De acuerdo con el informe de estimaciones agrícolas de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, se espera que, de mantenerse las condiciones climáticas vigentes, el trigo puede transitar la etapa de madurez hacia la cosecha sin mayores inconvenientes ni riesgos apremiantes de pérdidas de calidad.
En este contexto, técnicos del INTA Pergamino brindan recomendaciones para minimizar los márgenes de pérdidas en el campo e indican los puntos clave para lograr un almacenamiento seguro.
Rastrojo
La primera sugerencia es medir la cantidad de trigo que queda en el rastrojo durante la cosecha. “Es la herramienta más efectiva para tomar decisiones a tiempo, regular la maquinaria y hacer mucho más rentable la campaña; la tolerancia de pérdidas es de hasta 80 kilos por hectárea”, apuntó Rubén Roskopf, especialista del INTA Pergamino.
En esta línea, destacó la necesidad de evaluar previamente al inicio del trabajo el equipamiento de la cosechadora y el cabezal, así como la capacitación del maquinista y la regulación de la máquina para lograr las menores pérdidas posibles y cuidar la calidad de los granos recolectados.
Roskopf también aconsejó reducir la velocidad de avance de la máquina, sobre todo porque la capacidad de trilla y separación de la cosechadora puede verse superada en campos con altos rindes de trigo o cebada. “Es deseable no superar los 6,5 km/h para que la plataforma realice un corte neto de los tallos”, detalló.
Silobolsa
Para el guardado en silobolsa, el técnico recomendó ubicar la bolsa en un sector del campo que sea alto, firme y liso, lejos de árboles y de cualquier fuente de rotura. “Los errores cometidos durante el armado de la bolsa son irreparables y pueden llevar a la pérdida de lo almacenado”, aseguró.
De igual modo, sugirió expulsar la mayor cantidad de aire posible durante el llenado de la bolsa. El punto justo es un nivel intermedio entre lograr que no quede floja, pero tampoco excedida de su capacidad de estiramiento.
Asimismo, pidió tener en cuenta el porcentaje de humedad con el que se almacena el cereal; a mayor humedad, menor es el tiempo disponible de almacenamiento.
Asimismo, pidió tener en cuenta el porcentaje de humedad con el que se almacena el cereal; a mayor humedad, menor es el tiempo disponible de almacenamiento.
Este período se extenderá si los granos están secos y limpios y la bolsa se mantiene sin roturas.
“En un trigo embolsado al 16% de humedad, se produce una rápida pérdida de la calidad panadera, mientras que, en cebada, el poder germinativo puede disminuir rápidamente con humedad superior al 13%, más aún si el lote se almacenó con granos verdes provenientes de macollos que fueron producto de la pisada del aplicador terrestre en tratamientos fúngicos”, puntualizó Roskopf.
“En un trigo embolsado al 16% de humedad, se produce una rápida pérdida de la calidad panadera, mientras que, en cebada, el poder germinativo puede disminuir rápidamente con humedad superior al 13%, más aún si el lote se almacenó con granos verdes provenientes de macollos que fueron producto de la pisada del aplicador terrestre en tratamientos fúngicos”, puntualizó Roskopf.
Estos granos de cebada tienen alta humedad y afectan al resto del granel almacenado. Para ambos cereales, la sugerencia es no guardarlos por más de 30 días en silobolsa.
Seguimiento
Pero, más allá de los márgenes estimados de tiempo, “realizar un seguimiento de los granos embolsados es la herramienta fundamental para decidir su extracción en el momento oportuno y evitar malas sorpresas a la hora de vender lo producido”, afirmó el técnico del INTA Pergamino.
Esta tarea puede ser realizada por el productor o mediante la contratación de alguna empresa que preste el servicio.
Por último, Roskopf señaló la importancia de utilizar aireación o refrigeración artificial para favorecer la buena conservación del cereal que llega a acopio.
Por último, Roskopf señaló la importancia de utilizar aireación o refrigeración artificial para favorecer la buena conservación del cereal que llega a acopio.
Estas tecnologías minimizan el aumento de temperatura causado por la respiración de los granos y, por ende, el desarrollo de insectos-plagas y la necesidad de uso de insecticidas.