Si Quilmes necesitaba un triunfo para reafirmar su andar y consolidar su posición en las tablas de posiciones y promedios, el 5-2 que le propinó ayer a Boca tiene que haber cubierto todas esas expectativas en el equipo de Omar Espinal.
Cuando nada había pasado en el partido, el Complejo explotó en un grito de festejo y admiración con el gol de Luis Aramendi, quien después de dominar el pase de Viera por el sector derecho fuera del área, enganchó para adentro y con un preciso zurdazo terminó “colgando” la pelota en el ángulo del segundo palo.
La estirada del arquero Martínez le dio más espectacularidad a una acción que puso al Cervecero arriba en el marcador y desarmó el andamiaje defensivo de un equipo de Saldías que, especialmente por derecha, mostró un peligroso desacople al cual Cuevas no podía terminar de cubrir solo. Boca disponía del balón pero lo usaba mal, por el contrario, Quilmes lo recuperaba y salía en rápidos contragolpes. A los 29 minutos, Jesús Espinal anticipó a todos por abajo en un tiro libre y con fiereza puso el 2-0.
La visita lentamente fue creciendo en el terreno, pero atrás se exponía peligrosamente; así, a los 44 minutos (desde nuestra posición arrancando en posición adelantada), Aramendi escapó hasta enfrentar a Martínez y asistir a Zaragoza, quien s—lo tuvo que empujarla al gol. Premio absoluto a la contundencia quilmeña y castigo para un desarticulado xeneize.
Al minuto del complemento, tras un “bombazo” de López que devolvió el travesaño y Alvarez convirtió en gol, Boca achicó la diferencia y volvió al partido. Sin salir de su letargo, el local pudo haber comprometido su futuro, pero Barragán definió por arriba. Tras 15 minutos Quilmes recuperó el control, y otra vez puso en jaque a un rival que se desprotegió atrás; así, el Cervecero redondeó la goleada con las conquistas de Zaragoza y Maldonado, y saltó a la punta del Clausura.
