La pasión por el oficio de las tijeras a la bahiense Stella Dinoto se le despertó a los 18 años, tiempo después entendió que además de su medio de vida, el oficio podía servirle como alimento espiritual a partir de ayudar a otras y otros. Así empezó a dictar clases casi sin cobrar, en su pequeño instituto, para brindarle una salida laboral a las mujeres que se acercaban. Eso fue apenas el inicio: luego fundaría “Peluqueras en acción”, la ONG que en Bahía Blanca brinda cursos gratuitos de peluquería en distintos barrios y cortes para personas de escasos recursos, y creó el único banco de pelucas artesanal y de cabello natural del país para pacientes oncológicos o que padecen algún tipo de alopecia.
Fue en 2009 que a Stella se le ocurrió comenzar a dictar los cursos gratuitos en los barrios. Así lo propuso en la municipalidad, que le dio luz verde y los pocos recursos que en ese momento tenía al alcance. “Decidí presentarlo en el municipio con el propósito de promover una salida laboral rápida para que la gente pudieran aprovechar. Después de un año, las chicas que terminaron los cursos ya tenían trabajo”, cuenta.
Pero además, a muchas de sus alumnas le sembró la semilla de la solidaridad: “Cuando las chicas comenzaron a egresar me pedían seguir cortando y fue así como se me ocurrió salir a cortar el pelo a los barrios. Era la forma de que sigan practicando y hacer un acto solidario”.
El proyecto fue creciendo, derivó en desfiles, en la exhibición de los cortes que hacían, y terminó derivando en “Peluqueras en Acción”. “Era la época de Policías en Acción e imitamos aquel nombre tan real porque no parábamos de trabajar en los distintos barrios. La idea se agrandó y el proyecto se transformó en abarcativo”, explica Stella. El programa hoy llega hasta sociedades de fomento, centros de jubilados, comedores escolares y comunitarios para hacer docencia y, a la vez, cortarle el pelo a aquellos que carecen de recursos.
Un banco único
“En medio de la tarea que llevábamos a cabo fueron apareciendo señoras y jóvenes de distintas edades que afrontaban alopecias o tratamientos de quimioterapia y que, ante la sensible pérdida de cabello, acudían a cortárselo. Para una mujer el pelo tiene mucha relevancia, así que ahí surgió la idea de crear un banco de pelucas para aquellos que verdaderamente lo necesiten”, cuenta Dinoto sobre el nacimiento de otra iniciativa solidaria que cobró vida dentro de la ONG.
Con satisfacción, Stella asegura: “Todas las personas a las que le colocamos una peluca recuperan la femineidad y la autoestima que estaban perdiendo. La estética también es una forma de vida que ayuda a enfrentar la mirada del otro y a no brindar explicaciones cuando no queremos darlas”.
Sin dudas se trataba de una gran idea, pero el tema era conseguir las pelucas para donar a quien las necesitara. “En los años 80 muchísimas mujeres usaban pelucas, entonces se me ocurrió volver a recurrir al municipio: la idea era pedir donaciones, acondicionarlas y ofrecerlas para quienes no pudieran comprarlas. Lanzamos el proyecto y logramos un resultado increíble”, cuenta.
“Pero las pelucas no quedaban como queríamos, eran muy antiguas y no se amoldaban al estilo de las mujeres que las necesitaban. Hay que tener en cuenta que muchas no quieren que la gente se entere”, agrega. Aunque eso no iba a frenar a Stella y su vocación solidaria y comenzaron a elaborar pelucas artesanales.
“Una voluntaria me acercó un bastidor y empezamos a entretejer con cabello natural. Una sola vez había hecho un postizo con pelo de chivo para una competencia. Fue un verdadero aprendizaje. También ayudaron las técnicas que una señora muy mayor me dio en Buenos Aires. Entre pruebas y errores logramos, de manera absolutamente artesanal, darle forma a la iniciativa”, dice.
Vecinos solidarios
Stella destaca la solidaridad que encontró en los vecinos bahienses y, luego, en toda la región. “Permanentemente nos están donando pelo. Eso permitió que el banco fuera consolidándose de tal manera que hoy nos llaman desde todo el país para pedirnos asesoramiento con la intención de replicar iniciativas similares”, cuenta con orgullo.
Las pelucas que confeccionan “Peluqueras en Acción” insumen 60 horas de trabajo, “se trata de un trabajo de mucha precisión y habilidad para entretejer de a cinco cabellos, con los que se conforman como cortinas, cada una de las cuales demanda dos horas”, describe.
Stella y sus voluntarias llevan entregas 680 pelucas desde 2013. “Estamos dando entre cinco y siete por semana. Y al margen de que eso lo hacemos gracias al trabajo que hacemos, es posible por la cantidad de pelo que vamos recibiendo: hoy contamos con 250 kilogramos de cabello”, indica.
Y aclara con al frente alta: “En la Argentina hay cuatro bancos de pelucas, el único artesanal es el nuestro. Nuestras pelucas respetan el estilo, el color y la cantidad de pelo de la persona que la necesita y están hechas a mano”.
Y si de aclaraciones se trata, Dinoto es contundente sobre la transparencia del programa: “Se ha establecido como norma a cumplir, que ninguna voluntaria de Peluqueras en Acción puede vender cabellos ni realizar pelucas para un interés privado. Nuestra premisa es que todo funcione de manera clara”.
En el final de la charla, Stella acepta el juego de mirar hacia atrás y hacer una brevísima síntesis del camino que ha recorrido de la mano del oficio y la solidaridad: “Si me hablás de ver, prefiero contar lo que pasa ahora, porque casi no se ven mujeres en las calles con pañuelos y gorritos para cubrir la falta de cabello. Y eso es muy positivo. Lo nuestro no es más ni menos que un mimo para las personas que están transitando una enfermedad”.