Ha resultado difícil para numerosos funcionarios sostenerse en el actual gobierno municipal, sin practicar el servilismo. Esa tendencia exagerada a servir -o satisfacer ciegamente- a los jefes ha llevado a una dependencia absoluta a vecinos de nuestra ciudad que ocupan algún cargo en la función pública. Tal es así que han pagado hasta con el silencio cómplice su permanencia, ante cada oportunidad de rendir cuentas por la cosa pública, como por ejemplo cada vez que La Voz del Pueblo intentó hablar con ellos por varios temas de la actualidad local.
En las próximas horas, Pablo Ledesma y Juan José Etcheto, por diferentes motivos dejarán sus cargos públicos en la municipalidad de Tres Arroyos. El primero debe dejar -a la fuerza- su puesto por no coincidir con el Jefe de Gabinete -y no con el intendente- en cómo desarrollar el turismo del distrito. Se va con la bronca de quien a mediana edad se queda sin trabajo de un día para el otro, siendo que fue de los pocos funcionarios verdaderamente preparados para la función que cumplía. Es decir, que tiene idoneidad.
Podría interpretarse que continuará sin sobresaltos la línea de la obediencia total, salvo que de manera excepcional -como algunos pocos lo hacen- sostengan con honradez su libertad para por lo menos abrir la boca
Aun así, Ledesma, fue víctima del servilismo político. Fue largo el silencio que sostuvo con el diario por alinearse políticamente con el gobierno municipal del que hasta mañana formará parte. Fue leal, y deslealmente fue tratado al ser descartado. Por eso también hace días volvió a atender el teléfono de este diario.
Etcheto no se despidió ni agradeció al intendente Carlos Sánchez, como tampoco al jefe de Gabinete, Hugo Fernández, en la despedida que hizo públicamente con algunos medios de prensa locales. En esos mismos encuentros se quebró al hablar de lo que ha debido soportar su familia, mientras ha ocupado el cargo de secretario de Producción en su primera gestión, y de – aunque parezca pretencioso el nombre- secretario de Desarrollo Económico Ciencia y Tecnología, en los dos primeros años de la cuarta gestión consecutiva del ‘sanchismo’.
En su caso se va por decisión propia. Entre otros temas no pudo digerir que Sánchez le suelte la mano a Ledesma, su amigo. Y lamenta sobre todo no haber tenido él el peso suficiente para bancarlo porque era un director de su secretaría. Pero Etcheto también pagó las consecuencias del servilismo, al permanecer en silencio y por adoptar un verticalismo ofensivo para toda democracia, tal como experimenta el actual gobierno municipal.
¿Serán historia entonces las diferencias que hubo entre Ledesma y Fernández por las políticas turísticas que el distrito espera?. Alguien podrá capitalizar lo bueno que haya podido dejar Ledesma como legado, siendo que no compartía la idea de que el turismo ‘no deja plata’ en nuestra costas, o que hay que ‘arar’ tal -o cual- balneario.
Otro cambio generado por incidencia del Jefe de Gabinete, tiene que ver con quien reemplazará a ‘Panchito’ Aramberri en Desarrollo Social. Después que el hijo menor de Don Pancho -bancado por Hugo Fernández- fracasara estrepitosamente como candidato a concejal, teniendo aún el objetivo mayor posterior de llegar a ser intendente, este recalará en el Concejo Deliberante y su puesto en el Ejecutivo será ocupado por un profesional de la segunda línea del gobierno, el licenciado en trabajo social, Marcelo León.
Fernández, y no Sánchez, tendrá ahora un gabinete constituido por funcionarios que vienen observando cómo se practica el más elemental verticalismo. Fácilmente podría interpretarse que continuará sin sobresaltos la línea de la obediencia total, salvo que de manera excepcional -como algunos pocos lo hacen- sostengan con honradez su libertad para por lo menos abrir la boca. De lo contrario podría generarse un gobierno aún más servil que el visto en la actualidad y que le ha valido al Movimiento Vecinal perder poder, compostura e influencia positiva en la comunidad.
El servilismo no ha servido para otra cosa que para acatar órdenes que en la función pública, atentan contra el pueblo como por ejemplo cuando un funcionario se niega a brindar información a un medio que se atreve a preguntarle y a interpelarlo. El servilismo disciplina y sólo genera cómplices en el silencio, en tiempos de una democracia que quiere crecer y mejorarse a sí misma.