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Un escándalo y amenazas que el municipio pudo haber evitado

“La próxima vez junto las ratas y se las llevo y dejo a (Carlos) Sánchez arriba del escritorio”, le dice un vecino del Barrio Ciclista a LA VOZ DEL PUEBLO en relación a un problema de larga data no resuelto que –según asegura- a pesar de las reiteradas denuncias ante los funcionarios municipales, éstos no actuaron.
Una chatarrería clandestina está radicada en la calle J. M. Fangio al 200, ocupa parte de un terreno, la vereda y vivienda de un hombre que la acumula. “Yo soy ciruja, poné eso, soy ciruja, con toda la palabra”, expresó el vecino “dueño” de la chatarra en medio de insultos y amenazas hacia representantes de LA VOZ DEL PUEBLO que se encontraban en el lugar tomando fotos. 

“Si veo las fotos publicadas te rompo todos los vidrios y vas a ver quién soy. ¡Cuidate que te voy a buscar y romper todo!”, seguía gritando el vecino, lo que continuó haciendo cuando llegó la policía al lugar. 
“Dejá de filmar, dejá de sacar fotos, esto es municipal y yo hago lo que quiero, esto es público, es municipal”, gritaba el chatarrero ante la presencia del diario.
El cuadro era casi dantesco, en el jardín de las casas linderas a la vivienda del vecino que acumula chatarra y basura, yacían orejas –con las caravanas todavía prendidas-y colas de vacas que los perros desparramaron por todo el vecindario. 
Otro montículo similar orillaba la montaña de basura y chatarra que está tirada frente a la casa del mencionado vecino. 
Tiempo atrás Desarrollo Social intervino por una situación de salud del hijito del chatarrero y le construyeron una habitación especial, porque requería de extremas medidas sanitarias para su recuperación. 
Seguramente hace bastante que nadie del área visita el hogar porque nada más alejado a la higiene que ese lugar. Para comenzar, las ventanas, ingreso a la casa y veredas se encuentran cubiertas de toda clase de elementos para la compra y venta de basura y otros enseres. 
Sin voz 
Un grupo de habitantes del barrio promovieron una serie de gestiones para tratar de solucionar el problema que los aqueja hace años, pero que recrudeció en los últimos meses. 
“Llamé al 147 y me atendieron de emergencias municipales, expliqué lo que ocurría y quedaron en darme una respuesta”, cuenta una de las mujeres a las que preocupa la situación sanitaria con la que conviven. “Hay ratas, hemos tenido que cerrar la casa para poder exterminarlas, la pila de basura ocupa toda la vereda y el miedo es la contaminación que se produce, además de que los chiquitos de él (por el vecino que acumula chatarra) andan jugando por la montaña de mugre”, sigue el relato. 
“También escribí al Facebook de la Municipalidad y me respondió una chica, Florencia Soumoulou que me pidió le mande las fotos”, explica la vecina y enseña a este diario los whatsapps que intercambió con la empleada de prensa municipal.
El relato lo interrumpe un señor que explica que no quieren sacarse fotos porque consideran que “en la Municipalidad seguramente se van a lavar las manos y le van a ir a decir al vecino que le sacan la basura porque nosotros lo denunciamos, en lugar de decirle que es porque no debe estar ahí”. 
Otro integrante de este sector del barrio relata que fue a la Secretaría de Obras Públicas, explicó el problema en la mesa de entradas y “bajó por la escalera una señora que me escuchó y me dijo que iba a trasmitir la inquietud y que me iban a llamar. Eso nunca pasó y hace meses que pasé por el lugar”. 
Por otro lado una joven expresa que llamó a Mario Izurieta (secretario de Obras Públicas) y a Fabián Alvarado (de la Secretaría de Seguridad e Inspección General). “Me escucharon, les expliqué todo, les manifesté lo que vivíamos todos los días, pero tampoco vinieron”, señala. 
En síntesis, Mario Izurieta, Fabián Alvarado, Florencia Soumoulou, la empleada de Obras Públicas y el responsable de atender el 147, según el relato de los vecinos, están en conocimiento de la existencia de una chatarrería clandestina en ese lugar del Barrio Ciclista.  
La intervención de la policía 
Finalizada la reunión, LA VOZ DEL PUEBLO sale a la vereda y saltando las orejas y colas de vacas desparramadas comienza a filmar y tomar fotos. De pronto aparece detrás de un camión estacionado y cargado de chatarra un señor a los gritos: “Dejá de filmarme, yo hago lo que me canta (dijo otra cosa), a mí no me jodan que voy a romper todo, que no vaya a ver las fotos en tu página”. 
 Mientras este diario intentaba dialogar y preguntar por qué tiraba las cosas ahí el hombre a los gritos exclama, “vivo de esto, de qué querés que viva, soy ciruja, este lugar es de todos, yo lo pongo en mi casa, el terreno es municipal, tengo que vivir de algo”. 
Los gritos atraen la atención de otro vecino que sale y lo increpa, “decile a esta gente cómo viven tus hijos y qué haces vos y las veces que te pedimos que limpies”. En reiteradas oportunidades están por irse a las manos, hasta que llega un móvil con tres policías que descienden y conversan con el hombre -que nunca para de amenazar- y proponen denunciar formalmente el hecho como así también el basural clandestino.
Evitable 
Los funcionarios municipales que conocían el tema, hasta ayer no habían intervenido. La asistencia social que reciben los vecinos que acumulan basura y chatarra en un terreno que no es propio y sin permiso para hacerlo, mucho menos habilitación, no es suficiente porque otros vecinos sospechan que los niños no asisten regularmente a la escuela y las condiciones son pésimas para la enfermedad que cursa uno de los pequeños. 
El estado de nerviosismo del chatarrero podría tener consecuencias porque el hartazgo es generalizado. La contaminación es evidente y la falta de control también. 
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