Para los padres de Benjamín Cepeda todo cambió aquella tarde del 19 de julio. Su hijo de cuatro años fue herido accidentalmente con un proyectil de aire comprimido que casi le cuesta la vida y hoy, la lucha continúa.
Desde el Hospital Ricardo Gutiérrez, en Capital Federal, Jorgelina, la mamá, habló con LA VOZ DEL PUEBLO y compartió el difícil momento que les toca vivir desde que Benja fue trasladado, en principio, a Bahía Blanca, y después al nosocomio porteño, donde por estas horas, aguarda su turno para ser intervenido quirúrgicamente.
“Benja todavía no camina, ni habla. Ha perdido líquido encefálico y, por eso, le colocaron una válvula. Ahora se le está descomprimiendo, mientras nosotros esperamos la última cirugía, donde le van a colocar una placa en una parte del cráneo”, dijo, antes de agradecer a la Fundación Renzo Salvatore la ayuda recibida para encarar la primera parte del costoso tratamiento, “gracias a ellos pudimos agilizar muchos los trámites para que lleguemos a este hospital”, comentó.
En tanto Carlos Cepeda, su papá, indicó a este diario, que la próxima cirugía será esta semana, aunque no para tratar de remover el proyectil que, aparentemente, quedará alojado en el cráneo de la criatura como una mueca amarga que interrumpió su infancia feliz, “ya hicimos los trámites y estimamos que en esta semana lo van a intervenir”, adelantó Jorgelina, quien ya se imagina la continuidad del tratamiento, “(Benjamín) va a tener que hacer un tratamiento con dos o tres doctores, porque tiene que aprender a caminar y a hablar. El balín le entró por la sien y le atravesó todo su cerebro. Quedó alojado atrás de la oreja”, indicó, antes de compartir el diagnóstico de los profesionales, “los médicos dicen que lo van a dejar así, porque tienen miedo de hacer más daño al cerebro”.
La segunda parte
Después del sacrificado arribo a la ciudad de Buenos Aires, a los Cepeda les espera lo más difícil en Tres Arroyos, “nos quedamos sin casa y sin trabajo. Mi suegra nos va a dar una piecita chiquita, pero es algo temporal, porque Benja no tiene lugar donde estar”, dice Jorgelina al referirse al departamento que tuvieron que abandonar para mudarse a los pasillos del Hospital Penna, en Bahía Blanca, donde pasaron las primeras noches sin la certeza de que su hijo estaría vivo al despertar.
El papá de Benja es albañil. Carlos Cepeda tiene 27 años, hace changas y su ingreso nunca está asegurado. Ella cuida sus hijos (Benjamín tiene un hermano de 2 años, Noah) y ahora, la mayor parte de su atención estará en el niño herido, “obvio que vamos a volver felices a Tres Arroyos porque Benja está bien, pero uno vuelve sabiendo que no tiene nada”.
Si bien la tarde del 19 de julio quedó atrás, Jorgelina se lamenta al recordar que ella no estaba cuando ocurrió el dramático accidente, “no fue en mi casa. Él (por Benjamín) fue a la casa del padrino con la tía y jugaba con los primos cuando pasó eso, nosotros no estábamos”, señaló con tristeza.
En la actualidad, a pesar de las secuelas, Jorgelina siente que ella también sobrevivió a la muerte, “yo pensaba que todo esto no era verdad. Fue el peor momento de mi vida, porque era un nene sano, que corría y jugaba, y ahora verlo así es muy doloroso”.
En las próximas horas, los médicos del Hospital Ricardo Gutiérrez harán una nueva cirugía, la tercera, en el cráneo de Benjamín. Tal vez sea la última, antes de darle paso a una nueva etapa en la vida de una familia que debe seguir remando contra la adversidad mientras empieza de nuevo.