio y se trasladó a Olimpo, cuenta que “cuando llovía se inundaba todo, pero la casa que tengo ahora es lo mismo. Vivía con mi hermana, ahora estoy sola con ellos (señala a los chiquitos que mientras ella hablaba jugaban sentados en un sillón), no tengo la asignación porque el padre empezó a trabajar en blanco, pero no recibo ayuda de él. Fui a la salita, pero me siguen dando vueltas, tengo el plano para la casa, tengo todo, pero me siguen dando vueltas”, insiste.

Aclara con pocas palabras su situación actual. “Estaba en una casa de 4 mil pesos y me fui a una de 3 mil, la Municipalidad me sacó la ayuda de 2 mil pesos que me daban”, asegura. La más pequeña de sus hijos estaba a upa, se la notaba congestionada, con mocos y agitada, ante la tos de la niña, Viviana relata que “le mando mensajes a (Marcelo) León para decirle que me ayude para ir al hospital, con un vale para un remis porque la nena está con mucha tos, no siempre me atiende y cuando es así lo salgo a buscar a la Secretaría”. Asegura, en este sentido, que intentó pero no ha podido comunicarse por teléfono con el secretario de Desarrollo Social.

LA VOZ DEL PUEBLO realizó la entrevista en la casa de un familiar, ubicada en el Barrio Santa Teresita, sobre calle Godoy Cruz. Allí se observó, como pasa en otros lugares, la dificultad para movilizarse en jornadas de lluvia; el agua se estanca y forma enormes charcos que que no permiten salir ni a la vereda de las viviendas. Cada tanto aparece algún pedido en el Concejo Deliberante que da cuenta de la situación descripta y reclaman al Ejecutivo municipal una acción inmediata.

 

“Siempre trabajó”

Agustina nació en Tres Arroyos en el Barrio de Huracán y habita en Villa Italia desde hace cuatro años. “Vivíamos en un ranchito en la otra cuadra primero, cuando me junté me fui a vivir en una departamentito que mi suegra tiene, pero ella se fue a Chaves y nos quedamos sin nada”, señala.

La joven explica que “el papá del nene hace changas, corta leña para comer, algunas veces tenemos y otras no, cuando pasa eso me voy a lo de mi mamá y también a lavar la ropa”, cuenta Agustina. Y agrega, “él estudió en la Escuela Agropecuaria y siempre trabajó”.

La casilla de Agustina está frente a un mercado, al lado hay otras viviendas similares, también en frente. Los vecinos les prestaron el lugar en el que viven actualmente porque son amigos del marido. La casa es un rancho de chapas sin forrar adentro, por eso Agustina describe el ambiente; “sólo me caliento con la estufa y la leña, necesito nylon para forrarlo adentro o chapas o algo para que no pase tanto el frío”.

En relación a la ayuda que recibe de Desarrollo Social, la joven explica que “me dijeron que tengo que ser pesada, que tengo que ir todos los días a Desarrollo Social para que me den bolilla, porque se olvidan. Pero no puedo ir a cada rato, lo hago cuando mis padres me vienen a buscar y cuando está lindo, porque no puedo salir un día como hoy (por el martes que llovía)”.

Agustina recueda que un día cuando no estaba en la casa le robaron la garrafa, por eso señala que “no tengo nada porque no hay cerradura, me rompieron el candado y entraron y me sacaron lo poco que tenía. Si estoy sola me roban todo, cuando está el papá del nene, no”. Muestra un espacio que hace las veces de “galpón” porque es el lugar donde la familia guarda algunas cosas.

El piso es de tierra, la instalación de luz precaria, no hay ventanas, los agujeros que tienen las chapas por donde pasa la luz están cubiertos por un material semi transparente muy fino, y una estufa a leña es la única calefacción del lugar en el que la cama, la mesa, las sillas, la cuna, todo está casi pegado.

Leonel -el hijo de Agustina- necesita pañales y un carrito para que se pueda trasladar, y ella asegura que cuando nazca su segundo hijo va a reiniciar sus estudios porque quiere trabajar y para eso sabe que necesita el título de secundaria.

Las realidades son similares, las motivaciones para conseguir una casa y trabajo tienen que ver con progresar. Con changas no llegan a vivir el día a día, la leña tienen que ir a buscarla a las salitas, los pañales son muy caros para los ingresos de la familia, algo para tener en cuenta, y poner la luz encima de una realidad que existe y crece.

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