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“No fue gentil ni se interesó en atender cualquier sugerencia”

Silvia Ruviños es artesana, hace mosaico artístico orientado a la decoración, cuadros, murales. Fue expositora en la Feria Nacional de Artesanos, actividad en la que participó por quinta vez. Con ánimo de hacer críticas constructivas se acercó a LA VOZ DEL PUEBLO y contó la experiencia vivida durante las jornadas en la que presentó sus artesanías. 

En primer término, dijo que “me parece que hubo desinteligencias que no eran graves, detalles que hicieron una sumatoria de incidentes que se podrían haber subsanado. Desde el inicio se vieron muchas cosas mal, especialmente teniendo en cuenta que se toman un año para organizar la Feria”. 

En cuanto a la actitud de la directora de Cultura y Educación, Virginia Goicoechea, Silvia Ruviños la calificó como “muy maleducada. A mí me increpó cuando me quejé y un colaborador que se cargó la Feria al hombro, lo arregló. Ella estaba altanera y no solucionaba nada. No quiero bajar del cargo a nadie, ni denostar a la directora, pero cuando algo no sale bien, está desorganizado y no se chequearon un montón de cuestiones, hay que solucionarlas para la próxima vez. Conmigo no fue gentil ni se mostró interesada en atender cualquier sugerencia que le pude haber dicho o de las cosas que me molestaron, cuando se lo dije se mostró más bien molesta y pasó también con otros artesanos. No me gusta confrontar, pero si voy a plantear con educación y respeto lo que me pasa, exijo lo mismo”. 

 

Fiscalización y selección 

En cuanto a las innovaciones que la Dirección de Cultura y Educación decidió hacer en lo referente a la puesta en marcha de la Feria, la expositora expresó que “no me parecen mal, pero lo bueno hubiera sido chequear si las formas en que se implementaron iban a funcionar”. Fundamentó su postura dando un ejemplo: “La fiscalización está muy bueno que se haga, pero el problema fue el modo en que se hizo, hubo uno de los jurados, que mientras exponíamos y se revisaban nuestros trabajos en el Centro Cultural estaba armando sus artesanías sin mirar lo que hacíamos, una falta de respeto. Incluso no se hicieron las devoluciones a los artesanos, nunca supimos los parámetros que tomaron en cuenta, así que ni siquiera pudimos usar esos datos para crecimiento personal”. 

Otra cuestión que Silvia destacó respecto a la modalidad elegida para seleccionar a los feriantes que podrían participar fue que “15 días antes de dar comienzo a la Feria avisaron qué trabajos habían sido elegidos, incluso los de afuera, cuando la tarea artesanal es un proceso e inversión muy importante, es muy poco tiempo de anticipación para arriesgarse a no ser seleccionados. Otro disparate en este sentido fue que la gente de afuera era fiscalizada mandando fotos”. 

 

El contrato 

Dijo que entregó su inscripción y recibo de depósito por el pago del canon en el Centro Cultural La Estación. “Me lo recibió la hermana de la directora, María Cruz. Con la inscripción nos dieron un contrato y lo que faltaba en el escrito lo dijeron en forma oral. Allí se consignaba que desde el 31 de julio al 4 de agosto se hacían las juras y en la semana posterior se comunicaba si estaban seleccionados o no, esos tiempos no se cumplieron, extendieron el plazo”. 

También se refirió al sorteo de los stands. “Es el quinto año que asisto -agregó Silvia- y nunca se hizo de esta manera, lo que no me gustó es que fue un sorteo a puertas cerradas. Yo hubiera ido a presenciarlo, eso le da transparencia a la gestión. En el sorteo me tocó en la carpa gastronómica, tenía salamines y quesos de un lado, junto a la cerveza artesanal y del otro lado infusiones, todo gastronómico, muy difícil para nosotros mostrar en ese contexto nuestros productos”. 

Otra cuestión que señaló como algo que no se ajustó a lo contractual fue lo referente a las medidas de los stands, “decía que tenían que ser de 2 por 2 metros y los medí y eran de 1,80 metro mientras que otros fueron de 1,50 metro, muy chicos para lo que había para exponer, nos entregaron un cubo pelado, un armazón sin nada, tampoco sillas”, indicó. 

 

Discrepancias 

Por otra parte, señaló que “me cambiaron tres veces de stand, se había roto un caño y había un arroyito que corría, ponían arena arriba del charco y después viruta. Bajé todo mi material, las cajas pesadas y cuando llegué una señora que vendía chocolates me dijo que ella tenía el número que me correspondían a mí, entonces fui a preguntar y me dijeron que hubo una confusión, me mandaron al lugar donde estaba el charco al que le habían puesto una alfombra arriba, así que como me negué me dieron otro espacio”. 

En cuanto a lo sucedido con integrantes de la Escuela Especial N°502, la artesana indicó que “en la carpa gastronómica el día de tanto viento nos moríamos de frío todos, los chicos estaban enfrente de la puerta, hablamos de inclusión, de diversidad y fíjate lo que está pasando, me di cuenta al instante que estaban en medio de toda la correntada. Además el primer día esperaron al frío como dijeron”. 

Del episodio de la pérdida de la billetera de la directora de Cultura y Educación, relató que “por micrófono dijo que había perdido su billetera y que por favor la devolvieran que tenía la documentación, yo no la escuché acusar a nadie, pero sí me enteré que lo hizo. Incluso en el Centro Cultural hubo un ágape donde repitió que le había faltado la billetera e hizo saber sus sospechas, le comentó a otra gente, pero eso a mí no me lo dijo”. 

Por último, solicitó que le repusieran parte del canon y argumentó que “pagamos por cuatro días y trabajamos tres porque la primera jornada fuimos a las ocho de la mañana y pudimos ingresar una hora y media después. Tuvimos un entredicho con la señora (en relación a Virginia Goicoechea) a la que le reclamé y me dijo que era una contingencia por lo del caño roto, sin embargo en el SUM de la Escuela Industrial no había pasado nada y estaban sin poder ingresar tampoco”.

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