Por Valentina Pereyra
Beatriz Wehrhahne es la gerenta del Banco Nación, nació en Oriente y se fue a los 15 años a Tandil donde vivió cuatro años. La vida cambió radicalmente, salir de su localidad a una gran ciudad fue un desafío para toda la familia.
Hace ya muchos años que su bisabuelo llegó “por una confusión” a la Argentina desde Dinamarca. Sus hermanos habían emigrado de su país de nacimiento hacia Estados Unidos, y él decidió seguir igual destino. Sin embrago, el suyo cambiaría por unos papeles que se confundieron en la Aduana y el barco que lo llevaría junto a sus hermanos zarpó hacia Argentina, donde finalmente se quedó. En Oriente nació el abuelo de Beatriz, Enrique Wehrhahne, que junto a Cotta Napolitano formaron una familia y entre sus hijos, el padre de Beatriz, el famoso Héctor (Tito) Wehrhahne trabajador del Banco Nación, bicicletero y futbolista.
La relación de Beatriz con Tres Arroyos empezó desde el mismo momento de su nacimiento, luego cuando era una niña acompañaba a su madre Alicia Cesáreo que venía a nuestra ciudad al Supermercado Planeta, a la Perfumería Beatriz, a Bonafide, “lo recuerdo muy bien”, cuenta.
“Mi papá era ordenanza, en aquel tiempo también limpiaban y hacían varias tareas relacionadas. Me gustaba acompañarlo porque jugaba con las máquinas de escribir, con los papeles, soñaba con entrar en el banco. Amaba el Banco Nación”
La gerenta del Nación se vuelve a poner la piel de hija pequeña y rememora algo que luego marcó su inclinación a apoyar los emprendimientos personales. “Cuando era chica veníamos a Tres Arroyos a comprar lanas porque mi mamá tenía un emprendimiento, ya que después las vendía en Oriente y yo bordaba punto cruz, tejía, todo para hacer algo en casa y ayudar a mi papá que tenía una bicicletería famosa en el momento en el garaje de nuestra casa”, describe Beatriz.
Actualmente, Tito tiene 80 años y Alicia 76. “Son felices, mi papá tiene primer grado, sin ningún título fue ordenanza y de ese hogar salimos muy bien educadas. Ahora estudio contadora pública en Tres Arroyos, a distancia, y ya tengo más de la mitad de la carrera aprobada. Hubiera querido estudiar a los 18, pero empecé a trabajar”, manifiesta Beatriz.
Después de pasar la adolescencia en Tandil, al concluir los estudios secundarios, ingresó a trabajar en el Banco Nación de la ciudad de Olavarría cuando tenía 18 años. “Fui la primera mujer que trabajaba en esa sucursal. Por esos años no había baño para las mujeres y tampoco la estructura estaba preparada para recibir a una, hasta el vocabulario tuvieron que cambiar mis compañeros”.
Este cambio implicó que hubiera que hacer modificaciones como la de un baño para Beatriz. “Trabajaba gente muy grande en ese momento y era como una nieta para ellos, una nena, estuve 27 años en Olavarría en la que hice mi carrera, pasé de auxiliar hasta subgerente”, destaca la mujer.

En Oriente
Tito Wehrhahne trabajó en el Banco Nación en Oriente hasta que los trasladaron a Tandil. La familia de Beatriz la completa una hermana catorce años menor, Pamela, que nació en Tres Arroyos, vive en Tandil y es artista, y un hermano que reside en Bahía Blanca.
“Mi papá era ordenanza, en aquel tiempo también limpiaban y hacían varias tareas relacionadas. Me gustaba acompañarlo porque jugaba con las máquinas de escribir, con los papeles, soñaba con entrar en el banco. Amaba el Banco Nación”.
Ese deseo se materializó cuando Beatriz ingresó a la institución bancaria al aprobar un examen que rindió en la ciudad de Azul, por el que la nombraron en Olavarría.
Ese deseo se materializó cuando Beatriz ingresó a la institución bancaria al aprobar un examen que rindió en la ciudad de Azul, por el que la nombraron en Olavarría.
“En la carrera bancaria se prioriza para ascender que te vayas, pero no quería porque tengo hijas mellizas que tienen 28 años y no quería que les pasara como a mí”
“Como mi papá trabajaba en Tandil yo no me pude quedar ahí, la disposición del Banco impide que padre e hija trabajen en la misma sucursal”, indica.
Beatriz armó su bolso y se fue a vivir a una pensión, “para lo que alcanzaba el sueldo. Es muy sacrificada la vida de los bancarios en cuanto al desarraigo, ya lo viví, de nacer en Oriente con 2000 habitantes a pasar a vivir en Tandil que en 1979 tenía unos 100 mil, fue muy duro. No quería que mis hijas pasaran por eso”, explica una de las razones por las que decidió estar más de veinte años en la misma sucursal.
Beatriz armó su bolso y se fue a vivir a una pensión, “para lo que alcanzaba el sueldo. Es muy sacrificada la vida de los bancarios en cuanto al desarraigo, ya lo viví, de nacer en Oriente con 2000 habitantes a pasar a vivir en Tandil que en 1979 tenía unos 100 mil, fue muy duro. No quería que mis hijas pasaran por eso”, explica una de las razones por las que decidió estar más de veinte años en la misma sucursal.
“En la carrera bancaria se prioriza para ascender que te vayas, pero no quería porque tengo hijas mellizas que tienen 28 años y no quería que les pasara como a mí”, asegura.
Hoy la tercera generación trabaja en el Banco Nación “mi hija es contadora y está en la sucursal de Santa Clara del Mar a la que ingresó el 1º de marzo. Mi otra hija estudia Ingeniería Química en Mar del Plata”.
Hoy la tercera generación trabaja en el Banco Nación “mi hija es contadora y está en la sucursal de Santa Clara del Mar a la que ingresó el 1º de marzo. Mi otra hija estudia Ingeniería Química en Mar del Plata”.
Beatriz mamá y mujer
El impulso que marcó su carácter, la capacidad de trabajo, el deseo de emprender, fueron el norte a seguir. Sin embrago, hubo pruebas que sortear que la hicieron más fuerte, más sensible y más mamá.
Sus hijas, Celeste Luz y Rocío Belén Vázquez Wehrhahne tienen bastante de Beatriz. “Soy muy perfeccionista, me exijo y hago siempre autocrítica. Ellas son iguales”, dice y agrega: “Fui a trabajar un viernes y las chicas nacieron al lunes siguiente y a los cuatro meses de las nenas ya estaba trabajando. Después de 30 años en el Banco no he faltado. No usé licencias que no debía, sino que cuando necesité tomé mis vacaciones”.
Cuando las chicas tenías 10 años, la situación de su familia empeoraba por episodios de violencia de género a los que Beatriz puso punto final. “Le pedí el divorcio al padre de mis hijas por lo que decidí irme. Me llevé la máquina de coser, una bicicleta y los CD de Luis Miguel. Me recibió una prima en su casa y cuarenta y cinco días después vinieron las chicas que eran chiquitas. Compré muebles usados para ir a un departamentito, pero todo vale la paz, seguí mi corazón. En ese tiempo tener el trabajo fue muy bueno, necesitaba ir a trabajar”.
“Mi esposo es bancario y con él fuimos aceptando los cambios y además tuve la suerte de ir ascendiendo”
La vida siguió. Las relaciones fueron cambiando y mejorando. “Pudimos salir adelante y ahora nos llevamos bien, cada uno rehízo su vida y no hay ningún enojo, ni resentimiento”, explica la mujer.
Hace cinco años Beatriz se casó con Juan Serna, quien la acompañó en la decisión de seguir con su carrera. “Mi esposo es bancario y con él fuimos aceptando los cambios y además tuve la suerte de ir ascendiendo”, manifiesta con humildad y agrega: “Cuando mis hijas crecieron salió una gerencia en la ciudad de General La Madrid, de unos siete mil habitantes. Esa fue mi primera gerencia en la que estuve cuatro años, luego dos años y medio en Benito Juárez y hace un año en Tres Arroyos”.

Beatriz junto a su esposo Juan Serna y a sus padres Héctor “Tito” Wehrhahne y su mamá Alicia Cesáreo, el día de su casamiento, hace cinco años
El tiempo es algo que muchas veces falta en la activa vida de Beatriz. Sin embargo, el trabajo en la gerencia del Banco Nación y el estudio universitario le dan respiro para hacer talleres de pintura en madera, crochet, bordado chino y mexicano.“Es hermoso, me gusta mucho lo manual, no tengo tanto tiempo por el estudio, pero me encanta hacer esas tareas”.
Es una mujer jovial, de sonrisa franca, bien plantada, humilde y de carácter afable, pero firme. La tecnología de vez en cuando la supera, pero no duda en solicitar ayuda. Se rodea de jóvenes a los que les brinda conocimientos y experiencia. A la hora de decidir por la tranquilidad y la paz familiar se jugó por eso.
No le importó empezar de nuevo sólo con una bicicleta, la máquina de coser y los CD’s de Luis Miguel. Esperó el tiempo de Rocío y de Celeste para seguir con la carrera bancaria, esperó sus propios tiempos para iniciar una carrera, lo cual, según dice, “era una deuda que tenía”.
La mujer que recibe a este diario detrás del escritorio es Beatriz, de Oriente, la gerenta del Banco Nación.

Beatriz, junto a sus mellizas, Rocío y Celeste