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Anunciado resultado de ocaso político

“Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe”.

Las últimas elecciones, cuestionadas con razón por inutilidad de cumplir con su propósito político de elección interna, salvo algunas excepciones, han servido sin embargo para canalizar desde la sociedad respuestas contundentes de aceptación o rechazo, a desenvolvimientos, personales o colectivos, de gestiones gubernamentales de orden nacional, provincial o municipal.

Nuestro distrito en general y su ciudad cabecera en particular, han expresado en la urna una contundente opinión negativa a la gestión del intendente Carlos Sánchez en particular y al desempeño general del Movimiento Vecinal, como expresión negativa para cumplimentar las necesidades básicas de la población.

Existe un viejo refrán que expresó, “que no hay peor sordo que el que no quiere oír”.

Esto ha ocurrido en Tres Arroyos desde el punto de vista político, prolongando el concepto, de opinión negativa, a la gestión gubernamental en la intendencia de Carlos Sánchez.

Un intendente, por su cuarto mandato, que a lo largo del tiempo obtuvo éxitos electorales, inobjetables en sus resultados, que fueron erosionándose a medida que el tiempo transcurrió, por los propios errores acumulados del oficialismo, algunos más graves que otros, jamás reconocidos por la actitud soberbia del Ejecutivo y el Legislativo vecinalista, que lamentablemente mostraron que entendían, erróneamente, que el poder era un legado para siempre y lo podían administrar como se les ocurriera.

Un aspecto importante que inquietó a la población y la crítica con la intendencia es la sobrecargada cantidad de personal que la misma contiene, especialmente en el área de funcionarios políticos, con la creación de secretarías y otros estamentos, con sueldos “muy caros” y con presencia y actividad poco productivas, algunas con superposiciones, que bien podrían desarrollar dependencias existentes, si estuvieran bien planificadas.

Existen importantes estamentos municipales, que no responden con eficacia a sus responsabilidades.

  • Turismo: no ha demostrado la necesaria idoneidad en ningún momento para afrontar el desafío que provoca tener tres excelentes propuestas en la costa atlántica.

Sin creatividad y pocas ideas. Turismo no es sólo viajar a repartir folletos a determinados lugares, es concentrar y proponer herramientas que ayuden a su progreso y sustentabilidad, en la geografía que tenemos.

La Municipalidad debe proveer servicios y controlar el bienestar del visitante, no debe meterse en negocios, eso es para los empresarios.

El turismo debe atender, hoy más que nunca, el medio ambiente, ése es el compromiso presente y futuro, con la presencia y asesoramiento de expertos; biólogos y naturalistas.

Deben controlarse los emprendimientos de urbanización e inmobiliarios, para que no comprometan el delicado equilibrio con una mala foerestación, con descuidar la relación playa-arena, atender la erosión eólica y otros ítems.

Hasta los más desaprensivos habitantes de nuestras localidades turísticas han comenzado a entenderlo y reclamarlo,porque no ven nada de eso…

Un solo argumento confirma lo dicho. El resultado electoral en Orense, Claromecó y Reta.

  • Seguridad: un lugar clave donde cada trámite que debe realizarse, si es con el titular, no resulta fácil encontrarlo y quien lo reemplaza no luce por sus buenos modales.
  • Bienestar social: no es consecuente en el seguimiento de las situaciones de necesidades imperantes, en este momento, donde mucha gente lo necesita.
  • Obras Públicas: una estructura que no responde a las prioridades de urgencia, en la medida en que se las reclama, más allá de puntuales obras que le interesan al Ejecutivo o al titular del área.

La opinión de la ciudadanía dio respuesta a una administración municipal abroquelada en su propia y equivocada idea de infalible. Cada cosa que no se explica en la función pública, es sospechable. Cada reacción con enojo sin argumentos, parece una confesión. Cada funcionario o empleado municipal en falta, no sancionado, luce como complicidad. La suma da como resultado el hartazgo.

Hace 10 años que el Movimiento Vecinal hace “enroque” con la misma gente. Si no están de concejal, están de funcionarios “caros”. Sólo la alternancia puede modificar esto.

Una gestión municipal, que ha medida que transcurrían los años se ha mostrado insensible a las críticas de los diferentes sectores dinámicos de la comunidad, que advertían fallas e irregularidades en su desenvolvimiento, algunos cuya insistencia en el error, se convertían en preguntas sobre la gravedad de los acontecimientos, que desmoronaban la confianza y la credibilidad en la idoneidad del gobierno y llegaban a sembrar sobre actos confusos dudas sobre honestidad.

Por mencionar un solo ejemplo, el nunca aclarado episodio con el Ente de Pavimentación Vial.

Se ha llegado a criticar la calidad de obras públicas por malos resultados en su ejecución. La comunidad avisó. Comenzó a quejarse, primero. A reclamar después frente al autismo oficial o las respuestas improcedentes.

La prensa independiente comenzó a hacerse eco, como corresponde, de los reclamos, entiéndase LA VOZ DEL PUEBLO. La respuesta siempre la misma: “El diario hace política”.

Después del domingo 13 de agosto, con mi mayor respeto y humildad, me pregunto si no le hubiera convenido al intendente, sus funcionarios y los concejales oficialistas “leer” LA VOZ DEL PUEBLO para enterarse de la reacción que su gestión provocaba.

Decidieron lo contrario y estaban en todo su derecho de hacerlo. El lema vecinalista: “Esto es así y no se discute”.

Los impuestos permanentemente con alzas preocupantes, que engrosaban un presupuesto, que se diluía en la burocracia, sin dar respuestas a los requerimientos sociales, sin atender prioridades de urgencia, ignorando las quejas barriales y algunas veces con respuestas inadecuadas y altaneras actitudes.

Las quejas y el descontento fluían desde diferentes sectores.

La respuesta oficial: “Se hacen críticas espúreas”. Otra vez la letanía de lo impreciso, para refutar el malhumor social.

También podría interpretarse como “espúrea” la falta de respuesta coherente sobre incompetencia de gestión o sospecha de corrupción.

“La elección fue una sorpresa…”. Permítanme no coincidir, en la política no existe la sorpresa, siempre hay hechos y causas que producen resultados.

La sorpresa la sufren los que no preven acontecimientos que pueden suceder o los descartan por falta de experiencia o autoestima sobredimensionada. El resultado de las PASO debe permitir un análisis para enfrentar la próxima en octubre. El desafío alerta del poco tiempo que dispone.

La urna ha entregado una lección que alguien debe aprender: “La sordera deriva de la soberbia” -puede ser- el anunciado resultado del ocaso político.

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