El pasillo emblemático de la Biblioteca José Campano, testigo de innumerables muestras de arte, conduce hasta la sala de actos de la institución. La enorme puerta forrada en cuero de vaca, está entreabierta. La sombra del profesor Jorge Pereyra asoma en la hendidura que queda y deja entrever la alfombra roja que cubre la sala. LA VOZ DEL PUEBLO ingresa y se encuentra con Mabel Mora, Ana Pantuso, Nora Fiorda, Cristina Armendáriz, María Estela Rizzi, Teresa Plá, ubicadas en diferentes rincones del lugar, guión en mano, leyendo y susurrando cada una su personaje. Susana Sánchez no estuvo ese día, pero forma parte del grupo junto a Patricia Mesaro que tampoco participó de la clase en esta oportunidad. El grupo de Teatro dirigido por Jorge Pereyra se junta todos los miércoles de 17 a 19 horas para hacer “esto que nos hace tanto bien, acá te puede pasar cualquier cosa y todo se olvida”.
Este diario se encontró con antiguas conocidas, muchas ligadas a la docencia que saludaron con amabilidad y alegremente mientras se acercaban al “fogón” improvisado cerca del estrado, en la tarima que preside la sala.
Una ronda ordenada se organiza como preámbulo a la charla que se presume divertida. ¿Qué están leyendo?, pregunta LA VOZ DEL PUEBLO. La respuesta llega a través de Cristina que tira el título de la obra “Qué noche de casamiento de Luisa Vehil”, y ahí nomás cuenta: “se trata de una familia de inmigrantes italianos y todo lo que ocurre en la casa”.
Estela toma la palabra para señalar que “la obra la eligió Jorge, la puso en consideración y nos gustó. Desde el año pasado nos preparamos y ahora lo tomamos con más ganas, lo tomamos más en serio”.
Teresa acota con voz pausada y una sonrisa permanente. “Al principio nos costaba entender lo que quiere Jorge, él tiene su idea y nuestra falta de oficio hizo que no entendiéramos. Luego leyendo la obra y mirando los personajes captamos lo que quiere y lo sorprendimos un día que estábamos solas, nos pusimos a hacer la obra y salió tan lindo que le dijimos a Jorge: -Cuando quieras hacer la obra, la hacemos”.
Mabel cuenta que “en principio era hacer como un radioteatro, pero eso no nos incentivaba demasiado, estar estáticos, pero cuando le dimos la vuelta y pudimos hacer una obra y no un radioteatro…además es cortita, así que lo encaramos como una obrita”.
Ana explica que “hace un mes estamos trabajando para la presentación”. Nora subraya que “en esta actividad de teatro va a ser la primera vez que nos presentamos en público, eso nos tiene un poquito inquietas. Veo mucho entusiasmo este año, como nunca, el grupo humano es hermoso y es lo que nos motiva -además de Jorge- a comprometernos, a responsabilizarlos y que salga la obra”.
Personajes
Cristina Armendáriz es una mujer de tablas, pero esta vez quiere sentirse como una alumna más, afirma sin dudarlo que las clases de teatro son para ella, no para actuar, aunque Jorge -en esta oportunidad- pensara que podían mostrar el trabajo de estos años. “Mi personaje es un muchachito prototipo del joven de 17 años -describe Cristina-, es sinvergüenza, conoce muy bien los secretos y debilidades de sus dos hermanas y se lo pasa chusmeando de un lado para el otro, sin hacer nada”.
En cuanto al trabajo teatral, dice que “me está costando encontrar las características, amén que hacer una familia italiana no es mi fuerte, estoy en la búsqueda. Jorge nos presenta diferentes alternativas para que de a poco vayamos encontrando al personaje, todavía no estoy conforme, pero sé la idiosincrasia del chico, aunque todavía no lo trasladé a la conformación del personaje”.
Estela es Eulalia, el ama de llaves de la casa que parece -según cuentan las restantes integrantes de la compañía- se quedó cuidando a las niñas del padre de familia después de su viudez, y también se quedó con él, aunque esto es casi un secreto. “A Eulalia le toca lidiar con estos vagos -entusiasmada manifiesta Estela-, tienen sus cositas, reniego mucho y ellos lo hacen renegar al papá, al que yo protejo mucho”. Asume que se divierte con el personaje y con la obra siempre “siguiendo el ritmo al profe”.
Las actrices ponen a este diario en contexto y susurrando cuentan que están viendo que “Eulalia tiene algo con el padre de familia, era muy amiga de la mujer que falleció y cuando esto pasó se quedó a cargo de los niños, y del marido”, dicen entre risas.
Teresa hace el personaje de un “pseudo conde” que enamora a una de las chicas, pero no aparece en escena. Está en boca de los personajes, existe pero no está en escena, “no le encontraba qué aspecto podía tener, busqué y todavía no le encontré la vuelta porque tengo que personificar a un señor que no es”, destaca.
Mabel es la relatora de la historia. “Las hijas son bastante traviesas para la época en la que se desarrolla, durante la primera inmigración a principios del siglo 20”. Ana hace la nena que se quiere casar, enamorada del conde con un padre que está totalmente en desacuerdo, no acepta los novios, así que “estoy complicada, yo quiero casarme. Encontré al personaje, estoy metida en la nena”.
Nora, por su parte, explica que “soy el papá, muy exigente, no quiero que mis hijas tengan novio. Es un italiano, yo no tengo idea del idioma, pero es algo que te sale, me las rebusco. Al principio era medio debilucha, pero Jorge me repetía que tenía que ser el papá que siempre protesta, que está renegado y no quiere que sus hijas tengan novio”.
El profesor explica que Susana es Pocha, otra de las hijas, la más chica a la que le obsesiona ir al quiosco, está estudiando, y es rebelde con Eulalia.
La dirección
Jorge Pereyra describe con orgullo el grupo que está a su cargo. “Me encanta dirigirlas, ellas ante la primera propuesta siempre dicen que no, tienen miedo de que salga mal, sin embargo arrancan y sale. Estamos trabajando con los personajes, en la improvisación donde actúan entre sí aunque en la obra no lo hagan, así van generando encuentros para entrar en el personaje. Pero siempre les sale y lo hacen, entonces hay algo en ellas por lo que las admiro, el no de ellas siempre es un sí”, afirma.
Hace cinco años que se conformó el grupo, los ejercicios que parecían no tener relación en las clases se ven en la obra y “todo sirve”. Jorge Pereyra comenta que “la paso muy bien y tengo que insistirles y dar ánimo, pero no insistir en que mejoren, porque les sale bien. Hay libertad entre lo que está en mi cabeza y lo que nos gusta hacer”.
Estela observa que “muchas veces no nos creemos capaces de que nos van a salir las cosas”. Para Teresa, “es divertido todo el tiempo, nos ponemos serias cuando escuchamos al profesor, tenemos libertad de decirnos las cosas y lo hacemos de buena manera. Este es nuestro espacio, nos hablamos por teléfono para que estemos siempre el miércoles listas para hacer la clase”.
Nora explica que “para mí el día de teatro es infaltable” y Teresa agrega: “Pase lo que pase en este espacio se subsana”.
Estela destaca que “a Jorge lo sentimos como a un hijo, un poco madres de él por eso a veces le discutimos, nos tomamos el atrevimiento de retarlo, aconsejarlo, por eso esa confianza hace que las cosas nos salgan bien”. Ana indica que “vamos sacando de lo nuestro, Jorge nos va mirando y así lo construimos”.
Jorge expresa que “generalmente lo que hacen está bien, aunque no haya sido lo que está en mi cabeza desde principio”.
El vestuario
En cuanto al vestuario, tanto las actrices como el director expresan que “discutimos todo, hubo un debate en ese tema, se buscó la comodidad”. El padre tenía originariamente un traje pero, “no voy a ponerme eso -asegura enfáticamente Nora- ya tengo en mente lo que voy a traer y lo que elegí no le va a cambiar el sentido a la obra”. Ana se va a vestir de nena, con algo de “seducción y mostrando que está bajo el ala de su papá”.
La relatora es una espectadora más de la obra, un personaje que interactúa con señas, gestos, con el público, va a estar mirando la obra junto al público. También el personaje del conde que está en otro rincón, tiene características similares. El nene se vestirá “cancherito” afirmando su carácter de explotador que capta todo en la familia, especialmente que Eulalia tiene algo con el padre, entonces “especula con eso”, resume Cristina.
Eulalia es un ama de llaves por eso no se tiene que olvidar la gamuza y el plumero. Susana es más desarrapada y explota a todo el mundo, pide plata para ir al quiosco porque le gusta el quiosquero.
La energía que se siente es increíble, la seriedad con las que este diario encontró a las actrices se fue transformando en charla y disfrute. Se imponen por su carácter, por sus pasiones y ánimo, pero confluyen en todo, especialmente en sentir ese espacio como propio, en el que pueden ser, sentir y vivir plenamente su eterna juventud.
Otras dos obras
Jorge Pereyra prepara con otros grupos dos obras: “Arritmia”, de Leonel Giacometto, con Silvia Meleiro y Marta Tabacco; y “Lombrices”, con Eduardo Ré y Marcelo Sancineto.