Señora directora:
Bueno, pasaron las PASO, esa especie de gigantesca encuesta que poco tenía que ver con su origen.
Pasaron las PASO y, salvo el asombro de muchos que no pensaban en tales resultados, en nuestra patria chica, haciendo abstracción de ganadores y perdedores, poco se nota.
Como usuaria de remises, mis riñones acusan lo tremendo de nuestros pavimentos. En la esquina de mi casa, calle La Madrid, casi se ha instituido un Proder (Pronóstico de roturas) para intentar acertar cuantos vehículos pierden algo en su intento de pasar indemnes. La estatua de la Libertad está amurallada, algo se está gestando a su alrededor, algo inútil y caro, si acepto los dichos de dos de los choferes que conducían el vehículo en el que me movilizaba. Los cortes en las calles son, parece, el intento de un bromista para incomodarnos, y no falta algún personaje, cercano a la empresa pavimentadora, que desliza en nuestros oídos que esto que se está haciendo no durará más de dos años.
Pero veamos lo positivo en los resultados de esta megaencuesta. Han surgido nombres apoyados por las urnas y tienen la oportunidad de demostrar que el pueblo no se equivocó al votarlos, también se espera que muchos hagan una verdadera autocrítica e intenten, al menos, bajar un cambio la soberbia y subir dos cambios el compromiso para cumplir con quienes en su momento los pusieron donde ahora están.
Tienen todos la formidable oportunidad para hacer un verdadero acto de contrición y comenzar a pensar en lo que debe primar: la búsqueda del bien común, la eficiencia en las tareas, el respeto por el que piensa diferente, el cuidado del dinero del vecino, y un etcétera en el que, estoy segura, muchos tresarroyenses tienen algo que agregar.
Y, sobre todo, no olvidar que, además de calles transitables, techos de escuelas sanos y atención básica de la salud más que bien cuidada, queremos seguridad y poder confiar que si nuestros hijos o nietos salen a la noche, estarán en lugares debidamente controlados y autorizados para estar abiertos, sin tener que sospechar de arreglos non sanctos y otras hierbas.
Con funcionarios honestos, es posible. De ellos depende nuestra confianza y respeto.