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Nuestras playas y dunas

Señora directora:

Nuestras playas son el resultado de milenios de interacción del mar, vientos, arena y otros elementos. Ecosistema que nos ha dado una hermosa costa que es deseable conservar en su estado más natural posible.

Quienes hemos tenido la suerte de recorrer estas costas durante muchos años hemos visto y tomado nota de la vital interacción entre las dunas y la playa. Las dunas son el pulmón de arena que mantiene la playa. Los vientos se han encargado de mantener éste equilibrio trasladando la arena desde y hacia la playa y desde y hacia la duna en un ir y venir continuo.

Donde muere la duna, por forestación, fijación de médano o urbanización, se observa el lento angostamiento y deterioro de la playa exponiendo cada vez más las piedras del subsuelo. Es un proceso que lleva años y avanza en forma progresiva e impiadosa. El viento se lleva la arena de la playa pero el viento no la puede devolver pues queda atrapada en urbanizaciones o forestaciones, rompiendo así éste ciclo virtuoso que las dunas se encargaban de asegurar.

Los saltos de piedra siempre existieron pero, entre quienes peinamos canas recordamos que se podía ir desde frente al faro de Claromecó hasta el Primer Salto sobre una playa más ancha y sin toparnos con tantas piedras como hoy. Ello porque las dunas que había en Claromecó y en el vivero dunícola ya no existen por lo que no pueden reponer la arena que se va. Solo un ejemplo de lo ocurrido en muchas partes de la costa.

Vale mencionar que los vientos preponderantes tienden a ser del oeste por lo que la disminución de arena se produce al frente y hacia el este de la urbanización o forestación costera. Es el caso del tramo descripto. Otra prueba de que donde no hay dunas no hay playa lo constituyen los acantilados. Basta observar las fotos satelitales disponibles en Google Earth para verificar lo dicho en muchos tramos de la costa bonaerense.

Recuerdo que hace 70 años Miramar tenía una ancha y hermosa playa. Hoy, para que no desaparezca del todo, han tenido que construir enormes espigones dentro del mar para retener o para atrapar la arena que trae la correntada y mareas. Lo mismo vale para Mar del Plata y va a terminar ocurriendo en Gesell. O sea, miles de años de playa se destruyen o deterioran en 50 ó 100 años por no tener en cuenta el papel que juegan las dunas.

Quienes planificaron el balneario de San Cayetano han sido precursores en esto de respetar la naturaleza. Su urbanización se encuentra retirada de la costa por lo menos 300 metros hasta una zona donde no hay dunas blancas. Nada de costaneras ni construcciones frente al mar como forma de asegurar la estabilidad de sus playas. Así pasaran los años sin alterar su equilibrio costero, al menos en forma significativa.

Por lo que se aprecia, se ve preocupación sobre el tema para planificar nuevos balnearios, fijación de médanos o forestaciones en cercanías del mar. En buena hora.

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