Ni el mejor guionista hubiese escrito una historia tan dramática como la que ofreció la carrera de los 1000 kilómetros de Buenos Aires, con un sinfín de estrategias, problemas en los autos, sobrepasos y una definición milimétrica entre dos potencias como Silva (en equipo con Tomás Catalán Magni) y Ortelli (en conjunto con Valentín Aguirre y Diego Martínez). El “Pato” se la llevó, el ídolo de Chevrolet culminó segundo y Urcera (con Mariano Altuna) completó el podio.
La experiencia y la paciencia prevaleció en la prueba que celebró los 80 años de la categoría, en donde por ejemplo Silva quedó 44 en la vuelta 2 tras un toque con Mazzacane y Ortelli llegó a perder dos giros con respecto a la punta. Los dos referentes dieron cátedra de manejo para recuperarse y se llevaron los laureles de un domingo inolvidable.
Un día en el que el Turismo Carretera salió de la rutina, apostó a un cambio rotundo en su ADN moderno y brindó un espectáculo atípico en el Juan y Oscar Gálvez de Buenos Aires. Para algunos significó una vuelta al pasado, cuando sobre las rutas argentinas el enemigo número 1 era el cronómetro y la fuente de la victoria un buen ritmo. Carrera de resistencia y no de competencia.
Con el marco de un autódromo y el agregado de una trama de estrategias, los 1.000 kilómetros hicieron rememorar las extenuantes jornadas de antaño. El chapa a chapa, las luchas y fricciones por posiciones, los toques y el duelo cara a cara de pilotos se mantuvo, pero a la vez hubo que prestar atención a otras circunstancias debido a que por un fin de semana la divisional rompió su molde.
Las 178 vueltas responden más a una competencia de Indycar, los innumerables trabajos en boxes y variedad de planes a llevar a cabo se vinculan a un Gran Premio de Fórmula 1 y las cinco horas y media de duración se asemejan a un día del Rally Dakar. Pero ayer, todo eso se combinó para ser parte del TC.
Durante el primer cuarto de “La carrera del siglo” los dos que se cortaron adelante fueron Trucco y Mazzacane, ambos apostando a apretar el acelerador desde temprano. Desde atrás el que largó último, Werner, también se inclinó por el ataque y giro a giro se unió a los dos punteros hasta que, en la vuelta 55, tomó el liderazgo por primera vez.
El entrerriano mantuvo a raya al piloto de Dodge gracias a una regularidad asombrosa que en ese momento le entregó su Ford. Mientras tanto, a sus espaldas se producían dificultades mecánicas para casi todos los protagonistas, con abandonos importantes como los de Canapino, el “Gurí” Martínez, y más adelante Ledesma, Castellano y Lambiris. Llegar a la meta se transformó en una odisea.
Además de Werner y Trucco, en el último cuarto de la prueba se sumaron como máximos aspirantes al triunfo la dupla Silva-Tomás Catalán Magni debido a que eligieron una estrategia de menos paradas. Una amenaza latente que curva a curva se evidenciaba más peligrosa.
Y la figura del Ford del “Pato” se agigantó aún más cuando después de las últimas detenciones quedó primero, por delante de Ronconi (con el auto de Werner) y de Craparo (compañero de Trucco). Sin levantar sospechas el chaqueño llegó a la cima para encarar el cierre de una competencia maratónica.
La carrera entró en calma, con distancias marcadas entre los tres de vanguardia, pero a falta de 14 vueltas el ingreso del auto de seguridad anuló las diferencias y alimentó las ilusiones de todos. La tensión se extendió por todo el trazado 12 del Juan y Oscar Gálvez.
En dicho lapso se produjeron dos impactos gigantes con los abandonos de Ronconi y Craparo, segundo y tercero, y quien sacó las garras fue el campeón Ortelli, quien aprovechó eso y dio cuenta de otros adversarios para escalar a la segunda posición. El final fue dramático, superior a cualquier película de Hollywood, entre Silva y el emblema de Chevrolet. Llegaron pegados a la última curva y el “Pato” resistió en la cima.
Una carrera de lujo que el TC necesitaba, un espectáculo tremendo en los 1000 kilómetros de Buenos Aires que tuvieron de todo. Una competencia de 178 vueltas que se definió por un peldaño. (DIB).