Ir al contenido

Noticias más leídas

Agua: una radiografía que asusta

El análisis de las imágenes satelitales ofrece un resultado lapidario y desesperante. El exceso de lluvias ha puesto en jaque una gran parte del corazón productivo agrícola, ganadero y lechero de la Argentina. 

Hay más de 5,5 millones de hectáreas afectadas, por inundación o parcialmente anegadas. A lo que hay que sumarle al menos 2,5 millones de hectáreas que están complicadas por falta de acceso, napas cercanas a la superficie o falta de piso. En total, el efecto del agua está siendo padecido, entonces, por 8 millones de hectáreas, en las que se realiza el 25% de la agricultura y habita el 26% del rodeo vacuno del país. 

Así surge de un informe elaborado por la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap), a partir de la tarea llevada a cabo por el licenciado Pablo Ginestet, especialista en tecnologías de drones e imágenes satelitales. La zona analizada comprende una superficie de poco más de 21,5 millones de hectáreas, y abarca gran parte de Buenos Aires, los partidos del noreste de La Pampa y los partidos del sur de Córdoba y Santa Fe -que limitan con territorio bonaerense-. 

“La situación es dramática prácticamente en toda la cuenca del río Salado, desde la desembocadura en la bahía Samborombón extendiéndose hasta zonas de La Pampa y sur de Córdoba, pasando por todo el oeste de Buenos Aires, se encuentra en graves problemas hídricos. Parte de estas zonas, como el partido de General Villegas, vienen en problemas desde hace más de 15 meses”, advierte Matías De Velazco, presidente de CARBAP. “La diversidad de problemas que generan estas inundaciones va desde la pérdida de miles de hectáreas de soja y maíz que no se pudieron cosechar, cientos de miles de litros de leche que se tuvieron que tirar, hasta la pérdida de terneros y vacunos en general”, agrega. 

“El análisis de una secuencia de imágenes satelitales de la semana pasada nos muestra que estamos en el pico máximo de un fenómeno que se inició hace varios meses. De continuar las precipitaciones por encima de la media, la situación se seguirá agravando. Si bien los pronósticos auguran un escenario de precipitaciones algo más baja que lo normal, la situación actual no nos permite ser optimistas”, explica el licenciado Ginestet, quien es el presidente de la Asociación Rural del Henderson y delegado de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) en la Comisión Nacional de Emergencias y Desastres Agropecuarios.

 

Agricultura 

En lo que respecta a la campaña de fina que está en pleno desarrollo, la siembra de trigo y cebada en la región afectada, que representa el 20 y 23% del área nacional, tuvo una importante merma respecto al ciclo pasado. Según datos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires la caída de la superficie en esta zona, que representa el 20 y 23% fue de más de 150.000 hectáreas. A lo que se suman pérdidas superiores a las 80.000 hectáreas en lotes que ya estaban implantados. 

“Hay que seguir la evolución del cultivo, ya que parte de esta área afectada, fue alcanzada por las inundaciones luego de la siembra, por lo que habrá perdidas de área que pueden ser significativas. Además otro tema para tener en cuenta es el impacto que puedan tener sobre el cultivo los suelos extremadamente saturados que no permiten un normal desarrollo de los mismo, lo que a su vez se vuelve un ámbito ideal para las enfermedades foliares”, indica el trabajo. 

En lo que respecta a la campaña de gruesa, cuya siembra está por comenzar, hoy está dominada por la incertidumbre. La performance de los cultivos a partir de la situación hídrica actual es incierta, en primer término porque en muchas zonas no podrá llevarse a cabo la siembra, y en segundo, en los campos donde sí logren implantarse la evolución no se dará en condiciones ideales. 

Según las estimaciones preliminares del ciclo 2017/18, en la región relevada se sembraría el 29% del maíz, el 22% de la soja y el 20% del girasol que se proyecta se implantará a nivel país. Si a esos porcentajes se le agregan los del trigo y la cebada el resultado arroja que en promedio, más del 25% de la producción agrícola nacional se encuentra en la zona afectada. 

 

Ganadería 

La situación para la producción ganadera es aún más alarmante. En el trabajo se consigna, a partir de los datos públicos del SENASA, que el 63% del rodeo vacuno de Buenos Aires está en la zona afectada, que representa un 26% del stock nacional. Con el agregado que los vacunos se encuentran en una etapa crítica del ciclo productivo. 

“El rodeo ganadero de la provincia de Buenos Aires se encuentra ante un potencial daño de impacto severo: 12 de los 18 millones de cabezas de la provincia se encuentran en el área inundada. La cuenca baja del Salado, que alberga un porcentaje importante del rodeo de cría de la provincia y del país, se encuentra en la zona afectada”, asegura el trabajo. 

Y analiza: “En este momento se está en la etapa de parición, por lo que se está definiendo la producción potencial del año próximo, que seguramente tendrá un impacto negativo en la tasa de destete del año 2018. Y de continuar esta situación los rodeos verán afectados su nivel de preñez lo que se terminara reflejando en una merma de la producción potencial de terneros en 2019”. 

De modo que lo que pase en los próximos meses, tendrá su impacto, por las características y tiempos del ciclo productivo ganadero, por completo dentro de uno a tres años. 

“Las zonas donde se hace la recría o engorde de los animales también han visto afectada su oferta forrajera lo que además de la pérdida ocasional de ganado, ha llevado a incrementar la utilización de forrajes de reserva y granos para la mantención de los animales. Todo esto agravado por algo que se repite en todos los distritos y actividades: la falta de infraestructura vial adecuada, que impide cualquier normalidad en las tareas diarias a desarrollar”, explica el trabajo. 

 

Lechería 

Igual de desolador es el escenario para el sector lechero. Según datos aportados por la Dirección Provincial de Lechería, del Ministerio de Agroindustria de Buenos Aires, el 67% de las vacas en ordeñe de la provincia se encuentra en la zona inundada. Son 311.207 cabezas las que están produciendo en el agua o en el barro. En tanto, son 1.498 los tambos afectados, el 60% de los que hay en territorio bonaerense (2.485). 

“La lechería se ha visto fuertemente afectada, no sólo por el impacto directo de las precipitaciones sobre la oferta de forraje y bienestar animal, que ocasionó una merma en la producción, sino también por el colapso de la red vial. Esto impidió el normal envío de la leche de los tambos a las usinas lácteas, teniendo que tirarse la leche en muchos casos por la imposibilidad de sacarla de los campos”, advierte el informe. 

“Cambios en la estructura de costos y un precio pagado al productor por debajo de esos costos, sumados a los problemas climáticos y de infraestructura, conformó un combo mortal para muchos tambos, que derivó en el cierre de los mismos”, asegura Carbap. 

 

Las otras pérdidas 

Otro dato que surge del relevamiento es el impacto que el agua tuvo en los caminos que están dentro del área afectada. “Las pérdidas no sólo son productivas, sino también de infraestructura. Nos encontramos con una red vial totalmente colapsada, son más de 15.000 kilómetros de caminos cortados o intransitables”, indica el trabajo. “Eso refleja el mal manejo y desvío de la recaudación de la tasa vial por parte de los intendentes municipales”, agrega. 

Más allá de la cuestión productiva en sí, Carbap hace un planteo más integral y profundo sobre lo que provoca esta situación. “Se ha vuelto a poner en juego la vida rural. Imposibilidad de llegar a los campos, escuelas rurales que no pueden dictar clases, muchas zonas que quedaron aisladas y tuvieron que ser abandonadas ante el avance del agua; y además, varios cascos urbanos se vieron afectados, manteniendo en vilo a los habitantes ante una probable inundación”, describe De Velazco. 

 

Lo que viene 

El informe también se refiere al escenario del corto y mediano plazo para la superficie que hoy está padeciendo el agua. “De normalizarse las precipitaciones en los próximos días, en las zonas bajas de la cuenca se podría esperar una merma significativa del área afectada, reduciendo el potencial de pérdidas. En las zonas altas de la cuenca, hacia el oeste de Buenos Aires y La Pampa, los cambios se darán más paulatinamente, y dependerán en mayor medida del acompañamiento del clima, que del escurrimiento del agua por ríos o canales”, explica Carbap en referencia a la cuestión inmediata. 

Mientras que sobre la suerte de la actual campaña agrícola y la evolución del ciclo ganadero, analiza: “La única manera de minimizar estos daños debería venir de un cambio drástico, hacia la baja, en las precipitaciones de los próximos meses. Esto, sumado a la llegada de la primavera, días más largos y mayor temperatura, ayudará a evaporar los excedentes hídricos y permitirá hacia fin de año, con una expectativa de menor rinde potencial, sembrar áreas hoy inundadas”. 

Aunque aún con esas condiciones benignas, el campo seguirá en jaque por varios meses: “Con las napas tan cerca de la superficie, las siembras en estas zonas conllevan un riesgo de que precipitaciones excesivas en algún momento del ciclo del cultivo ocasionen pérdidas”. 

Entre sus conclusiones y a modo de síntesis, el informe realizado por Carbap asocia un repaso del pasado y una mirada hacia el futuro: “Ha quedada expuesta la nula inversión en infraestructura hídrica de las últimas décadas, en una zona altamente productiva. Es necesario que las obras que están comenzando y por comenzar se mantengan en ritmo apropiado por los próximos años para tratar de mitigar el impacto de estos eventos, que cada año se vuelven más frecuente”.

 

Una pérdida de más de US$ 1500 millones

“En función del análisis de las áreas afectadas por la inundación, sólo en la provincia de Buenos Aires y La Pampa se espera que 1,2 millón de hectáreas queden sin poder ser sembradas. Eso representa una perdida superior a los 1.200 millones de dólares”, asegura Carbap en su informe.

En cuanto a la estimación de las pérdidas recién se podrá hacer una aproximación más certera con el correr de los próximos meses, ya que dependerá de la evolución de las precipitaciones, al momento, considerando la situación actual de los campos, se considera que ese valor de 1.2 millones de hectáreas, sería como el piso de las pérdidas de superficie. Esto es porque por más que las condiciones climáticas mejoren significativamente, hay lugares que no lograran esa mejora a tiempo para poder sembrarse.

“Seguramente parte de la superficie que no se puede sembrar de maíz temprano, y soja, pasará a engrosar el área de maíz, por ese motivo se estima que la caída del área de maíz, en proporción será algo menor a la soja. Los datos previos se refieren al piso probable de pérdidas a sufrir por las provincias de Buenos Aires y La Pampa”, indica el trabajo. 

En relación a los rodeos vacunos, hay 12,7 millones de cabezas en el área afectada. “Las pérdidas al momento son difícil de calcular, pero no podemos olvidar que los rodeos se encuentran en plena parición con la consecuente mortandad de terneros. A este efecto estimamos que la pérdida de terneros sería de un 5%, lo que equivale a unos 200.000 terneros”, dice Carbap.

Y agrega: “Por otro lado, y estando ya a 30 días del comienzo de los servicios más adelantados, es importante tener en cuenta el grado de estrés y mal estado corporal en el que se encuentran los vientres afectando sin ningún lugar a dudas el próximo porcentaje de preñez. Esta pérdida de preñez se estima también en un 3 a 4%, la cual nos estará impactando en los terneros logrados en el 2018. Este número equivaldría a unos 170.000 terneros adicionales que se perderían el año próximo. Tomando el valor actual del ternero, US$ 400 en promedio, que equivale a una pérdida total, sólo en el valor de los terneros, de más de 148 millones de dólares”. 

Este valor no considera la mortandad posible de vacas por efecto de la inundación, ni el costo adicional de granos y forrajes que demandara la mantención de los animales en las actuales circunstancias, ni los costos logísticos extras del traslado de los animales hacia zonas secas. 

“Las cifras son preliminares, ya que de extenderse en el tiempo esta situación de las inundaciones las pérdidas se irán incrementando. Si se suman las pérdidas de agricultura, ganadería, tambos, infraestructura vial, etc, estamos ante una perdida superior a los 1500 millones de dólares”, estima la entidad. 

* Carbap agradece la colaboración de Víctor Tonelli en la corroboración de los datos vinculados a las pérdidas ganaderas. 

Comentarios

Te puede interesar