Ramón Ferretti ama tocar el acordeón y tiene una frase que lo describe: “La música te cura el alma, por eso cuando tu cuerpo se vaya el alma va a partir bien sana”.
La música y el alma han sido el motor de Ramón en cada una de sus participaciones públicas, en las peñas, en los festivales, en los eventos solidarios. Él y su acordeón, fusionados en la gloriosa sensación de trasportarse, envolverse con las letras y regalar sentimientos armoniosos que vibran junto con el corazón de quien escucha.
Cuando el doctor Luciano Matta era chiquito visitaba el tambo de Ramón junto a su papá, que es médico veterinario. “¡Cuántas veces te toqué la cabeza y te acaricié”, le dice Ferretti a su médico cada vez que lo visita. “Pensar que ibas al tambo a buscar leche”.
El papá del doctor Matta fue el médico veterinario de las vacas de Ferretti, quien le cuenta a su hija Rebeca que “era levantar el tubo y él siempre estaba, una vez, a las dos de la mañana, una vaca tenía que parir y no podía, llamé a Matta y vino enseguida, sin importarle la hora”. Entonces Ramón, cuando tiene la oportunidad, le dice a su hijo Luciano, hoy el médico que lo atiende a diario: “Si seguís con los mismos cimientos que tu papá estás bien construido como persona, no hay persona tan humana para tratar a los animales como tu viejo. Si sos como él, yo sé que estoy en buenas manos”.
La receta
Rebeca Ferretti le cuenta a LA VOZ DEL PUEBLO que “no hay un día en el que entre el doctor y papá le diga: ¿Me puedo ir a la quinta?, y él le conteste: ¿A qué querés ir a la quinta?; rápido, Ramón no duda en responder: Tengo que ir a tocar el acordeón. Para él, la quinta y el acordeón son prioritarios”, expresa su hija.
Pero la cosa no termina allí. “Entonces el doctor le dice: ¿A ver?, mové la mano. Y Ramón practica ejercicios con una pelotita; Matta lo mira y manifiesta: Estás muy bien, entonces podés tocar el acordeón”.
Ramón está internado en el Anexo de Clínicas, en la parte del Geriátrico Municipal, un día de la semana pasada festejaron los cumpleaños de todos los abuelos de enero a agosto. Amenizó el evento Julio Scarabotti, quien antes de actuar pasó a visitar a Ramón por su habitación, cuando lo vio le dijo: Te espero allá, refiriéndose a la sala donde se llevaba a cabo el festejo. Entonces Ramón pidió ayuda, se puso la campera, se perfumó y fue al salón. Una vez allí le pidió a Julio Scarabotti que le dejara hacer “una entradita” a su hija Rebeca que había debutado cantando en la última peña que Ramón realizó en El Fanal, a fines del año pasado. Estaba cansado y sólo se levantó por la música, “le dediqué el tema a mi papá y fue ahí que el doctor le dijo que yo iba a seguir su legado”. Entonces Ramón giró hacia el médico y con una voz muy suave, porque casi no se lo escucha dijo: “¡Canta bien, eh!”.
Fue allí que el doctor Matta se dio cuenta de que Ramón sólo se había levantado de su cama por la música y decidió recetarle el mejor remedio contra su enfermedad. Escribió en un formulario médico la prescripción y la colgó de la puerta del placard para que no lo olvide: “Autorizo al señor Ferretti Ramón a tocar su acordeón en el horario de visitas de 17.30 a 18.30 horas. Dicho acto forma parte de la terapia clínica contra su enfermedad (la alegría es la mejor terapia)”. Y abajo, la firma, sello y matrícula del doctor Héctor Luciano Matta.
Desde el 30 de agosto, fecha en la que su médico le indicó tal tratamiento Ramón empezó a hacer ejercicios con la mano para cumplir con lo que el doctor Matta le había pedido. “Cuando el médico pegó la receta mi papá se reemocionó”, relata Rebeca que agrega: “Cuando ponés música, su mente se transporta y lo lleva a las letras, si le pongo algún tema mío también me dice cuando le estoy errando, hace un año que debuté con él en su Peña y fue el peor jurado que pude tener”, recuerda la hija de Ferretti emocionada.
La recaída
Ramón asistió por última vez a un encuentro musical a fines de julio, cuando en el Centro Cultural se realizó la Peña de Luis Pintos, pero pocos días después tuvo una recaída y hubo que internarlo. Estuvo en Bahía Blanca y en el Hospital Pirovano, aunque en el medio pidió quedarse en su quinta. Le concedieron este deseo y cuando empezó a sentirse peor, le dijo a su hija Rebeca, que siempre fue “su chancleta” que quería estar con ella; y así fue, pero a poco andar hubo que internarlo nuevamente.
Mucha gente ayudó. Rebeca agradece a los médicos del Hospital, al intendente Carlos Sánchez, a Julio Federico y al Frente Renovador, a Laura Aprile. “Mucha gente que colaboró con dinero, gestiones, colaboración para que papá tuviera una buena recuperación después de la intervención quirúrgica de fines del año pasado”.
Hoy las visitas están restringidas, sólo su familia puede ingresar a verlo y también el médico que iba al tambo de Ramón, junto a su padre veterinario, a curar las vacas y a buscar leche. La receta está colgada de la puerta del placard, Ramón la mira y sabe que es cierto y sanador lo que le recetó su médico, la música. Tocar el acordeón es la mejor medicina para este artista, cultor de la música autóctona, amante de las peñas y todo corazón… Ramón está en muy buenas manos.